Viernes, 22 de septiembre de 2017 | Número 95 |
POR JUAN ABARCA CIDÓN, PRESIDENTE DE HM HOSPITALES |
Cambio de estrategia |
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Visto como se han desenvuelto los acontecimientos con respecto a la sanidad en nuestro país en los últimos años, hemos comprobado como la puesta en marcha del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS) no fue solamente, en sí mismo un acierto, sino que tuvo el don de la oportunidad.
Juan Abarca Cidón, presidente de HM Hospitales.
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Cuando el IDIS se puso en marcha, la sanidad privada en nuestro país no tenía ninguna visibilidad. Sólo se contemplaba el gasto sanitario público como valedor de la salud de nuestra población y había una imagen del sector privado muy sesgada y empobrecida, limitándola a la atención de procesos banales. La innovación tecnológica parecía un campo restringido al sector público y sólo en él podías tener posibilidades serias de salir airoso de un proceso grave. A ojos de la mayoría de sociedad, y lo que es más importante, para los mismos miembros del sector sanitario, el sector privado quedaba para listas de espera –porque sólo parasitaba al sector público– y para los procesos de odontología y estética.
Después de años en los que desde IDIS se han emitido decenas de informes objetivos, ya no queda duda razonable de la aportación del sector sanitario privado al Sistema Nacional de Salud de nuestra población. Se ha demostrado que, al contrario de lo que podía parecer, el sector privado es puntero en innovación tecnológica y compite de tú a tú en investigación con el sector público. Ha quedado expuesta la contribución que los ciudadanos, a través del seguro de salud —que ha crecido de manera sostenida a pesar de la tremenda crisis económica que hemos padecido—, hacen descongestionando con ello de forma capital tanto los recursos como los costes del sistema sanitario público. Y no hay género de dudas que algunos centros privados —aquellos que están implantados en zonas con mayor cantidad de usuarios—, son capaces de atender procesos complejos con, al menos, las mismas garantías que los públicos.
Y todo esto el IDIS lo ha ido demostrando, desde el principio, con una sincera intención de cooperación y colaboración con el sector público, de ahí el adjetivo de Integración y Desarrollo de la Sanidad, en un entorno que cada vez se ha ido tornando más hostil desde el punto de vista político, dado que estos años ha coincidido con una creciente corriente ‘anti-privatizadora’ en el sector sanitario. Así, a los intentos por desacreditar la gestión sanitaria privada por parte de las autoridades políticas de todo signo, hay que añadir a los objetivos, lícitos y razonables de tener ánimo de lucro excluyendo a los centros del sector en algunas comunidades autónomas de la posibilidad de formar parte de la red de servicio público. También hay que señalar las innumerables dificultades que se les ponen a los profesionales para compatibilizar su puesto en el sector público con el ejercicio privado en su horario libre, y los intentos por parte de la gran mayoría de las administraciones públicas de evitar los conciertos con el sector público, hasta el extremo de presumir de ello y mostrarlo como signo inequívoco de una ‘buena gestión’, aunque conlleve el incremento de las listas de espera para la población.
Ahora bien, desde un punto de vista objetivo, nuestro fin de poner a disposición de toda la población los recursos privados para aumentar la oferta y mejorar la eficiencia del sector no ha encontrado su respuesta en las autoridades políticas. Al contrario, estos años arrastrados por una corriente demagógica que criminaliza al sector privado, hemos retrocedido alarmantemente en este hito alejándonos con ello de las formas más punteras de gestión y colaboración que existen en los países de nuestro entorno.
En mi opinión, hay que cambiar la estrategia y llegar a la sociedad de forma directa, para que estén informados de hasta dónde llega el sistema sanitario público en realidad y de las posibilidades que hay si se cuenta con el sector privado. El último comunicado del IDIS, y su campaña de propagación del mensaje, ofreciéndose para erradicar las listas de espera en cuatro meses es un buen comienzo y marca la senda a seguir. |
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