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Viernes, 09 de septiembre de 2011   |  Número 14 Año I
tribuna
FERNANDO MUGARZA, DIRECTOR DE DESARROLLO CORPORATIVO del IDIS
Comunicar e informar al paciente y a su entorno

¿Comunicas e informas o solo informas? Una buena cuestión, una perfecta disyuntiva que todas las profesiones, especialmente las del entorno sanitario, protagonizan. Es curioso, pero cuando nos ponemos en el otro lado del espejo, es decir, cuando asumimos la condición de paciente, es cuando nos damos cuenta de nuestras carencias en esta imprescindible materia relacional.

Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), comunicar tiene varias acepciones, entre ellas las de hacer a otro partícipe de lo que uno tiene; descubrir, manifestar o hacer saber a alguien algo; conversar, tratar con alguien de palabra o por escrito, etc…. Si bien la palabra queda un tanto desnuda ante su auténtico significado en medicina, no es menos cierto que al menos tres términos nos pueden ayudar a reflexionar: hacer partícipe, descubrir y conversar, siendo estos tres elementos los que conjugados dan todo el sentido a una responsabilidad que es privilegio de una profesión humanística por antonomasia como es la medicina.

Es éste un momento tecnificado y especializado hasta la saciedad. Vivimos en un entorno en el que la información nos envuelve y nos rodea a través de los más diversos canales de comunicación, especializados y no, y es precisamente en este momento cuando el individuo está más aquejado de soledad.

Proust dejó escrito: “Nos comunica alguien su enfermedad o su revés económico, lo escuchamos, lo compadecemos, tratamos de reconfortarle y volvemos a nuestros asuntos”.

Recientemente, en un artículo publicado en el diario El País, se afirmaba que en Corea del Sur, las relaciones sociales y afectivas a través de los medios electrónicos superan ya en frecuencia y número a las que se mantienen cara a cara. Todo ello hace que el individualismo del que tanto hablaba Jameson aumente no solo en los estratos sociales, sino muy especialmente en el ámbito laboral y se extienda como una mancha de aceite y anide en nuestra sociedad.

Las profesiones vinculadas a la Sanidad han sido calificadas tradicionalmente como el prototipo de especialidades de carácter marcadamente humanista, término definido por la RAE como “doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos”. En medicina, el trato con el individuo y la compasión por su sufrimiento alcanza su máxima expresión con la vocación de sanar no solo el cuerpo, sino las implicaciones psicológicas y sociales que conlleva la pérdida de la salud, tal y como apunta la Organización Mundial de la Salud.

Decía Gregorio Marañón que el principal instrumento para el médico es la silla, puesto que facilita el trato personal, el diálogo y, por lo tanto, el descubrimiento de las causas de la enfermedad, que pueden estar ocultas al propio individuo por desconocidas o por no manifestadas.

Es necesario que todas estas virtudes se potencien y se frecuenten no solo en la universidad a través de sus facultades, sino también en los centros asistenciales. Que vuelva o se instaure una formación continuada relacionada con la Comunicación en mayúsculas, donde se enseñe y se refuerce la idea clásica de que el individuo ha de ser visto desde un punto de vista integral y no como un problema a resolver por la ciencia.

En definitiva, la Comunicación con y para el paciente hace que éste se sienta cada vez más informado y formado para tomar sus propias decisiones, lo que incide directa y fehacientemente en su autonomía y en la capacidad de gestionar su propia salud.

Desde el IDIS apostamos por ello y vamos a poner en marcha iniciativas que girarán en torno a este concepto y tendrán al usuario de la sanidad privada como eje y centro de atención, como muestra clara del firme compromiso que las organizaciones que componen el Instituto promueven y desarrollan en sus entornos respectivos.

Entre todos nos hemos sabido dotar de un extraordinario sistema de salud, tanto público como privado, del que hoy disfrutamos: Por ello, no debemos perder de vista el bosque de la comunicación por el árbol del individualismo y la notoriedad que hoy impregnan a nuestra sociedad. Es un reto de futuro que entre todos hemos de saber afrontar.

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