Lunes, 24 de enero de 2022   |  Número 143
Continuidad asistencial, interoperabilidad, tecnología digital y alianzas para una mejor sanidad
Editorial

Nos vamos adentrando en la década de los años 20 de este siglo XXI y la proximidad del 2030 es más que evidente, fecha que tiene como meta el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Unos objetivos indispensables, a la vez que ambiciosos, que han de tener una proyección más allá de esta fecha por lo relevantes que son y porque este mundo globalizado está necesitado de que se vayan limando y eliminando las grandes asimetrías que tiene en todos los órdenes de la vida.

“Estamos resueltos a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí a 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y a garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos naturales”, señalaron los Estados miembro en la resolución de Naciones Unidas (ONU).

Desde el año 2015, momento en que se proclama y se adopta la citada agenda para el desarrollo sostenible, han pasado más de seis años, próximos a la mitad de la carrera para conseguir las 169 metas concretadas en 17 apartados u objetivos macro, y esta declaración está todavía lejos de hacerse una realidad.

Todos y cada uno de los principios son muy relevantes, pero esta breve reflexión concreta y analiza sumarialmente dos que atañen al segmento de la salud y la sanidad: el objetivo número 3, que refiere a Salud y Bienestar, y el 17, que nos habla de Alianzas. La interrelación entre ellos es más que evidente y su abordaje es fundamental dados los grandes retos que nos plantea el futuro en esta materia.

El tercer ODS abre con un epígrafe: “Garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades es esencial para el desarrollo sostenible” y para ello refiere como fundamental “una financiación más eficiente de los sistemas sanitarios, un mayor saneamiento e higiene, y un mayor acceso al personal médico”. Por otro lado, el objetivo 17 abre su enunciado con una frase del todo acertada “Los ODS solo se pueden conseguir con asociaciones mundiales sólidas y cooperación” y continúa en su pronunciamiento “para que un programa de desarrollo se cumpla satisfactoriamente, es necesario establecer asociaciones inclusivas (a nivel mundial, regional, nacional y local) sobre principios y valores, así como sobre una visión y unos objetivos compartidos que se centren primero en las personas y el planeta”.

Trasladado este aserto a nuestro sistema sanitario es evidente que el llamamiento internacional se produce para que se establezcan lazos de cooperación y colaboración lo más amplios y estrechos posibles en aras a mejorar los resultados sanitarios y de salud de la población, eliminando barreras y trabas en las relaciones entre los diferentes agentes de nuestro sistema sanitario, una vez que todos procuramos y deseamos una mejor sanidad para la población tal y como expresa el Manifiesto que desde la Fundación IDIS se viene impulsando.

Asistimos a una evolución digital y de innovación sin precedentes, una nueva era abierta por la tecnología, por el conocimiento y por el trabajo en red que nos van a aportar un cambio más que evidente en el abordaje de todos los parámetros relacionados con la salud, el bienestar y la calidad de vida y hemos de ser capaces de liderar dicho cambio transformador que determina un nuevo paradigma en todos los órdenes de la vida.

En nuestro entorno sanitario este cambio de gran calado se asienta en tres ejes fundamentales: uno es el de la continuidad asistencial, de la mano de la imprescindible interoperabilidad en su más amplio sentido; un continuo en la atención sanitaria y sociosanitaria capaz de generar un espacio único para el paciente, que además de ser el protagonista del sistema, es el dueño de sus propios datos de salud. Otro proviene de la libertad de elección también en su más amplia expresión. Y un tercero, de la cooperación abierta y sin matices entre los diferentes agentes del sector independientemente de su titularidad, una colaboración que permita la utilización de todos los recursos disponibles en pos de una mejor atención asistencial, una mejor calidad y unos mejores resultados sanitarios en términos de acceso, eficiencia, calidad y seguridad, resolución asistencial, experiencia de paciente, etc. y por supuesto de salud.

La suficiencia financiera, los recursos imprescindibles para dotar de viabilidad y sostenibilidad al sistema administrados de una forma eficiente constituyen un elemento clave para garantizar la citada continuidad, la equidad, el acceso y la cohesión tal y como expresa el Manifiesto “Por una mejor sanidad”, el objetivo de desarrollo sostenible número 3 y las diferentes metas que lo determinan, entre ellas: “Lograr la cobertura sanitaria universal, en particular la protección contra los riesgos financieros, el acceso a servicios de salud esenciales de calidad y el acceso a medicamentos y vacunas seguros, eficaces, asequibles y de calidad para todas las personas”, “Aumentar sustancialmente la financiación de la salud” y reforzar la “gestión de riesgos sanitarios”.

La transformación digital de nuestro sistema sanitario es indispensable entre otras cosas para que la medicina personalizada, predictiva y precisa se afiance y proyecte como una realidad insoslayable una vez que mejora el pronóstico y resultados en general; y para ello es fundamental que los sistemas estén interconectados sin tener en cuenta titularidades ni otro tipo de atavismos que entorpezcan la fluidez, agilidad y visión e implicación global que precisa.

Un buen ejemplo de los avances que supone la cooperación público-privada en esta materia es el recién anunciado proyecto Tartaglia, un consorcio público-privado formado por 16 entidades que ha obtenido la mayor puntuación de entre los proyectos presentados a la convocatoria Misiones de I+D en Inteligencia Artificial (IA) de la agenda España Digital 2025 y de la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial. Dicho proyecto disruptivo va a ser financiado por la Unión Europea a través de los fondos Next Generation EU con más de 7,5 millones de euros. “Un proyecto tractor que contribuirá a que España sea proveedora de innovación y conocimiento en el ámbito internacional”, en palabras de los expertos.

Proyectos de este tipo y ámbito cooperativo suponen dar pasos decisivos para el desarrollo de la inteligencia artificial de una forma estratégica, sinérgica y colegiada entre el emprendimiento privado en sanidad y la iniciativa pública ya que este es un proyecto que no precisa “mover los datos, lo que facilita el cumplimiento normativo y la seguridad de los mismos” al tratarse de información muy sensible puesto que pertenece al entorno de la salud y la sanidad. Iniciativas de este calado, ámbito y perfil permiten aplicar una mayor eficiencia, agilidad y automatización al desarrollo de modelos de IA en Sanidad en pos de una medicina traslacional basada en la evidencia científica con un carácter aplicativo personalizado evidente, que permite una mayor precisión y una mejora taxativa y fehaciente de los resultados obtenidos.

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