Redacción. Madrid
Solo una cuarta parte de los pacientes con migraña recibe el tratamiento adecuado frente a esta patología, según se desprende del Estudio Primera que ha sido coordinado por Valentín Mateos y Jesús Porta-Etessam, responsables de la Unidad de Neurología de la Clínica La Luz de Madrid y que recoge datos aportados por 168 neurólogos y 851 pacientes de toda España.
Además, el estudio señala otro dato preocupante, y es que el 45 por ciento de los afectados no están ni siquiera diagnosticados. Esta situación se ve agravada si se tiene en cuenta que “un elevado porcentaje de pacientes no diagnosticados suele utilizar fármacos de libre dispensación sin control médico, sobre todo analgésicos simples y antiinflamatorios no esteroideos”.
Jesús Porta-Etessam (izquierda) y Valentín Mateos.
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Frente a esto, los especialistas recomiendan un tratamiento personalizados a cada paciente según su grado de discapacidad, de forma que se reservan los antiinflamatorios para las crisis leves y moderadas y se recurre a la familia de los triptanes para tratar las crisis más graves.
“Lo más relevante que permite constatar el estudio es que a pesar de todo lo realizado hasta ahora, la migraña sigue siendo una entidad infradiagnosticada e infratratada, con una deficiente utilización de los tratamientos específicos y, sobre todo, de los tratamientos preventivos encaminados a disminuir la frecuencia de episodios en aquellos pacientes en los que su número es elevado o la discapacidad inherente a los mismos es muy alta”, ha lamentado Valentín Mateos. De hecho, solo un 13 por ciento de los pacientes toma algún tratamiento preventivo y solo un 17,4 por ciento sigue un tratamiento específico para las crisis de migraña.
Retrato del paciente
El estudio ha permitido realizar un ‘retrato robot’ certero del paciente con migraña. Así, se ha constatado que afecta sobre todo a mujeres (en una proporción de tres a uno sobre los varones), en general de 20 a 50 años, con una edad media de 34 años. La patología conlleva “una elevada discapacidad”, no solo por los dolores de cabeza, de por sí moderados o intensos, sino también por los síntomas asociados habituales (intolerancia a la luz, el ruido o el movimiento) que no pocas veces conllevan que el paciente precise el aislamiento sensorial en un ambiente de oscuridad y silencio. Además, algunos pacientes presentan síntomas visuales específicos de esta patología. Sin embargo, el estudio refleja que los pacientes tardan una media de 15 años en llegar a la consulta del especialista.
La enfermedad tiene un “enorme impacto social”. A la ya citada juventud de los pacientes “hay que añadir que el 62 por ciento de los encuestados eran trabajadores en activo y la mayoría son personas con cualificación (el 30,4 por ciento tenían estudios universitarios y el 44,3 por ciento estudios secundarios).
En cuanto a la aparición de la enfermedad, la edad media de debut referida por los pacientes que han participado en el estudio Primera fue de 19 años. A partir de ahí, los pacientes referían sufrir unas cuatro crisis al mes, con una duración media de 20 horas. En un 70,6 por ciento de los casos, el dolor se centra sobre todo en uno de los lados de la cabeza, algo que es característico, que no específico, de las migrañas. La intensidad del dolor es tal que muchas veces motiva una visita a urgencias, y de hecho, cuatro de cada diez pacientes que participaron en el estudio referían haber acudido a urgencias en el último año y el 12 por ciento había tenido que hacerlo tres o más veces.
“El impacto de la migraña es particularmente importante en el momento de mayor exigencia personal y laboral de la vida; de hecho otros trabajos publicados ya hacían referencia hace unos años a que la mitad de los pacientes que llegaban a las consultas del neurólogo referían haber perdido, como media, un día de trabajo por migraña en el mes anterior, así como haber trabajado con dolor uno o dos días más, “con la consiguiente repercusión en su rendimiento laboral, claramente inferior al habitual”, explican los autores.
Pruebas innecesarias y déficit de formación
En lo que se refiere al abordaje médico de la migraña, los autores detectan varios problemas. En el plano terapéutico, la utilización de analgésicos simples es muy alta, a pesar de su habitual ineficacia en esta patología. Por el contrario la utilización de fármacos específicos es baja, y con frecuencia está restringida al especialista. Esto resulta aún más evidente en el caso de los tratamientos preventivos, que son “los grandes olvidados” a pesar de los beneficios tan ostensibles que pueden conllevar para muchos afectados.
En el plano diagnóstico los autores también evidencian una “carencia formativa franca” en tanto son muchos los pacientes que llegan al neurólogo con diagnósticos tan genéricos como “cefalea”, circunstancia llamativa en tanto el diagnóstico clínico de migraña no es, en principio, complicado para el médico. En la asistencia especializada, los autores también detectan algunas deficiencias como “una excesiva utilización de estudios complementarios, más en concreto los de neuroimagen, solicitados a casi la mitad de los pacientes del estudio”, algo que contrasta con las recomendaciones al respecto de las sociedades científicas.
Para Mateos, todos estos resultados deben inducir a la reflexión con el fin de mejorar el abordaje médico de esta patología. “Ser conscientes de la discapacidad que la migraña conlleva para quienes la padecen es el primer paso antes de decidir la opción terapéutica a recomendar a un paciente dado y, en ese sentido, optar por la utilización juiciosa del tratamiento sintomático y preventivo más acordes a las características y circunstancias de cada caso”. En la misma línea, señala que “siguen siendo precisas acciones de tipo formativo dirigidas a los profesionales, así como informativas para pacientes y población general en su conjunto, en especial para desterrar prácticas muy asentadas en nuestro medio como el autoconsumo de fármacos”.
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