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Viernes, 18 de noviembre de 2016   |  Número 86
TRIBUNA
por José Francisco Tomás, director ejecutivo Médico de Sanitas 
El ‘big data’ es la oportunidad de los pacientes para tomar las riendas de su salud y su bienestar
 
El big data ya está aquí. Y no viene a sustituir a las personas, sino a aportar evidencias, a ayudarnos a hacer que la medicina y la ciencia actúen de un modo más preciso para solventar los problemas de salud y bienestar de las personas que nos confían su salud. El dato siempre ha sido crítico en la ciencia médica y ahora lo que se abre es la posibilidad de obtener información de los millones de datos de salud disponibles con una tecnología de análisis que permite mejorar los resultados y que conocemos genéricamente como big data.

José Francisco Tomás, director ejecutivo Médico de Sanitas.

La introducción del big data en un entorno de transformación digital permite al paciente un mayor nivel de control de su salud, de modo que se convierte en un agente activo, responsable e informado: en el dueño de su salud. Además, el uso de los datos nos ofrece a las compañías dedicadas a la salud la oportunidad de construir modelos predictivos y preventivos que actúen antes de que la enfermedad se declare. El objetivo es mantener a las personas con la mejor salud posible.

De hecho, el sector salud ya está empleando de modo activo el big data para gestionar mejor sus recursos. Gracias al análisis del histórico de atención del que disponemos, podemos predecir en qué momentos del día vamos a tener más afluencia de pacientes y, por tanto, asignar más recursos para reducir al mínimo los tiempos de espera. Además, existen experiencias de hospitales, como el Hospital de Ontario, que ha implantado un sistema de monitorización en tiempo real de más de 1.250 lecturas por segundo en cada uno de los neonatos que tiene ingresados. De este modo está consiguiendo buenos resultados en la prevención de enfermedades muy graves, como la sepsis. Esto marca la diferencia de un modo claro: se evita el daño y se mantiene la buena salud. En Sanitas Mayores hemos desarrollado un sistema de análisis de los datos que recogemos cada día sobre nuestros residentes. Este sistema es capaz de predecir el riesgo de sufrir una caída, lo que nos permite tomar medidas preventivas personalizadas y evitar así el riesgo de fracturas, que son muy perjudiciales para nuestros pacientes.

Por otra parte, en el ámbito del diagnóstico por imagen estamos asistiendo a un enorme campo por explorar: el empleo de sistemas de computación que analizan los datos capturados en las pruebas permiten ofrecer diagnósticos más precisos, eliminando la posibilidad de un error humano. Estos sistemas no eliminan la participación del profesional. Al contrario, potencian su figura, ofreciéndole información más precisa para que el diagnóstico y el posterior tratamiento sea todo lo efectivo que pueda ser.

El big data ya está aquí y ha venido para quedarse. Ahora debemos trabajar para extraer todo su potencial. En el caso de España nuestro Sistema Nacional de Salud está trabajando ya en ello. En el ámbito de la medicina privada este sentido es preciso agradecer al Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS) el esfuerzo que está haciendo para que avancemos todos.

Una primera necesidad es mejorar nuestros datos, como los recogemos, archivamos y como los hacemos cada vez más accesibles para su análisis. En este sentido en un mundo ideal la interconectividad debería permitir colaboraciones en todas direcciones, público-privado, medicina primaria-medicina hospitalaria, experiencias de pacientes-tratamientos médicos, etc. Cuando solventemos este reto, deberemos afrontar la necesidad de crear soluciones centradas en el usuario, que recojan datos de manera pasiva sin exigir todo el esfuerzo de entrada de datos al paciente o al médico. Es clave que los pacientes vean el verdadero valor que el big data puede aportarles en la gestión de la enfermedad.

Por último, debemos asumir nuestra responsabilidad en la gestión de los datos. La salud es uno de los ámbitos más sensibles. Los datos de cada paciente le pertenecen a él o ella y tiene plena potestad para decidir qué se hace con ellos: desarrollo de tratamientos, mejora de diagnósticos, líneas de investigación en prevención…

En definitiva, soluciones que cubran sus necesidades, cumpliendo de modo exquisito con la legislación. E incluso yendo más allá: creo que cada compañía debería hacer una reflexión seria y responsable para decidir, desde un punto de vista ético, qué va a hacer y qué no los datos de sus clientes. Las leyes pueden ser difusas y suelen avanzar más despacio que la sociedad. Es razonable esperar que en un futuro cercano todos seamos conscientes de que, donando nuestros datos de salud podríamos llegar a salvar las mismas vidas o más que donando nuestros órganos. Con la implantación masiva del big data y de las modernas técnicas analíticas, los seres humanos podrán aprender a gestionar preventivamente su salud, se encontrarán tratamientos más eficaces para curar enfermedades hoy incurables y, en general, viviremos vidas más largas sanas y felices.

 

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