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Viernes, 16 de diciembre de 2016   |  Número 87
EL PULSO
EL CENTRO PERTENECE A QUIRÓNSALUD
El Hospital El Pilar aplica por primera vez en España la Pipac
Se trata de una técnica quirúrgica experimental para el tratamiento de la carcinomatosis peritoneal

Redacción. Madrid
El Hospital El Pilar del grupo Quirónsalud de Barcelona es el primer centro español que aplica la quimioterapia intraperitoneal con aerosoles presurizados o Pipac (del inglés pressurized intraperitoneal aerosol chemotherapy), una técnica experimental pionera que se utiliza para tratar pacientes de carcinomatosis peritoneal no operable. La quimioterapia intraperitoneal presurizada es capaz de reducir la masa tumoral convirtiendo los tumores irresecables (que no se pueden extraer mediante cirugía) en resecables. El equipo de médicos de El Pilar, dirigido por Juan José Torrent y François Quenet, dentro de una Unidad de Cirugía Oncológica, ha liderado el aterrizaje de esta técnica en nuestro país y ya se han llevado a cabo los primeros tratamientos con Pipac en pacientes afectados de carcinomatosis peritoneal.

El equipo de médicos de El Pilar ha liderado el aterrizaje de esta técnica.

La carcinomatosis peritoneal (PC) es un tipo de presentación cáncer que afecta a la cavidad peritoneal y que puede aparecer como tumor primario o como resultado de la metástasis de cánceres digestivos, urinarios y ginecológicos sembrando el peritoneo, por proximidad de tejidos, de nódulos cancerosos. El efecto de la quimioterapia aplicada de manera sistémica (intravenosa) en estos pacientes es limitado debido a la extensa superficie y la poca vascularización del área afectada. Además, eventualmente los tumores peritoneales recurrentes se vuelven resistentes a los quimioterápicos administrados sistémicamente.

Una de las alternativas a la vía de administración sistémica es la quimioterapia intraperitoneal (IPC), que consiste en la inyección líquida de fármacos quimioterápicos (como la combinación de doxorubicina y cisplatino) dentro del espacio intraperitoneal (intraabdominal) y que permite combatir directamente los nódulos malignos esparcidos por la cavidad. Otra opción de tratamiento similar a la IPC es la Hipec (del inglés Hyperthermic Intraperitoneal Chemotherapy), que consiste en la administración de quimioterápicos dentro de la cavidad intraperitoneal a altas temperaturas al acabar la cirugía con el objetivo de mejorar los niveles de absorción y reduir los efectos secundarios. Sin embargo, estas alternativas de tratamiento también presentan limitaciones a causa de las complicaciones y molestias que producen en los pacientes. En este escenario de necesidad evidente de nuevas metodologías es donde emerge la quimioterapia intraperitoneal con aerosoles presurizados (Pipac).

Las investigaciones que han precedido el nacimiento reciente de esta técnica se han llevado a cabo utilizando modelos preclínicos in vivo y ex vivo, y sus resultados positivos han motivado la puesta en marcha de más de cinco ensayos clínicos en todo el mundo. “Los primeros datos de estos estudios han revelado algunos de los beneficios que presenta la Pipac en comparación con la quimioterapia endovenosa. Una de las ventajas es que la terapia aplicada en forma de aerosoles se distribuye y se absorbe mejor que la misma terapia aplicada de forma intravenosa dentro de la cavidad abdominal. Así, los primeros ensayos con pacientes afectados de carcinomatosis peritoneal han demostrado que la Pipac es capaz de reducir la masa tumoral. Por otra parte, y como consecuencia de esta mejor dispersión y penetrabilidad de la Pipac, la dosis que recibe un paciente tratado con esta técnica puede llegar a ser diez veces menor que la de un paciente que recibe quimioterapia intraperitoneal en forma líquida y, en consecuencia, el paciente tiene muchos menos efectos secundarios”, explica Torrent, cirujano acreditado para la realización de esta técnica en España y especialista en ginecología oncológica del grupo Quirónsalud.

La reducción de la dosis evita los altos niveles de toxicidad renal, hepática y digestiva causados generalmente por las terapias sistémicas y intraperitoneales líquidas. Actualmente, la Pipac es un procedimiento paliativo, ya que sólo se aplica en pacientes que presentan tumores inoperables, y se repite cada 28-42 días. A pesar de la naturaleza paliativa de la terapia, las características ventajosas que presenta confluyen en una mejora de la calidad de vida del paciente y se traducen en una mayor supervivencia. "Aunque existen datos europeos y varios ensayos clínicos abiertos en los que ya colaboramos, queremos hacer un llamamiento a los hospitales públicos para que ofrezcan esta opción terapéutica en el contexto de un ensayo clínico. Quisiéramos poder ampliar la muestra de pacientes a los que ofrecer esta técnica, que ha demostrado ser segura, y poder ofrecer así una opción terapéutica sin precedentes en este tipo de tumor de tan mal pronóstico”, afirma Torrent.

La Pipac es una técnica laparoscópica, recientemente desarrollada por médicos alemanes y franceses, a través de la cual se introducen fármacos quimioterápicos en la cavidad abdominal en forma vaporizada. Previamente a la vaporización, se monitoriza la cavidad mediante un sistema de control por imagen y se determina el índice de carcinomatosis peritoneal según el número, el tamaño y la distribución de los implantes tumorales que se observen. Seguidamente, y a través de un inyector y una cánula, se nebulizan los fármacos. El aumento de presión propio de la laparoscopia permite una mejor distribución y penetrabilidad de los fármacos en los nódulos tumorales.

Cada una de las intervenciones quirúrgicas requeridas durante la administración repetida de la PIPAC facilita asimismo la recogida de biopsias peritoneales. La tarea de monitorización de la respuesta del tumor a la terapia y su evolución, que normalmente se hace mediante pruebas de tomografía axial computerizada (TAC), se lleva a cabo con más frecuencia y de un modo que proporciona resultados más precisos.

Hasta día de hoy, la aplicación de la Pipac ha resultado ser segura y efectiva en mujeres con cáncer de ovario recurrente resistente al cisplatino. “Esta nueva técnica aparece en la batalla contra el cáncer de ovario y amplía el abanico de herramientas para combatirlo, junto con la cirugía, la quimioterapia sistémica, la quimioterapia intraperitoneal y la HIPEC. Pero no debemos olvidar que el impacto más grande en cuanto a la mejora del pronóstico y la calidad de vida de los pacientes con carcinomatosis peritoneal, más que la aparición de nuevos fármacos o de nuevas técnicas, es que sean tratados por profesionales formados en esta patología”, subraya Torrent, quien colabora en ello de forma periódica, realizando intervenciones en Barcelona, Montpellier y Toulouse.

 

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