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Viernes, 21 de diciembre de 2012   |  Número 43
EL PULSO
EN CANARIAS HAY 40.000 PERSONAS AFECTADAS
El Hospital La Colina pone en marcha una unidad para el estudio del sueño
La apnea del sueño multiplica la posibilidad de sufrir un infarto cardíaco o cerebral, al tiempo que provoca cefaleas y cansancio crónico

Redacción. Santa Cruz de Tenerife
Cuando una persona se pasa la noche luchando por respirar se levanta cansada, sufre cefaleas y cansancio crónico; pero, además, tiene más probabilidades de sufrir un infarto cardíaco o cerebral. De ahí la importancia de diagnosticar las apneas del sueño o trastornos del sueño, una patología cuya prevalencia real se desconoce pero que se estima en torno al cuatro por ciento. “En Canarias hay unas 40.000 personas afectadas, pero actualmente sólo 4.000 están en tratamiento”, asegura la neumóloga del Hospital La Colina, Purificación Ramírez, quien además señala que “si se tiene en cuenta la relación de esta enfermedad con la obesidad y que Canarias es la comunidad autónoma con mayor prevalencia de obesidad, es posible que en nuestro medio el número de personas sin diagnosticar sea superior”.

Unidad de Sueño del Hospital La Colina.

Para llevar a cabo las pruebas necesarias que permiten confirmar o descartar la presencia de esta patología, el Hospital La Colina, perteneciente al Grupo Hospitalario Quirón, ha puesto en marcha una Unidad del Sueño en la que se realizan poligrafías y polisomnografías. La primera incluye el registro del flujo de aire, la saturación de oxígeno, la frecuencia cardíaca, los ronquidos y los movimientos torácicos y abdominales; mientras que la segunda, además de éstos, permite el estudio de las ondas cerebrales y de los movimientos de las piernas durante el sueño.

La responsable de la Unidad del Sueño de La Colina la doctora Purificación Ramírez explica que una persona hace una apnea porque se colapsa su vía aérea, lo que impide la respiración y, por lo tanto, la entrada de oxígeno. Cuando el cerebro detecta este problema provoca un pequeño despertar (consciente o no) lo que produce a su vez una descarga de adrenalina que genera estrés cardíaco. “A la larga, esta situación ocasiona hipertensión arterial; así como la nicturia, es decir, la necesidad de orinar muchas veces durante la noche. Además, al imposibilitar que el sueño sea reparador, provoca una excesiva somnolencia diurna,  multiplica las probabilidades de tener depresión e, incluso se puede llegar a confundir con una demencia; ya que si el cerebro no descansa por la noche, no funciona adecuadamente”, indica la neumóloga.

“Esta patología -subraya la doctora Ramírez¬- es un factor de riesgo cardiovascular y entre sus consecuencias más importantes está el mayor riesgo de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular (ACV); así como excesiva somnolencia diurna, lo que puede dar lugar a accidentes de tráfico por quedarse dormido al volante”.

Informa de que los especialistas recomiendan este tipo de estudios a personas que durante la noche roncan y tienen pausas de apnea (es decir, dejan de respirar); también a aquellos que se despiertan con falta de aire o que van mucho al baño por las noches (nicturia). También vienen remitidos desde las consultas Nefrología por hipertensión arterial que no responde a tratamiento o desde el neurólogo en el estudio de algunas cefaleas.

Asimismo, hace hincapié en que el ronquido no es un problema en sí mismo, pues lo importante son las pausas de apneas. Lo habitual es que la persona que lo padece no sea consciente de ello, sólo nota el cansancio del día siguiente y su facilidad para quedarse dormido durante el día; por ello lo más común es que alguien cercano le llame la atención sobre esas pausas en la respiración que tiene mientras duerme.

La Dra. Ramírez señala que la excesiva somnolencia diurna puede tener otras causas de tipo neurológico como el síndrome de las piernas inquietas y los movimientos periódicos de las piernas (sensación de hormigueo o calambre que impiden que se pueda dejar de mover las piernas), así como la narcolepsia y los insomnios.

Tratamiento

“Todo el mundo tiene apneas durante la noche, el problema no es tenerlas o no, sino cuántas se tienen”, destaca la especialista, para luego precisar que los casos severos son aquellos en que se producen más de 30 apneas en una hora y, por supuesto, requieren un tratamiento específico. Lo primero es tener una buena higiene del sueño, es decir, hay que ser ordenado a la hora de acostarse, evitar las  cenas copiosas, el alcohol y la medicación sedante. Dormir de lado es mejor que boca arriba, porque esta postura dificulta la respiración. Además, como la mayor parte de los pacientes son obesos, una de las primeras y más importante indicaciones que hacen los especialistas es perder peso. “El peso y el pulmón no se llevan nada bien”, subraya la doctora Ramírez.

En los casos más severos el tratamiento consiste en utilizar una máquina denominada CPAP: un aparato que se enchufa a la red eléctrica con un tubo de plástico que se conecta a una mascarilla que, normalmente, sólo cubre la nariz. Este dispositivo aplica una presión positiva de aire en el interior de las vías respiratorias que las mantiene abiertas para permitir que el paciente tenga una respiración normal mientras duerme. De esta forma pueden recuperar la arquitectura del sueño y con ello mejorar su calidad de vida.

 

 

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