Martes, 25 de octubre de 2022   |  Número 151
Entre el 40-65% de los escolares con obesidad serán adultos con esta patología
Junto a la obesidad, la talla baja y la diabetes son los motivos de consulta más frecuentes en Endocrinología Pediátrica
II Curso de Endocrinología Pediátrica.

Entre el 40-65% de los escolares españoles con obesidad seguirán teniendo obesidad en la edad adulta. Un dato sobre el que han llamado la atención los expertos reunidos en el II Curso de Endocrinología Pediátrica, organizado por Novo Nordisk, con el aval de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP).

La obesidad infantil es una pandemia silenciosa y como incide la doctora Isabel González, coordinadora del curso y especialista en Endocrinología Pediátrica en el Hospital Universitario La Paz (Madrid), “debería ser considerada la enfermedad crónica más prevalente. Y para frenar su crecimiento, lo primero que hace falta es una concienciación social de enfermedad, tanto por los padres, la sociedad, como a nivel político. La obesidad se tiene que contemplar como una enfermedad multifactorial, compleja y heterogénea. Es un verdadero problema de salud pública, con gran repercusión también económica”.

Además, como explica esta experta, tiene importantes connotaciones patológicas: “la obesidad infanto-juvenil conlleva un riesgo elevado de síndrome metabólico. Esto implica, si no se controla a tiempo, mayor morbi-mortalidad en la edad adulta (enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 o cáncer, entre otras enfermedades). Por tanto, si controlamos la obesidad desde pequeños y evitamos los factores de riesgo metabólico, estaremos también controlando las enfermedades del adulto. Aunque existe una “huella metabólica” de la enfermedad, por lo que lo ideal sería la prevención de la obesidad y la intervención temprana”.

En la mayoría de los niños y adolescentes la obesidad está condicionada por múltiples factores entre los que destacan los factores ambientales, la falta de ejercicio y una alimentación no adecuada. “La ventaja que tenemos en los niños es que si conseguimos instaurar unos hábitos de vida saludables vamos a evitar que se convierta en un adulto con obesidad. A esto hay que unir que ya disponemos de fármacos para tratar la obesidad en los adolescentes, lo que favorece el tratamiento de esta patología, como complemento a la dieta y el ejercicio. En definitiva, se trata de llevar a cabo un enfoque multidisciplinar y un abordaje integral de los niños y adolescentes con obesidad. Y para ello, es necesario tener más apoyo institucional sanitario y la creación de centros de referencia y unidades multidisciplinares”, explica la doctora González.

Pero junto a la obesidad, la talla baja y la diabetes son las patologías que acaparan el mayor número de consultas en Endocrinología Pediátrica. En palabras de la doctora Marta Ferrer, coordinadora del curso y médico adjunto de la unidad de Endocrinología y Diabetes del Hospital Infantil Miguel Servet (Zaragoza), “en los tres campos se están produciendo grandes avances y novedades. Es imprescindible la formación y la actualización constante, así como la interacción entre profesionales senior, con amplia experiencia, y los más jóvenes”.

Diabetes tipo 1: la importancia del control glucémico

Como señala la doctora Ferrer, “la diabetes tipo 1 es una patología crónica que, como tal, requiere tratamiento de por vida”. Y, a día de hoy, según esta experta, apenas un 30% de los pacientes en edad pediátrica alcanza los objetivos de control glucémico. Por eso, asegura que, “el principal reto es aumentar el porcentaje de niños con diabetes tipo 1 que cumplen objetivos de buen control metabólico y mejorar su calidad de vida”.

Y una de las principales causas de esta falta de control glucémico es el no cumplimiento del tratamiento prescrito. “Una falta de adherencia que se debe, sobre todo, a la omisión de dosis de insulina, tanto de bolos como basal. También es frecuente un ajuste inadecuado de la dosis a la ingesta de hidratos. En general, las transgresiones dietéticas y la omisión de bolos prandiales son frecuentes en adolescentes”, comenta la doctora Ferrer.

En este sentido, para mejorar la adherencia terapéutica, la doctora Ferrer pone de relieve la importancia de la educación diabetológica, “sin ella cualquier avance en el tratamiento no conseguirá los resultados deseados”. “Asimismo”, continúa, “la monitorización continua de glucemia ha contribuido a mejorar la adherencia, así como las plumas inteligentes con recordatorio de dosis administradas. La evidencia científica constata que los pacientes mejor controlados, además de presentar menores tasas de complicaciones agudas y crónicas, tienen mayor supervivencia y mejor calidad de vida”.

Talla baja: presente y futuro

En lo que respecta a la talla baja, el doctor Diego Yeste, coordinador del curso y jefe del Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona), afirma que, “la orientación diagnóstica de un paciente con talla baja es todavía un proceso difícil y muy complejo. De la información obtenida en una evaluación inicial deberíamos establecer si el hipocrecimiento es de inicio prenatal o postnatal, si es armónico o disarmónico y si presenta rasgos dismórficos o fenotipos sugestivos que nos hagan sospechar un síndrome genético asociado a talla baja. De este modo, podremos indicar las exploraciones complementarias más adecuadas para confirmar nuestro diagnóstico de sospecha”.

Y para que no ocurran retrasos en este primer diagnóstico, “los pediatras de asistencia primaria tienen una gran responsabilidad en garantizar que el ritmo, la progresión del crecimiento y la maduración biológica del niño es el adecuado. Ha de hacerse una evaluación auxológica periódica que garantice que su patrón de crecimiento se adecúa a sus expectativas genéticas y asimismo permita detectar lo antes posible sus anomalías. Para ello, hay que utilizar patrones de crecimiento de normalidad actualizados y que reflejen la aceleración secular de la talla que se ha producido en nuestras poblaciones en las últimas décadas”.

En cualquier caso, se están produciendo importantes avances en el diagnóstico molecular de los trastornos del crecimiento. “Se está profundizando enormemente en la compleja regulación genética del cartílago de crecimiento y se están identificando nuevos genes y fenotipos de talla baja que, previamente, se incluían en el amplio grupo de la talla baja idiopática”, indica el doctor.

De cara al futuro, el doctor Yeste afirma que, “la próxima introducción de la hormona de crecimiento (GH) de larga acción va a suponer una indudable mejora en la adherencia al tratamiento de los pacientes y también va a repercutir de forma positiva en su calidad de vida”. Por último, quiere dejar claro que, “estudios de farmacovigilancia a muy largo plazo han puesto de manifiesto que la indicación del tratamiento con GH para los pacientes pediátricos es segura y que no incrementa el riesgo cardiovascular, metabólico o de desarrollar una neoplasia”.

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