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Viernes, 11 de abril de 2014   |  Número 58
tribuna
MARTA SAUS, GERENTE DEL GRUPO MÉDICO ERESA
Hay que medir, con los mismos criterios, la eficiencia en la prestación de servicios sanitarios
 
Existe una clásica tendencia, muy arraigada en nuestro país y que tiende a reflorecer por momentos, que es la ‘doble vara de medir’ las cosas. En la prestación de servicios sanitarios, este doble rasero se aplica casi de forma sistemática cuando se alude a lo público y a lo privado.

En el caso de la prestación de servicios sanitarios, se tiende a identificar como dogma que todo lo público es ‘bueno’ y lo privado ‘malo’, o lo que es lo mismo, que cuando la atención sanitaria es pública resulta más eficaz y barata mientras que cuando el que ofrece los servicios es una entidad privada siempre hay intereses ocultos y malintencionados que solo tienen como fin ganar dinero.

Marta Saus, gerente del Grupo Médico Eresa.

Esta es una categorización que, a fuerza de reiterarse y propagarse, está llegando ya a límites insospechados. En países que destacan por su desarrollo social, económico y sanitario ha sido ampliamente superada esta dicotomía infructuosa. El resultado: se ha conseguido la armonización de lo privado y lo público, una convivencia lógica y deseable que facilita una atención más racional, eficaz y óptima de las demandas sanitarias de los ciudadanos.

Por eso, resulta indispensable acabar con este enfrentamiento y aparente antagonismo entre los público y lo privado, así como denunciar la ‘mala prensa’ de la sanidad privada, más aún en un momento en el que lejos de ser una amenaza para la sostenibilidad del sistema sanitario español y la calidad de los servicios es un elemento clave para garantizar la mejor atención posible.
¿Y cómo se invierte esta tendencia? Aunque no existen fórmulas mágicas, es evidente que la información rigurosa y transparente es esencial. El deber de las autoridades sanitarias es identificar las luces y las sombras que se extienden tanto en el ámbito de lo público como de lo privado. La solución es sencilla y lógica: hay que aplicar criterios de evaluación comunes para la sanidad pública y privada, con idénticos coeficientes y ratios. Hay que abandonar ya ese doble rasero y medir la eficacia de cada opción, puesto que el fin en ambos casos es el mismo (asegurar la mejor atención del paciente) y el coste también termina recayendo en los mismos (los ciudadanos).

Ni el momento económico que vive el país ni el enconado debate que se quiere potenciar artificialmente entre lo público y lo privado permite más dilaciones. Todos queremos lo mejor para el paciente, y el paciente quiere que se atiendan sus necesidades sanitarias de la forma más eficaz y eficiente posible, y esto muchas veces no se puede alcanzar en la sanidad pública y se logra con la intervención de empresas que son apolíticas, honestas y tienen una amplia y exitosa trayectoria en colaborar con las instituciones sanitarias públicas.

Desde Eresa, que lleva más de 40 años apostando por la investigación e innovación, defendemos una sanidad gratuita, universal y flexible, que facilite la misma accesibilidad a todos los recursos independientemente de dónde se viva en España. Queremos que la gestión pública de los recursos sanitarios se realice de la mejor forma posible y, por lo tanto, que la prestación de ese servicio la haga quien sea mejor, esté más capacitado y acreditado, y sea más competente.

Lo importante y urgente ahora es diseñar y aplicar protocolos y criterios de evaluación que permitan identificar realmente quién lo está haciendo bien y quién no. De ello se beneficiará toda la sociedad.

 

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