La pandemia ha obligado a la asistencia sanitaria a reforzar, entre otras cosas, sus esfuerzos en humanización. En determinado momento los profesionales, especialmente en el entorno hospitalario, se convirtieron, de hecho, en la única referencia no solo de cuidado, sino también de acompañamiento y apoyo con que contaban los pacientes frente a la soledad y la incertidumbre que generaban la enfermedad y la obligada ausencia de las familias.

Más allá de la circunstancia, lo cierto es que en humanización se venían ya produciendo avances sustantivos para atender y tratar al paciente desde una perspectiva integral, cubriendo sus necesidades no solo físicas sino también emocionales.

Gracias a las iniciativas incardinadas en el proyecto HELP (Humanizando la Enfermedad escuchando y Liderando con el Paciente) desde las clínicas IMQ, el compromiso con la humanización viene siendo intenso y sostenido, conscientes de su importancia y resultados. Durante la pandemia ese esfuerzo se ha agudizado, destacando nuestro modelo integral de atención en la UCI, que contempla más de 400 estándares de humanización que van desde lo estructural hasta lo técnico y donde, además de la seguridad, la personalización en la atención se ha demostrado clave en la recuperación y alta de los pacientes.

En el caso de la Pediatría se habilitó un área de admisión independiente con circuitos limpios-sucios conforme a los protocolos y salvaguardando un entorno “animado”, adaptado a los niños, en la Urgencia.
Importante también la humanización en el proceso del parto. Además de propiciar la interacción del recién nacido con sus progenitores, el contacto piel con piel y la lactancia materna, se adecuó el formato “virtual” y la visita prenatal para evitar desplazamientos, disminuyendo así los riesgos asociados al contagio.

Pese a la pandemia, se ha seguido también avanzando en el pionero proyecto ONKOEXP, que persigue mejorar la experiencia de los pacientes oncológicos durante el tratamiento. Se aplica, además, el proyecto Nanotectura, reconocido con el Premio de Comunicación en el I Congreso Internacional de Humanización, y hemos incorporado recientemente “La campana de la vida”, iniciativa que nos permite celebrar el final de cada tratamiento, haciendo extensiva la alegría y esperanza a las personas que están aún en el proceso.

Desde la Comisión de Cuidados al final de la vida se aplica igualmente, un protocolo que garantizó que los familiares de los pacientes COVID en situación crítica pudieran acompañar y despedirse cuando ya otra opción no era posible, como parte necesaria en la gestión del duelo.

Un duelo, sin duda especialmente difícil, lo constituye también el perinatal para el que, en caso de producirse, estamos trabajando el Proyecto Tximeleta a fin de contar con un protocolo que ayude tanto a la familia, como a los profesionales a afrontar una situación complicada y que engloba aspectos como la información, el proceso de ingreso y despedida, la gestión del duelo intrahospitalario y extrahospitalario o el papeleo administrativo.

Estamos, por otro lado, participando en el proyecto colaborativo Osasunberri donde tecnología y salud van de la mano, innovando, entre otros, en los aspectos de Humanización. En nuestro caso para la integración en la app de información personalizada y mediante el proyecto de habitaciones inteligentes, que tiene en cuenta las necesidades de seguridad clínica y de confort de los pacientes…. sumándose ello a otras líneas que tenemos ya desplegadas o contemplamos a futuro. ¿El objetivo? Hacer que el paciente se sienta atendido y cuidado en todos los aspectos.