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Viernes, 23 de octubre de 2015   |  Número 74
EDITORIAL
 
La calidad, punto equidistante de encuentro
 
Como bien dicen los expertos en materia de calidad asistencial, esta no entiende de titularidades, ni de apellidos, ni de intereses. La calidad es uniforme, equidistante para unos y otros, se mide por los mismos parámetros y con los mismos estándares normalizados y acreditados, tanto nacional como internacionalmente hablando.

La calidad, como se ha dicho tantas veces, se puede comparar a una larga senda, escarpada, agreste, compleja, cargada de dificultades, pero con un acicate y aliciente al final: el sentir que se están haciendo las cosas bien, de la mejor forma posible, en base al conocimiento existente, al esfuerzo de todos y siempre en beneficio del paciente y de su entorno.

Este paciente, que hasta hace unos años venía de ser un paciente pasivo, complaciente y se podría decir que “obediente” a todo aquello que le imponía su médico, se ha ido transformando poco a poco en una persona con información, en posesión de cada vez más datos sobre su propia enfermedad que hace que pueda sentirse corresponsable de la gestión de su propia salud. Hemos abierto la puerta y estamos inmersos en una era fascinante: la de la información, la comunicación y el conocimiento a ultranza.

La tecnología, sin duda, ha hecho posible este paso de gigante. Hemos pasado por un mar truculento, cargado de barreras y resistencias sustentadas en antiguas formas de hacer las cosas, y estamos llegando a territorios todavía inexplorados, donde el derecho a la información por parte del paciente y a utilizar sus datos clínicos como mejor le convenga y parezca, en el entorno que desee y con el profesional sanitario que elija han de ser una constante.

No puede haber calidad sin aferrarse a la idea de procurar por un paciente informado y formado. Un paciente que pueda tener a su alcance su historia clínica, sus pruebas diagnósticas, sus constantes, sus propias monitorizaciones alcanzadas mediante nuevas herramientas electrónicas y su seguimiento terapéutico, sus vicisitudes de salud, en definitiva; todo ello integrado de forma comprensible y al alcance de su mano.

Este corolario de datos obtenidos en diferentes entornos asistenciales, pero integrados, securizados adecuadamente, armonizados y accesibles es lo que conforma la sanidad del futuro sin duda.

Hoy vivimos tan solo en la antesala de esta gran revolución industrial basada en el conocimiento. Pero este árbol, a pesar de ser muy importante, no nos puede impedir ver el bosque. No podemos dejar atrás la importancia que tiene la publicación periódica de los resultados de salud alcanzados en base a la dotación tecnológica e innovadora que cada cual deberá aportar en aras a la claridad y transparencia de la que tanto se predica y presume.

Con todo y con ello es como un paciente realmente informado será capaz de corresponsabilizarse de la gestión de su propia salud y se situará de verdad en el centro del sistema, donde toda la asistencia quedará integrada y girará en torno a él y no al revés.

La calidad es un poliedro con diferentes facetas a tener en cuenta, unas relativas a la estructura (dotación, recursos instalados de todo tipo y condición, capital humano, infraestructuras, etc…) y otras atañen a los procedimientos y procesos establecidos y aplicados en cada entorno y momento, y por demás queda, que los resultados de salud son fundamentales y conforman la pieza clave: la piedra angular de cualquier sistema que se precie como ya se ha puesto de manifiesto en estas mismas líneas.

Mediciones en sus diversas formas y formatos, normas, acreditaciones, reconocimientos, de índole pública o privada, hay abundantes, de todos conocidas, así las diferentes normas ISO, el modelo EFQM, la certificación Joint Comission, la acreditación SEP o la propia norma Canadiense entre otras, conforman todo un abanico de posibilidades para acreditar o certificar, según el caso que una organización cumple con una serie de estándares e indicadores.

En la senda de la calidad no solo es importante el ámbito o el rango, sino también el tiempo con el que una institución está comprometida con este entorno tan complejo y a la vez gratificante, puesto que de él se derivan resultados y seguridad, dos caras de una misma moneda siempre en manos del paciente.

Fruto de todos estos esfuerzos ha surgido recientemente la acreditación QH (Quality Healthcare), un reconocimiento que tiene a gala ser gratuito para todos, universal (puesto que es aplicable tanto a entornos públicos como a privados), que ha conseguido unir bajo el paraguas de un indicador sintético de calidad a 69 atributos que son reflejo de los procedimientos de certificación y acreditación más relevantes y demandados en Sanidad. Por lo tanto, podríamos afirmar que la QH de IDIS que no compite con ninguno de ellos, no podría existir si tampoco existiera el resto de procedimientos en sus diferentes formas y formatos y que compendia la propia acreditación QH.

En estos días, en IDIS, y relacionado con este tema hemos vivido dos momentos muy importantes y de especial significado, por un lado la presentación de nuestra acreditación QH en la 32 Conferencia Internacional de Calidad –ISQua– celebrada en Doha ante un nutrido elenco de expertos en materia de calidad asistencial de todo el mundo. Y, por otro lado, la presencia renovada también de QH en el Congreso de la Sociedad Española de Calidad Asistencial celebrado recientemente en Gijón, donde por segundo año consecutivo QH ha tenido un lugar preeminente ante una audiencia altamente especializada y distinguida en esta materia.

Hasta hoy, son ya 37 las organizaciones asistenciales sanitarias, públicas y privadas que han merecido ser acreedoras de este reconocimiento; 37 instituciones con una reconocida trayectoria en materia de calidad certificada. A ellas, y en una segunda edición extraordinaria, se unirán nuevos centros que sin duda extenderán sus buenas prácticas por doquier y serán fuente y ejemplo para que nuevas voluntades se unan a esta marcha imparable de promoción y proyección de la calidad asistencial y de los resultados que procura. La acreditación QH de IDIS es un elemento clave que trata de impulsar una sanidad excelente en todos los órdenes y sentidos para todos los ciudadanos, todo ello, desde nuestro país, desde España, que es fuente indiscutible de innovación, calidad, compromiso, emprendimiento, fiabilidad y resultados en todos los sentidos, órdenes y ámbitos.

 

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