Redacción. Madrid
La frecuencia de la fibromialgia se sitúa en torno al 2-3 por ciento de la población. Existe un claro predominio en mujeres (proporción de 7 a 1, es decir, el 85 por ciento) y la edad de aparición más frecuente se encuentra entre los 30 y 50 años, aunque se han descrito casos en todas las edades. En Euskadi la prevalencia estimada es del 2,3 por ciento, lo que supone que existen más de 48.000 personas afectadas de fibromialgia en nuestro entorno.
La fibromialgia es una enfermedad crónica que se caracteriza por dolores musculares generalizados de más de tres meses de duración.
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Estos datos han sido ofrecidos por la Unidad de Dolor Crónico y Fibromialgia de AMSA, centro especializado en Psiquiatría y Psicología de Grupo IMQ, de la mano de Josune Martín Corral, psicóloga de este centro. Desde 1992, la Organización Mundial de la Salud considera la fibromialgia como un diagnóstico diferenciado, quedando reconocida como enfermedad.
La fibromialgia es una enfermedad crónica que se caracteriza por dolores musculares generalizados de más de tres meses de duración y que tiene una serie de puntos dolorosos distribuidos por todo el cuerpo, estando definidos los criterios diagnósticos por la Asociación Americana de Reumatología desde el año 1990. La enfermedad afecta a las esferas biológica, psicológica y social del paciente y es un problema importante de salud por su prevalencia, morbilidad y elevado consumo de recursos sanitarios.
Según describe la especialista de IMQ, además de este dolor difuso y de la fatiga, que son los síntomas centrales en la vida de los pacientes, esta patología se asocia también con otro tipo de sintomatología. “Se produce un sueño no reparador, fatiga, cefalea, hormigueo en manos y pies, cansancio, sensación de inflamación en las articulaciones, dificultad para recordar palabras y nombres, intolerancia al frío, colon irritable, sensibilidad a los cambios de temperatura o alteraciones psicológicas como sintomatología ansiosa y depresiva”.
Asimismo, Martín Corral subraya que “en la actualidad no se conoce la causa de esta enfermedad ni existe un tratamiento eficaz para ella y toda esta sintomatología puede provocar efectos realmente devastadores tanto a nivel psicológico como profesional, social e incluso familiar”.
Difícil diagnóstico
La experta de IMQ hace hincapié en que la “fibromialgia se caracteriza por la ambigüedad en el diagnóstico, la incertidumbre en la comprensión de su fisiopatología y las dificultades de los médicos para abordarla globalmente”. “En la mayoría de las personas, desde que comienzan con sintomatología hasta que finalmente son diagnosticadas, transcurren varios años. En este tiempo, sufren una “peregrinación”, como ellos la llaman, por diferentes especialistas y servicios médicos: neurología, psiquiatría, reumatología, unidad del dolor, medicina interna…, hasta que finalmente les diagnostican la enfermedad y les comunican el diagnóstico”, señala la psicóloga de la Unidad de Dolor Crónico y Fibromialgia de AMSA-Grupo IMQ.
“La vida de un paciente con fibromialgia cambia ante el escepticismo, en muchas ocasiones, de quienes le rodean. Su familia no entiende que unos días pueda hacer unas tareas que otros le resulta imposibles; sus compañeros de trabajo no entienden que “con el aspecto tan bueno que tiene tu cara” sean reales los dolores que dice tener; sus amigos no comprenden que habiendo quedado para cenar hace dos semanas, llame media hora antes de la cita para anularla porque tiene una crisis de dolor; y su médico, que le dice que “tiene que” acostumbrarse a vivir con el dolor y los demás síntomas, todavía no le ha descubierto cómo se hace eso”, señala.
Tratamiento
La especialista de IMQ subraya que “el tratamiento de la fibromialgia es en la actualidad un reto para los profesionales sanitarios que trabajan con pacientes con esta patología. La evidencia de la investigación sobre los tratamientos en fibromialgia y la evidencia clínica coinciden en que el tratamiento farmacológico solo no debería ser el único enfoque terapéutico, sino que un enfoque integrativo, biopsicosocial que incluyera estrategias farmacológicas y no farmacológicas parece que puede proporcionar alguna mejora notable”.
Éste es el tipo de tratamiento que se ofrece en la Unidad de Dolor Crónico y Fibromialgia de AMSA a los pacientes con fibromialgia: un tratamiento multidisciplinar grupal con la participación de psicólogos, psiquiatras y fisioterapeutas.
“Hay una fuerte evidencia de que las terapias psicológicas y en especial la cognitivo conductual es efectiva en fibromialgia. Por ejemplo, en nuestra intervención psicológica, uno de los aspectos que trabajamos es el asumir que uno no puede con todo y no puede realizar las mismas actividades de la misma manera que cuando no tenía fibromialgia. Con este tipo de enfoque se apuesta por aprender a vivir con la enfermedad, lo que va unido a aceptar el dolor crónico y el resto de sintomatología abandonando la ilusión de que un médico o un fármaco milagroso van a curar la dolencia, expectativa con la que muchas veces vienen los pacientes a nuestra Unidad”, afirma la especialista de IMQ.
Los pacientes con fibromialgia hacen uso de terapias complementarias y alternativas, que abarcan desde los suplementos nutricionales y dietéticos hasta la acupuntura, y teniendo en cuenta la heterogeneidad de terapias alternativas que utilizan, la experta de IMQ concluye que “son pocos los estudios metodológicamente bien realizados que proporcionan información fiable sobre su efectividad. A pesar de ello, en muchos pacientes que se encuentran en tratamiento en la Unidad de AMSA-IMQ se observa una mejoría que les permite enfrentar con menos sufrimiento las tareas de la vida cotidiana”.
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