La difícil situación económica que estamos viviendo hace ya unos años ha tenido un impacto muy importante en la evolución de nuestro Sistema Nacional de Salud.  Pero la economía no es el único factor que nos ha llevado a esta situación. En España, como en la mayoría de los países de la OCDE, el gasto sanitario ha estado creciendo en los últimos veinte años por encima del crecimiento de la economía.

Esto ha sido muy positivo porque ha contribuido al crecimiento generalizado de nuestra esperanza de vida en estos países, pero al mismo tiempo ha colocado a estos sistemas sanitarios en el límite de sus sostenibilidad; y en países como el nuestro, al combinarse con la crisis económica, ha acelerado brutalmente la necesidad de un cambio profundo en el mismo.

Esta necesidad de cambio es tan urgente que cualquier retraso tiene que ser compensado con recortes en la accesibilidad y la calidad del mismo.

No podemos seguir debatiendo las medidas a tomar, tenemos la urgente obligación de tomar decisiones y dejar de darle vueltas a un diagnóstico del problema que está establecido con mayor o menor precisión desde hace más de veinte años.

También nosotros, la industria de Tecnología Sanitaria, tenemos que replantearnos la estrategia seguida los últimos años y contribuir decididamente a la solución que el sistema requiere.

El sistema necesita un cambio estratégico profundo y todos los agentes que participamos en el mismo coincidimos que debe girar en torno a dar una mayor responsabilidad al individuo en la gestión de su propia salud (educación, hábitos de vida, etc.) y colocarle en el centro del sistema (prevención, anticipación, gestión de crónicos, etc.).

Este cambio estratégico es necesario y urgente, pero sus resultados no los veremos hasta pasados unos años, por lo tanto se impone buscar otras soluciones que sean efectivas en el corto y medio plazo y estas soluciones no pueden ser otras que aquéllas que permitan ganar eficiencia al sistema, es decir, poder hacer MÁS y MEJOR con MENOS.

Y hacer más no significa hacer más actividad sobre la misma población, hacer más significa concentrar la actividad compleja en aquellos centros de referencia para conseguir el equilibrio capacidad/actividad que es claramente una de las asignaturas pendientes de nuestro sistema (tanto en su versión pública como privada) y que sin duda contribuirá a ganar en calidad.

Todos los agentes son necesarios para este cambio estratégico, pero sin ninguna duda la Innovación Tecnológica tiene un papel fundamental en el mismo.

Si queremos ser parte de la solución debemos ampliar nuestro foco no sólo para cubrir la innovación tecnológica que permita continuar mejorando los resultados en salud del sistema, debemos enfocarnos también en generar la innovación tecnológica necesaria para facilitar la eficiencia del sistema y contribuir a la prevención y a la gestión del paciente crónico.

Y con toda seguridad la Sanidad Privada debe ser el entorno que más rápidamente se mueva con la Innovación Tecnológica a este nuevo escenario, porque cuenta con los recursos y la visión para ello y no encuentra las barreras organizativas y administrativas que desgraciadamente impiden a la Sanidad Pública reaccionar con la misma rapidez.

Pero desde luego si hay algo que en mi opinión no podemos seguir manteniendo en este escenario de penuria económica es una sanidad pública y una sanidad privada que por distintas razones, muchas de ellas demagógicas y sin fundamento, siguen sin encontrar un modelo de colaboración que es lo que la sociedad necesita.