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Viernes, 19 de febrero de 2016   |  Número 78
EDITORIAL
 
La necesaria colaboración en nuestro sistema sanitario
 

El sector sanitario privado juega un papel relevante en las acciones llevadas a cabo para garantizar la sostenibilidad y el acceso al sistema sanitario, cooperando con el público a través de diferentes mecanismos de participación.

Entre las herramientas de colaboración más frecuentes entre la sanidad pública y privada se encuentran los conciertos, representados fundamentalmente en acuerdos para la realización de pruebas y procedimientos diagnósticos y terapéuticos; conciertos para determinadas prestaciones sanitarias como terapias respiratorias, hemodiálisis, etc.; y conciertos singulares.

Por su parte, el mutualismo administrativo representa un modelo que favorece el equilibrio entre el sistema sanitario público y privado y que reduce la presión de la demanda de pacientes en el sistema público. Asimismo, protege aproximadamente a 2 millones de mutualistas y permite mantener la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud con un gasto per cápita menor.

Y por último, y no por ello menos importantes las concesiones administrativas que incluyen la gestión de servicios sanitarios. En los últimos años, este modelo de colaboración ha experimentado un importante crecimiento, existiendo en la actualidad nueve hospitales operativos bajo esta fórmula de colaboración que se ubican en la Comunidad Valenciana y Madrid.

En este sentido, hay otros modelos que pueden ayudar a formar un sistema sanitario desarrollado -integrado como dice nuestra institución- y en el que se cuenta con la sanidad privada para alcanzar ese objetivo de ser cada vez más eficientes. De hecho, en estos momentos estamos explorando nuevas fórmulas y proyectos relacionados con la implantación y uso de nuevas tecnologías, así como la extensión del modelo de mutualismo administrativo a otros colectivos de funcionarios en las administraciones locales y autonómicas dadas las bondades del mismo, los resultados que ofrece, la satisfacción de los mutualistas y el ahorro que genera a las arcas del Estado.

Nuestro objetivo es que el sector sanitario privado forme parte de la solución de lo que tiene que ser el modelo futuro del sistema sanitario español. Nos enfrentamos a muchos problemas para mantener las prestaciones sanitarias, por lo que es necesario contar con el esfuerzo y las capacidades de todos.

Se hace necesaria una integración de la sanidad pública y privada desde un punto de vista de colaboración y búsqueda de sinergias en aras a hacer un sistema sanitario eficiente, bien gestionado, utilizando todos los recursos disponibles que eviten redundancias, ineficiencias y duplicidades en beneficio del paciente.

Una de las medidas más urgentes y necesarias es la que nos ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el sentido de procurar por una interoperabilidad global entre sistemas: público-público, privado-privado y público-privado. Es decir, que el paciente pueda discurrir entre sistemas según su propio criterio, ejerciendo su derecho a decidir, su libertad y, por lo tanto, seleccionando el centro, el servicio y el médico que crea conveniente para su caso.

Las administraciones, los directivos y los gestores sanitarios debemos procurarle las herramientas necesarias para que pueda ejercer dicho derecho. Para ello, es nuestra obligación implantar sistemas de comunicación que sean interoperables entre sí y plantear estrategias que redunden en una interoperabilidad estructural, semántica y organizativa.

Para que esto se produzca, además de voluntad, convencimiento y recursos de todo tipo es necesario romper barreras que en este momento existen. Barreras de todo tipo, culturales, formativas, de procedimiento y proceso, estructurales, económicas, legales, tecnológicas, etcétera.

El paciente es el mayor beneficiario de un modelo de interoperabilidad clínica. De esta forma, la accesibilidad a su información le permitirá adquirir progresivamente un rol más activo en el cuidado de su salud y una mayor autonomía en la gestión de su proceso, implicándose más en su autocuidado y en la gestión de su plan terapéutico (medicamentos, dietas, etcétera). Para los profesionales será más fácil la coordinación asistencial entre niveles y la atención clínica de un paciente.

España no puede perder este reto estratégico y debe involucrarse al 100 por cien. No en vano, lo que falta en tantas ocasiones es liderazgo. España debe liderar este cambio que, sin duda, va a revolucionar la forma de hacer medicina. En este sentido, los expertos apuntan a que en 2025 la especialidad más demandada por el mercado de trabajo sanitario va a ser la del “nanomédico”, es decir, aquel que esté versado e involucrado en las tecnologías de la información y la comunicación.

España necesita disponer de un sistema sanitario que sea interoperable en beneficio del paciente, liderando el cambio organizativo, tecnológico, operativo y cultural que ello significa. El país ha avanzado mucho en el desarrollo TIC en general y, en especial, en el ámbito sanitario. A modo de ejemplo, se pueden destacar proyectos como la Agenda Digital para España (2013-2015), el informe del Consejo Asesor de Sanidad sobre la e-salud, prioridad estratégica para el sistema sanitario o el proyecto de historia clínica digital del SNS que se inició en 2006 y que ya se encuentra operativo en 15 comunidades autónomas. Asimismo, destaca el proyecto de interoperabilidad de la receta electrónica en el Sistema Nacional de Salud y la cita médica on-line.

En España, desde el sector privado, se han llevado a cabo iniciativas orientadas a favorecer al paciente la disponibilidad de su información clínica. De hecho, algunos grupos hospitalarios y aseguradoras disponen de espacios web donde el paciente puede acceder a su información clínica.

Por su parte, Europa ya viene marcando su estrategia, que nos involucra con iniciativas como el desarrollo de un marco general de interoperabilidad que abarca diferentes áreas y sectores, a la vez que ha establecido un marco estratégico propio del sector salud. De hecho, ya se han puesto en marcha algunas estrategias a nivel general, como la Estrategia Europa 2020, la Agenda Digital para Europa o el Programa ISA (Soluciones de Interoperabilidad para las Administraciones Públicas Europeas). Asimismo, se contemplan acciones en el sector salud como el Plan de Acción sobre la Salud Electrónica 2012-2020, los proyectos Palante y Sustains orientados a favorecer el empoderamiento de los pacientes, además del proyecto epSOS, cuyo objetivo ha sido mejorar la interoperabilidad de los sistemas de información en el sector sanitario.

Una vez que la información sea accesible y procesable con las obligadas garantías de seguridad y confidencialidad, podremos conseguir grandes avances en multitud de materias como seguridad del paciente, investigación clínica, planificación, medicina personalizada, etcétera. Nuestros pasos ya se dirigen hacia la consecución de un objetivo evidente que es que el paciente sea corresponsable de la gestión de su propia salud situándose en el centro de toda nuestra atención y servicios.

 

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