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Viernes, 19 de junio de 2015   |  Número 71
editorial
 
Por una sanidad integradora
 

Estamos asistiendo a momentos clave en nuestra historia, profundos cambios se están produciendo tanto en el terreno político como en el social y, por supuesto, también en el económico. Cambios de los que sin duda la sanidad no queda al margen. Es más, probablemente, se encuentre en el centro de un torbellino motivado por las insuficiencias financieras que arrastra nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) y el coste político que supone afrontar una reforma estructural en profundidad de un sistema que resulta a todas luces incapaz de ofrecer con un 100 por ciento de garantías las esencias que lo caracterizan. Nos estamos refiriendo a la equidad y la gratuidad, fundamentalmente.

Nuestra sociedad se caracteriza por aspectos tan fundamentales como el envejecimiento progresivo y la inversión de la pirámide poblacional; la eclosión consiguiente de fenómenos como la cronicidad y la dependencia; la rampante innovación en todos los ámbitos que genera cotas de salud, bienestar y confort inimaginables; el impacto de las nuevas tecnologías (TIC) y la aparición de nuevas patologías y abordajes diferenciales y disruptivos, a veces difíciles de implantar por los elevados costes asociados.

Ante un panorama de estas características, de desequilibrios entre la realidad social y científica, y la financiación de los Estados como el nuestro, basado en un sistema financiado a través de impuestos (modelo Beveridge), en un momento en el que el empleo ha sufrido una caída considerable en los últimos años, con una bajada del salario medio motivada por diferentes motivos (temporalidad, diversas modalidades de contrataciones, tiempo parcial, aumento progresivos de las clases pasivas, etc.) surge sin duda una pregunta ¿cómo es posible cuadrar un marco de referencia tan exigente en términos financieros, con una realidad social, tecnológica y científica de imparable evolución? Y es más, ¿cómo se puede sostener un sistema que pretende preservar sus características originarias en un marco de demanda incesante y un catálogo de prestaciones tan amplio como el nuestro?

La cuadratura del círculo es una quimera, máxime cuando además en este entorno de máxima complejidad en la gestión global no se apuesta de una forma decidida por utilizar todos los recursos disponibles en nuestro sistema sanitario, público y privado, y no se fomenta el aseguramiento y provisión privadas que descarguen la presión asistencial que soporta nuestro SNS, evitándose duplicidades y gastos redundantes innecesarios.

Solo una reestructuración en profundidad que cuente con todos los agentes implicados; una actuación decidida sobre la gobernanza del sistema; una revisión del catálogo de prestaciones; una sensibilización ciudadana en términos de corresponsabilidad basada en información puntual y constante; una reforma y adecuación de las estructuras de nuestro sistema a la realidad demográfica actual y de futuro; una utilización eficiente y efectiva de todos los recursos disponibles, vengan de donde vengan, sean públicos o privados; una voluntad decidida por asentar la interoperabilidad de los sistemas público y privado; ouna dotación suficiente al nuevo sistema de las herramientas tecnológicas que, hoy por hoy ,ya están disponibles. Me refiero a todo lo relacionado con la salud digital y una apuesta decidida por la I+D y la innovación junto a la gestión del conocimiento en red y la apuesta por la calidad y los resultados de salud, son los elementos imprescindibles para construir un futuro sólido en materia de sanidad.

Desde nuestro entorno privado, ofrecemos como siempre la mano tendida y nuestra firme convicción y voluntad de colaboración para que nuestro sistema continúe siendo motivo de referencia, admiración y ejemplo en todo el mundo.
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