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Viernes, 20 de enero de 2017   |  Número 88
TRIBUNA
Por Javier Palau, director gerente Hospital de Alzira y Departamento de Salud de La Ribera
Reenfocando el debate sanitario en la Comunidad Valenciana
 

La nueva titularidad en la Consejería de Sanidad de la Generalitat trajo consigo la decisión de extinguir el modelo de gestión sanitaria mediante concesiones administrativas, que la anterior Administración había desarrollado en cinco Departamentos de Salud, y que en estos momentos da cobertura a un millón de ciudadanos, un 20 por ciento de la población.

Javier Palau, director gerente Hospital de Alzira y Departamento de Salud de La Ribera.

Probablemente, igual que ocurrió cuando se implantó el modelo concesional, los motivos que alega la nueva Administración han sido siempre de índole ideológica o política, como así lo han expresado en múltiples intervenciones los máximos responsables de la propia Conselleria. Lamentablemente esto ha tenido un efecto pernicioso para el debate sanitario, ya que éste se ha centrado exclusivamente en lo político y en lo ideológico, y por lo tanto, se nos ha hurtado a los ciudadanos un debate más razonable, con argumentos más técnicos y sanitarios, argumentos que en estos momentos no encuentran la brecha adecuada por donde aparecer.

Por ello, camino de dos años de legislatura, creo que es imprescindible reenfocar el debate hacia los términos en los que debe desarrollarse: debemos hablar de Sanidad pública, para todos, centrada en el ciudadano y su salud, y con perspectiva de sostenibilidad, es decir, que nuestro amenazado sistema pueda ser disfrutado por nuestros hijos y por las siguientes generaciones.

Los retos de 2017 no son los mismos que los de 1986, cuando se promulgó la Ley General de Sanidad, por lo que las recetas que necesitamos para abordarlos no pueden ser las mismas, como algunos proponen. A lo largo de estos años, fruto de reflexiones que tienen su origen en el Informe Abril, de 1991, la Sanidad ha evolucionado, y una de las innovaciones destacadas a finales de los noventa fue el modelo sanitario del Departamento de La Ribera, en el que se permitió que la gestión sanitaria de un Departamento de Salud público se hiciera a través de una empresa privada.

Desde el punto de vista estricto de la gestión sanitaria supuso una adaptación de la realidad sanitaria a algunos de los retos que se planteaban, ya que se daba forma a la separación entre financiación y provisión de servicios sanitarios. Sin embargo, el hecho de que fuera otra fuerza política la que impusiera este modelo ha sido una excusa, junto con la todavía muy joven democracia de nuestro país, para que el resto de fuerzas que ahora gobiernan en coalición muestren un absoluto rechazo al mismo, sin ni siquiera valorar si lo que en su momento supuso una innovación podría seguir siendo ahora útil para los ciudadanos, con las naturales adaptaciones que el paso del tiempo recomienda.

Reenfoquemos el debate, por favor. Deberíamos hablar de cómo abordamos los problemas que se nos vienen encima, de cómo vamos a afrontar el envejecimiento activo de nuestros ciudadanos, de las necesidades de los pacientes crónicos, de la integración de los clásicos y obsoletos niveles asistenciales, de las nuevas formas de asistencia sanitaria y social, de la igualdad, del futuro del sistema sanitario y de su sostenibilidad.

Queda muchísimo por innovar y mejorar y, sin embargo, estamos perdiendo energías de una manera absurda en posicionarnos frente al desmantelamiento del modelo Alzira, cuando lo importante no es quién lo hace, sino qué se hace, cómo se hace y si finalmente vamos a ser capaces de afrontar los retos del futuro.

Durante todo el tiempo en que una empresa privada ha sido la responsable de la gestión sanitaria integral de un Departamento como el de La Ribera, los resultados asistenciales han sido, según datos de la propia Consejería de Sanidad, sustancialmente mejores que los obtenidos en departamentos comparables.

Año tras año, los resultados de los Acuerdos de Gestión han certificado que en La Ribera las listas de espera quirúrgicas y de atención especializada son significativamente más cortas, las fracturas de cadera se operan mucho antes, las tasas de vacunación frente a la gripe son las más altas y el gasto por receta es más bajo que en otros departamentos gestionados directamente por la propia consejería. Y todo ello con elevadísimos índices de satisfacción por parte de la población atendida.

Sin duda es necesario considerar, al menos como hipótesis, que el uso de un modelo de gestión u otro puede tener influencia en los resultados que se obtienen. Por ello, nuestros gobernantes están obligados a hacer este análisis para poder tomar decisiones con la mayor cantidad de información disponible, con transparencia, como estamos acostumbrados a hacer los que nos dedicamos a la sanidad.

Es cierto que hay controversia en cuanto al coste de cada modelo. Sin embargo, aunque todos los estudios apuntan a que el modelo Alzira es considerablemente más barato para la Administración (sobre todo porque es ella la que decide cada año que el precio que va a pagar por ciudadano es sustancialmente menor de salida para cada una de las concesiones), lo más sensato es hacer el estudio correspondiente, exponerlo a la ciudadanía e introducirlo en el verdadero debate. A no ser que tanta transparencia asuste a alguien…

Reorientemos el debate más sosegadamente, por favor. Los que nos dedicamos a la gestión sanitaria preferimos hablar en términos de resultados en salud, resultados asistenciales, eficiencia, satisfacción, humanización y sostenibilidad. Aquellos modelos que den una respuesta más satisfactoria deberían ser los que unos gobernantes justos ofrecieran a sus ciudadanos, y los modelos que no den la respuesta adecuada deberían ser analizados en profundidad y mejorarse, para que puedan competir en condiciones de igualdad con los más resolutivos y eficientes.

Aún estamos a tiempo de evitar todos los apriorismos y abrir un debate verdaderamente técnico, no solo político, sobre cómo vamos a dar a nuestra población la mejor atención sanitaria y, no lo olvidemos, también social, usando para ello todos los medios y recursos que estén en cada momento a nuestro alcance.

Tenemos 2017 por delante, así que evitemos equivocarnos, porque la sabiduría popular nos dice que sempre és millor un per si de cas que un qui ho havia de dir.

 

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