Viernes, 15 de marzo de 2019   |  Número 112
Un 80% de los pacientes con diabetes tiene hiperglucemia posprandial
Un artículo publicado en la Revista Clínica Española, actualiza la prevalencia, consecuencias e implicaciones de la hiperglucemia posprandial para un control óptimo de la diabetes
Doctor Pinés, médico adjunto de Endocrinología y Nutrición en el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete.

Pese a que cada vez hay disponibles más y mejores fármacos para conseguir un mejor control glucémico, todavía muchas personas con diabetes no consiguen alcanzar sus objetivos. En este sentido, aún hay muchos pacientes que no consiguen controlar adecuadamente los niveles de azúcar después de las comidas, la conocida como glucemia posprandial. De hecho, “la hiperglucemia posprandial, o aumento de la glucemia después de las comidas, es frecuente y, aunque es difícil conocer su prevalencia real, trabajos publicados ponen de manifiesto que entorno a un 80% de las personas con diabetes, tanto tipo 1 como tipo 2, la presentan”, advierte el doctor Francisco Javier Ampudia-Blasco, jefe de Sección de la Unidad de Referencia de Diabetes del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico Universitario de Valencia.

Este experto, junto al doctor Pedro José Pinés, médico especialista de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, y la doctora Virginia Bellido, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Cruces (Bilbao) han publicado en Revista Clínica Española el artículo: “Actualización sobre hiperglucemia posprandial: fisiopatología, prevalencia, consecuencias e implicaciones para el tratamiento de la diabetes.

El control de la glucemia posprandial, como llama la atención el doctor Pinés, es esencial para alcanzar los objetivos glucémicos de hemoglobina glicosilada (HbA1c) en diabetes tipo 1 y tipo 2. Así, “existe una mayor contribución relativa, de hasta un 70%, de la hiperglucemia posprandial con valores de HbA1c cercanos a los objetivos. Es decir, la importancia de la hiperglucemia posprandial es mayor a medida que nos acercamos a los objetivos de control glucémico”.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que las personas con diabetes pasan aproximadamente el 50% del tiempo en estado posprandial. Esto significa, como explica la doctora Bellido, que “en las personas con diabetes, la secreción de insulina es insuficiente para el control adecuado de la glucemia posprandial, que cuando es más elevada requiere un tiempo más prolongado para volver a los niveles preprandiales. De forma que, si tenemos en cuenta que al menos hacemos tres comidas principales, estas personas pasan una parte importante del día en un estado posprandial anormal, caracterizado por hiperglucemia tanto de ayuno como posprandial”.

La hiperglucemia posprandial se asocia a una mayor variabilidad glucémica (mayor riesgo de hiper o hipoglucemias). Además, se han descrito otras importantes consecuencias asociadas a las fluctuaciones de la hiperglucemia posprandial: estrés oxidativo, inflamación, disfunción endotelial y aumento de marcadores clínicos indirectos de ateroesclerosis. Razones por las que estos expertos inciden en que “conocer y tratar la hiperglucemia posprandial es muy importante. Sin embargo, éste es un concepto que muchas personas con diabetes ignoran”.

Medir, concienciar y tratar

Como constata el doctor Pinés, “la monitorización continua de glucosa en tiempo real y los sistemas flash o de monitorización continua de glucosa intermitente han permitido detectar que muchas personas presentan hiperglucemia posprandial y han puesto de manifiesto las limitaciones de las insulinas prandiales “clásicas” para conseguir su adecuado control en determinadas situaciones. Una limitación que es vivida en muchos casos por el paciente con ansiedad al ver que no puede controlar correctamente las excursiones hiperglucémicas tras las comidas”.

Una situación ante la que estos doctores ponen de relieve que a las personas con diabetes no sólo hay que enseñarles a comer correctamente, sino también a ajustar la dosis de insulina en función de lo que van a comer. Para ello, el doctor Ampudia comenta que “la 2ª generación de análogos de insulina de acción rápida (Fiasp®) representa un avance notable en la insulinoterapia.  La mayor rapidez en absorción la hace más semejante a la secreción de insulina fisiológica. Esto se traduce en un mayor efecto hipoglucemiante en las primeras 2 horas y, en consecuencia, en un mejor control de la glucemia posprandial en este periodo, sin aumentar el riesgo de hipoglucemia tardía. Todo ello permite la administración de la insulina desde 2 minutos antes de empezar a comer, con la posibilidad de administrarse hasta 20 minutos después del inicio de la comida, con un mejor control de la glucemia posprandial”.

Estrategias terapéuticas para su control

El papel de la insulina prandial es fundamental en el control de la glucosa posprandial en diabetes tipo 1 y en personas con diabetes tipo 2 de larga evolución y con insulinopenia. Al respecto, la doctora Bellido recuerda que “los análogos de insulina rápida de 1ª generación, en comparación con la insulina humana regular, consiguen un mejor control de la glucemia posprandial, con menor riesgo de hipoglucemia. Sin embargo, a pesar de que estos análogos tienen un inicio de acción rápido, éste no es tan precoz como la secreción fisiológica, y su efecto tarda más en desaparecer. De ahí, la relevancia que ha supuesto la llegada de Fiasp®”.

Como matiza el doctor Pinés, “en el caso de los pacientes con diabetes tipo 2, el grupo de las glinidas, los inhibidores de la DPP-4, los inhibidores del SGLT-2 y los fármacos agonistas del receptor del GLP-1 han demostrado beneficio en el control posprandial y pueden ayudarnos a conseguir los objetivos de control glucémico en el paciente tratado con insulina basal. Sin embargo, el tratamiento con insulina prandial será necesario en todos los pacientes con diabetes tipo 1 y también en algunos pacientes con diabetes tipo 2 que no consiguen sus objetivos de control con otras opciones de tratamiento”.

En definitiva, todos coinciden en “la necesidad de individualizar el tratamiento y revisar y adaptar este tratamiento a lo largo de la vida de la persona con diabetes”.

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