Todos los expertos coinciden en que la solvencia de nuestro país y de nuestra ya más que maltrecha economía pasa, en primer lugar, por solventar el enorme déficit acumulado y, a partir de ahí, fomentar medidas de crecimiento e impulso emprendedor en todos los sectores. Es evidente además que nuestra configuración geopolítica con diecisiete autonomías, dispares en muchos casos, con una estructura administrativa hipertrofiada que acumula múltiples duplicidades, no está generando confianza ni credibilidad suficientes como para que la inversión se acerque y mucho menos se asiente en España; prueba de ello es la capitalización de las empresas que cotizan en bolsa: de unos años a esta parte hemos perdido en muchos casos buena parte de su valor teórico.
En esta concatenación de medidas y recortes presupuestarios que estamos presenciando y a las cuales asistimos con atención y expectación cada viernes, la sanidad y la educación no han quedado exentas. En concreto, a nuestro sector se le pide un esfuerzo añadido de no menos de siete mil millones de euros, más de un billón de las antiguas pesetas; esfuerzo que va a ser asumido en buena parte por quienes siempre acatan aunque no siempre comparten este tipo de situaciones: proveedores del sector público y, en esta ocasión, también clientes, pacientes… La sociedad en su conjunto.
En todos los órdenes de la vida la demagogia siempre tiene cabida, pero es en la sanidad donde su efecto es más evidente y demoledor. Es cuando menos curioso, llamativo, que cuando se quiere demonizar al rival político siempre, sistemáticamente, salen a colación tres temas: uno de ellos la sempiterna sanidad y los otros dos, la educación y las pensiones con un denominador en común: su teórica “privatización” en base a no se sabe qué intereses espurios y un temor esgrimido con fruición, el del “fantasma” del recorte de un teórico estado del bienestar. Teórico, porque cuenta con la mayor tasa de desempleo de toda Europa y, para cualquier ciudadano que se precie, tener un empleo, una seguridad económica y una previsibilidad en su futuro y el de su familia es el primer peldaño de dicho “bienestar social”.
Cuando se habla de que buena parte de los ajustes deben ser pagados por la iniciativa privada del sector (industria farmacéutica, industria de tecnología, farmacia, distribución, modelos de colaboración pública privada, etc.) rara vez se informa a la población de la realidad a la cual tratamos de impactar, menguar y denostar en cuanto a aportación de valor económico y social, de sus consecuencias a todos los niveles, ni del sobreesfuerzo constante y cicatero que se le exige a un sector absolutamente innovador por antonomasia, vanguardista hasta la raíz, generador de empleo y riqueza, modelo de eficiencia en su gestión en tantos casos y ejemplo de lo que debería ser el nuevo paradigma económico de crecimiento y sostenibilidad, sustentado en la era del conocimiento, aspecto éste del que por cierto tanto adolece nuestro país.
El fenómeno de la deslocalización de centros de investigación y de modelos de producción altamente tecnificados, con todo lo que conllevan de emigración por no decir diáspora cualificada, lo damos desgraciadamente ya por descontado; la decreciente inversión propia y foránea en este sector es y será progresivamente manifiesta y desafortunadamente lo asumimos; la disminución consecuente de la importancia de lo que podría ser la tan traída y llevada “marca España” en el segmento de la innovación en salud queda también en entredicho… Y así podríamos seguir hasta llegar a una conclusión rápida que algunos tacharán de eufemística, pero que se ajusta bastante a la realidad que nos toca vivir: quien no apuesta por el futuro -y la innovación y la ciencia son la principal fuente de futuro- al final no tiene futuro. La economía es así de tozuda, el futuro se sustenta en una gestión ordenada y reglada de cada pieza del inmenso puzle que conforma el Estado.
En el abecé de la gestión es conocido que es determinante saber planificar escenarios a corto, medio y largo plazo, ya que este ejercicio es el que te ofrece el mejor sextante orientador de cara a la consecución del objetivo final marcado; las medidas para conseguirlo podrán ser acertadas o no, oportunas o no, pertinentes o no, ajustadas al tiempo o no, pero lo realmente importante no es tan solo las medidas y sus resultados, que por supuesto lo son, sino el que se sustenten en un análisis previo riguroso, sólido, exhaustivo y acertado y se impulsen en forma de un plan de acción global desde estrategias coherentes con los objetivos planteados y consensuados con todos los grupos de interés que participan del resultado final. Que dicha teórica estrategia nacional o plan nacional de sanidad en este caso, además sea comunicado de forma proactiva, reiterada, íntegra, diáfana y transparente a una sociedad que precisa saber hacia dónde la dirigen en ésta u otras materias que tanto le preocupan e incumben.
Desde IDIS a lo largo de este año y medio largo llevamos demostrando mediante estudios, informes y análisis, a través de datos objetivos y contundentes la realidad de todo un sector, el de la sanidad privada y su aportación al desarrollo económico y social de nuestro país, además de contribuir de una forma más que notable al bienestar y a la salud de buena parte de la población -más de diez millones de personas, que se dice pronto-; una cuarta parte de la población total que adopta voluntaria y libremente una dualidad asistencial, un seguro privado que paga directamente y, por lo tanto, genera y proyecta una opinión más que cualificada acerca del servicio, de sus resultados y de los periféricos que lo rodean y recibe de uno u otro modo, tanto el paciente como sus propios familiares.
A este respecto, IDIS acaba de presentar los resultados de su Primer Barómetro de la Sanidad Privada con el objeto de conocer las opiniones, sugerencias y posibilidades de mejora pronunciadas de forma anónima y directa por pacientes y familiares conocedores en la mayoría de los casos del entorno público y privado, pertenecientes a esa multitud, a esa cuarta parte de la población española que paga un suplemento voluntario por su salud, con lo que contribuye a descargar al sistema de pingues recursos, de la creciente e incesante demanda y de la cada vez mayor presión asistencial en consultas, urgencias y servicios.
Los resultados suponen una satisfacción por todo lo logrado hasta el momento a la vez que todo un reto de superación de cara al futuro; en él han participado un total de 2.179 usuarios de la sanidad privada, de los cuales el 85 por ciento conoce la sanidad pública, en general, más del 90% de las personas que cuentan en España con un seguro privado recomendaría la sanidad privada, lo que da idea del grado de aceptación que tiene en su conjunto.
Con intención de valorar de la manera más amplia posible los distintos aspectos de la sanidad privada, se incluyeron en el Barómetro tres grandes apartados: atención y accesibilidad, calidad del servicio y servicios generales. De estos tres aspectos, los asegurados valoran muy positivamente los atributos relacionados con la atención y la accesibilidad, obteniendo este bloque una valoración media global de 7,6. Entre los aspectos más destacados habría que hacer referencia a uno de los considerados como seña de identidad de la sanidad privada: la rapidez o agilidad de la misma, tanto para la realización de pruebas y obtención de los resultados, como para concertar una cita o como a la hora de realizarse una operación quirúrgica.
No obstante, más importante si cabe es la valoración que los usuarios de la sanidad privada otorgan a la calidad del servicio, de forma que cuenta con una valoración media global de notable alto (7,7). En concreto, en relación a los servicios generales, cinco de cada 10 asegurados ha estado ingresado en alguna ocasión, otorgándole a la calidad asistencial recibida una valoración de 8,6; la valoración del trato recibido del personal sanitario en el hospital de día alcanza un 8,3, y los servicios de urgencias (utilizados por seis de cada 10 participantes) un 8. Respecto a las consultas de especialistas y de Atención Primaria obtienen una valoración de 7,9. Se han valorado más positivamente los servicios asistenciales que los accesorios 8,4 frente al 7,4, lo que rompe el mito de la elección del sistema privado por el confort. Es más, el trato recibido por parte del personal sanitario ha sido calificado como notable alto, prueba de que la planificación asistencial de la sanidad privada se establece de forma personalizada a cada paciente.
Respecto a la evolución de la sanidad privada en próximos años, la mitad de los asegurados encuestados considera que la sanidad privada mejorará en los próximos años tanto a nivel general como en la atención asistencial prestada, la formación del personal sanitario y la modernidad de las instalaciones, y un 62 por ciento, que mejorará en todo lo relativo a innovación tecnológica.
El sector sanitario privado contribuye a la descarga y al ahorro del sistema público y los resultados del Barómetro denotan que esta contribución se extenderá en el tiempo. Descarga porque descongestiona la sanidad pública a través de la actividad que llevan a cabo los hospitales privados, los cuales registraron en 2009 un aumento de las altas en un 1 por ciento, un crecimiento de las intervenciones quirúrgicas en un 2,5 por ciento; y un incremento de las urgencias registradas de un 5,2 por ciento en nuestro país con respecto al año anterior. Y ahorro porque, dado el modelo de seguro sanitario privado en España (seguro duplicado), los 7 millones de asegurados con pólizas privadas utilizan menos o no utilizan la sanidad pública, lo que puede considerarse una subvención oculta para el sistema público.
En este sentido, sin duda, es el momento de relanzar la complementariedad de los sistemas público y privado a largo plazo haciendo uso eficiente de todos los recursos disponibles mediante una estrategia nacional conjunta en sanidad, bajo la única perspectiva de preservación de los intereses de los ciudadanos, que representan la esencia y razón de ser de todo un sector que procura por todos aquellos que le otorgan su confianza día a día. Muchas gracias a todos ellos.
|