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Viernes, 17 de octubre de 2014   |  Número 63
tribuna
IÑAKI EREÑO, CONSEJERO DELEGADO DE SANITAS
Urge un plan contra el olvido

El pasado 21 de septiembre celebramos el día Mundial del Alzhéimer, y la proximidad a esta fecha nos permitió sacar de nuevo al ruedo de la opinión pública a esta enfermedad y a la crueldad de sus consecuencias. Y debemos utilizarla, ya que la agitación del día a día hace que en pocas semanas olvidemos lo terrible de las cifras actuales y lo escalofriante del pronóstico que tenemos por delante.

Iñaki Ereño, consejero delegado de Sanitas.

Seiscientos cuatro mil millones de dólares. Esta es el coste estimado en 2010 de asistencia y apoyo dedicados al Alzheimer a nivel internacional. A medida que la prevalencia de la demencia aumente en todo el mundo, también aumentarán los costes de asistencia y apoyo, y debemos asegurarnos de que estas cifras estén contempladas en los presupuestos de cada país, para que los enfermos –grupo al que todos nosotros tenemos una potencial candidatura– cuenten con los cuidados necesarios. Cuarenta y cuatro millones de personas viven con demencia en todo el mundo. Se trata de una cifra demasiado elevada como para dejarla pasar por alto. Ochocientos mil son los casos directos diagnosticados en España. Una cifra que no deja de crecer y que, según las últimas estimaciones, podría duplicarse en los próximos 20 años como consecuencia de una pirámide poblacional completamente invertida.

Con estos datos sobre la mesa, no cabe titubear al afirmar que la demencia es hoy en día un problema de salud pública para España y que debe ser abordado como tal. Son muchos los profesionales de este campo que subrayan la necesidad de desarrollar un Plan Nacional de Demencia que nos permita luchar contra el estigma, el rechazo y la falta de recursos financieros a los que se enfrentan día a día los afectados por la enfermedad. Y desde Sanitas pensamos que, solo así, podremos garantizar un tratamiento y una asistencia adecuada y sostenida en  el tiempo para el conjunto de la población.

No pongo en duda que el trabajo que tenemos por delante es cuanto menos retador, pero no estamos solos. Nos avala la experiencia de once países que ya han desarrollado sus propios planes nacionales de demencia con sorprendentes resultados. En el caso de Francia, por ejemplo, el proyecto alcanzó tal relevancia en la agenda política del país que el propio primer ministro era informado personalmente cada seis meses sobre los avances en la ejecución del plan. Reino Unido, Australia, Dinamarca, Finlandia, Corea del Sur, Estados Unidos, Noruega, Países Bajos, Luxemburgo y Bélgica son otros ejemplos que se analizan en el informe “Cómo implementar un plan nacional de demencia: ideas y recomendaciones”, publicado a mediados de marzo de este año por Sanitas en colaboración la Alzheimer’s Disease International (ADI).

Aprovecho pues para hacer un llamamiento a todos los agentes implicados: personas con demencia, cuidadores, profesionales de la salud, organizaciones y compañías sanitarias, gobiernos y medios de comunicación para trabajar conjuntamente en el diseño de un Plan Nacional de Demencia. Un plan que ayude a hacer frente a los crecientes costes de esta enfermedad que, a nivel global, alcanzaron los 604.000 millones de euros en 2010. Un plan que contribuya a transformar el sistema de asistencia y apoyo a los más de 3,5 millones de afectados directos e indirectos por la demencia en España. Son 3,5 millones de personas que se enfrentan al duro proceso de olvidar. Lo olvidan todo, lo que saben y lo que fueron: hijos, padres, amigos, profesionales y hasta presidentes.  

 

 

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