Ocho de cada 10 (82%) cuidadores no profesionales en España afirman que su labor durante la pandemia les ha causado “más desgaste que nunca”. Además, el 74% asegura que su salud mental y emocional se han deteriorado durante este tiempo (frente al 61% de media del resto de países). El 62% señala que la pandemia ha empeorado su salud física debido, sobre todo, a la falta de sueño y ejercicio y el mismo porcentaje indica que la Covid-19 ha repercutido negativamente sobre su situación económica. Y casi la totalidad (95%) dice no sentir reconocida su labor.
Estas son algunas de las principales conclusiones del elocuente ‘Informe sobre el Bienestar de los Cuidadores 2020. ¿Quién cuida a los que cuidan? Así afectan la Covid-19 y la falta de apoyo a los cuidadores no profesionales’, impulsado por Embracing Carers®, una iniciativa global liderada por la compañía de ciencia y tecnología Merck en colaboración con algunas de las principales organizaciones internacionales de cuidadores. El fin es concienciar y aumentar el conocimiento sobre las circunstancias y necesidades de este colectivo.
Realizado a partir de los resultados de una macroencuesta a más de 9.000 cuidadores/as en 12 países de Asia, América y Europa (751 en España) que proporcionan atención no remunerada a un ser querido con dependencia física o cognitiva/mental, el Informe analiza el impacto de la pandemia sobre este colectivo de la población y centra sus resultados en las dificultades que han experimentado.
Llama la atención que los cuidadores españoles refieren un mayor deterioro mental, emocional y físico y un empeoramiento de su situación económica significativamente mayor que la media de los 12 países (entre 8 y 16 puntos de diferencia). “La pandemia me ha impactado, sobre todo, a nivel psicológico y emocional. Sentía una alta presión porque no quería, ni quiero, contagiarle. La incertidumbre de no saber si estás siendo lo suficientemente cuidadosa me produce mucho miedo”, explica Dolores Fernández, cuidadora no profesional de su padre, Manuel.
“La pandemia que sufrimos desde hace ya un año ha aumentado las responsabilidades y dificultades de este colectivo, e impactado notablemente en su bienestar económico, físico y psicológico”, apunta Miguel F. Alcalde, director general de Merck en España. "Desde Merck, a través de Embracing Carers®, queremos más que nunca visibilizar y apoyar la labor imprescindible que realizan los cuidadores no profesionales, así como poner el foco en sus necesidades”.
De acuerdo con el Informe, a causa de la pandemia muchas personas asumieron el rol de cuidador no profesional por primera vez: un 18% de los encuestados en el caso de España. Durante este tiempo ha aumentado el número de horas dedicadas a esta labor, hasta 7,8 más por semana (llegando a dedicar 25 horas semanales en la fase aguda de la pandemia); lo que explica que dos tercios de los cuidadores de nuestro país afirmen que la Covid-19 ha hecho que la prestación de cuidados resulte aún más difícil.
Más responsabilidades, más presión y menos atención a las necesidades propias
Un tercio de los cuidadores no profesionales en España siente que las personas a las que cuidan los necesitan “más que nunca”. Tanto es así que el 93% de ellos afirma que, durante la pandemia, ha puesto las necesidades de la(s) persona(s) a las que cuidan por encima de las suyas propias. Un 59% reconoce haber proporcionado más apoyo emocional, un 52% señala un aumento del uso de la tecnología, -incluyendo la telemedicina, herramientas online y aplicaciones móviles-, y un 58% indica que ha asumido más responsabilidades domésticas.
Brecha de género en el cuidado de familiares y amigos
Seis de cada diez cuidadores encuestados en España son mujeres y, de acuerdo con el Informe, ellas afrontan en nuestro país desafíos únicos que añaden obstáculos adicionales a su bienestar. Así, las cuidadoras españolas tienen menos recursos económicos y, a la vez, más responsabilidades que los hombres cuidadores lo que, de alguna manera, se refleja en que estas presentan mayores tasas de ansiedad y problemas de salud de tipo emocional/mental provocados por la pandemia.
Así, el 77% de las cuidadoras (frente al 68% de los hombres encuestados) afirma que la pandemia de Covid-19 ha afectado a su salud emocional y mental, el 54% (frente al 36% de ellos) sufre ansiedad por el miedo a contagiarse y un 34% (23% de los cuidadores varones) tiene como principal preocupación no poder contar con ayuda sustitutiva para ocuparse de las personas que ellas suelen cuidar en caso contraer el virus.
Otras conclusiones
• No se sienten reconocidos: el 95% de los cuidadores españoles encuestados asegura que no siente reconocida su labor por parte de la sociedad, pese a ser muy importante. De hecho, consideran que no reciben el apoyo que necesitan ni por parte del sector público ni del privado. “Pienso que, en general, a un cuidador nadie le envidia. La gente se siente aliviada de no tener que estar como tú, creo que es muy difícil comprender la situación, incluso para la familia”, asegura Fernando Martínez, cuidador no profesional de su mujer, Raquel, quien padece esclerosis múltiple.
• Miedo a perder el trabajo: el Informe pone de manifiesto que los cuidadores españoles están más preocupados que el resto por las presiones laborales. Así, siete de cada diez admiten que les inquieta la posibilidad de perder su trabajo debido al tiempo que tienen que dedicar a la prestación de cuidados, frente al 62% de los encuestados en otros países.
En busca de soluciones
Finalmente, el Informe sobre el Bienestar de los Cuidadores 2020 impulsado por Merck identifica cinco puntos prioritarios para abordar las necesidades universales de los cuidadores no profesionales, puntos que constituyen una hoja de ruta hacia posibles soluciones en las que todos los sectores, públicos y privados, tienen un papel que desempeñar:
• Salvaguardar la salud y bienestar de los cuidadores no profesionales.
• Minimizar la carga económica que asumen.
• Permitir el acceso a información y contenidos formativos fáciles de usar.
• Apoyar a los cuidadores no profesionales empleados.
• Invertir en investigación para garantizar que las necesidades y la contribución social de los cuidadores sean reconocidas y analizadas.