En un entorno económico como el actual, la integración y la complementariedad de los sistemas público y privado es fundamental para lograr una mejor atención sanitaria a todos los españoles y descargar de presión asistencial y financiera al sistema público de salud.
El uso de la sanidad privada contribuye a garantizar la accesibilidad de la población al sistema sanitario público porque con la suscripción del seguro sanitario privado se descarga financieramente a la sanidad pública. Los usuarios de la sanidad privada, a través del doble aseguramiento no consumen recursos de la sanidad pública, o los consumen parcialmente, generando una importante disminución en la presión asistencial, en los tiempos de demora y en las listas de espera, lo que se traduce en una liberación de recursos sanitarios para el sistema y una ayuda financiera esencial para dotar de suficiencia financiera al sistema.
En este contexto de suficiencia financiera y asistencial la sanidad de titularidad privada juega un importante papel como garante del Sistema Sanitario Público, el cual debe proteger a la sociedad en su totalidad, proporcionando la mejor asistencia que le permitan sus recursos, fundamentalmente a aquellos que no cuentan con recursos suficientes para disponer voluntariamente de un complemento sanitario a través del seguro privado de salud, a fin de evitar que existan desigualdades en la accesibilidad a los servicios sanitarios y en la equidad por diferencias económicas.
Los estudios económicos pronostican que dentro de unos años el gasto sanitario que se precisará para dar cobertura universal en condiciones de equidad será el doble que en la actualidad. Este perfil económico dentro de los tiempos de crisis que nos toca afrontar, unido al aumento de la esperanza de vida y por lo tanto de las enfermedades crónicas, pone en serias dificultades la solvencia y suficiencia del sistema y hace necesaria una reorganización y coordinación de la atención social y sanitaria. Es imprescindible fomentar la atención integral e integrada de los pacientes crónicos y de las personas en situación de dependencia; para ello es clave una correcta coordinación socio-sanitaria que sitúe a la persona en el centro y permita ofrecerle los recursos más adecuados a sus necesidades de cada momento.
El propósito marcado desde el Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS) en este ámbito es fomentar precisamente dicha atención integral e integrada de los enfermos crónicos y de las personas en situación de dependencia, así como poner en valor la necesidad de una corresponsabilidad social mediante la colaboración del sector público y privado para alcanzar un marco sostenible que garantice la calidad de vida de las personas mayores y el sostenimiento del estado del bienestar. Es imprescindible tomar conciencia de que la clave para mejorar la sostenibilidad y solvencia del sistema en su conjunto es la optimización de recursos y dentro de esa estrategia es fundamental la participación del sector socio-sanitario privado.
A la vista de las proyecciones demográficas los expertos pronostican un futuro en el que “la dependencia y la salud de las personas mayores serán el hecho dominante en la prestación de servicios personales públicos y privados” por lo que la medicina preventiva sobre los hábitos de las personas, la búsqueda de modelos alternativos a la hospitalización tradicional, los modelos de atención integrada de servicios (“long term care”), la construcción de un espacio socio-sanitario en España con integración de los servicios sociales y sanitarios o la creación/reconocimiento de nuevas profesiones relacionadas con este ámbito así como las herramientas digitales aplicadas a la cronicidad, entre otros, son elementos clave a tener en cuenta en una estrategia sólida de futuro.
La Fundación IDIS dentro de este marco de referencia propone una reforma global del sistema para entroncarlo con los nuevos tiempos que nos toca vivir marcados fundamentalmente por el envejecimiento, la cronicidad y la evolución exponencial de los avances tecnológicos y científicos que aparecen día a día.
Una reforma estructural (no coyuntural) en la que participen todos los agentes implicados y en la que, además de lo expuesto, se prioricen las prestaciones (bolsa única para sanidad y dependencia), se adapten las estructuras e infraestructuras a la realidad social y poblacional, se garantice la gobernanza del sistema y la estabilidad de las instituciones sanitarias, se haga un uso eficiente y razonado de todos los recursos disponibles planificando el sistema en función de resultados sanitarios y se estimulen e impulsen los diferentes modelos de colaboración público-privada existentes y futuros.
Por otro lado, es también necesario implantar criterios de eficiencia y fórmulas de corresponsabilidad ciudadana en la gestión de la propia salud; es fundamental una estrategia digital integrada que fomente nuevos modelos de interoperabilidad y continuidad asistencial que faciliten la monitorización y atención de pacientes con enfermedades crónicas, a la vez que se incorpore al sistema toda innovación que, basada en la evidencia científica disponible, contribuya a afrontar con satisfacción esta situación de cambio demográfico no exenta de complejidad. Un ejemplo en
España es el proyecto Hexin (Plataforma de explotación de información y gestión de datos clínicos y epidemiológicos) capitaneado desde Galicia y enfocada a casos de uso diversos como es el de las enfermedades crónicas desde la EOXI de Santiago de Compostela.
En definitiva, para afrontar con éxito este reto es fundamental impulsar toda iniciativa de calado que vaya en pos de la creación de un sistema y un espacio socio-sanitario integrado capaz de aportar calidad, confianza, credibilidad y resultados a una sociedad como la nuestra que nos lo está demandando, todo ello dentro de un nuevo modelo económico y social que precisamos ya con urgencia.