Martes, 19 de diciembre de 2023   |  Número 164
Calidad, Seguridad y Disrupción Digital en un escenario One Health
Editorial.
Editorial

El impacto del COVID-19 ha sometido a los sistemas sanitarios a un riguroso test de estrés, delineando las dimensiones críticas que determinan el futuro postpandémico. En este escenario, la calidad, seguridad, resultados, disrupción digital, acceso y equidad se posicionan como pilares fundamentales que exigen una reconfiguración y adaptación de los sistemas de salud a los desafíos emergentes.

El aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento poblacional plantean desafíos inminentes, agravados por la cronicidad asociada. El avance tecnológico, impulsado por una avalancha de datos e información, redefine la manera en la que abordamos la salud. El acceso creciente de la población a las innovaciones tecnológicas, especialmente aquellas que facilitan la participación activa de los pacientes en sus procesos asistenciales, introduce una dinámica transformadora. Además, nuevos patrones de enfermedad como las zoonosis, los movimientos migratorios, y las consecuencias del calentamiento global y cambio climático añaden capas de complejidad a la gestión del sistema.

En este contexto de cambio constante, la resiliencia se vuelve crucial. Emergen dimensiones esenciales para impulsar la excelencia en el ámbito asistencial. Calidad, seguridad, resultados sanitarios, disrupción digital, acceso y equidad se convierten en imperativos que definen la efectividad de un sistema de salud centrado en pacientes y profesionales.

Estas dimensiones no son simplemente opciones, sino requisitos ineludibles para cualquier sistema que aspire a la excelencia. La calidad y la seguridad se entrelazan para garantizar que la atención médica cumpla con los más altos estándares, mientras que el acceso y la eficiencia buscan una cobertura equitativa y efectiva para todos. La resolución asistencial, la experiencia del paciente y la equidad se integran en los resultados sanitarios y de salud, reflejando el éxito global del sistema.

En este contexto de sinergias y complementariedades, la disrupción digital emerge como una fuerza dimensional transformadora, cambiando el paradigma establecido y avanzando hacia una medicina más personalizada y preventiva. La participación poblacional se convierte en un pilar fundamental, permitiendo una atención más predictiva, poblacional, participativa y precisa, fraguando un sistema sin apellidos y sin fronteras que reconoce la vital importancia de avanzar hacia el futuro con firmeza y decisión. Un porvenir en el que la participación activa de los pacientes no solo se presenta como necesaria en la toma de decisiones, sino como una fuerza impulsora en la construcción del nuevo modelo sanitario.

En un futuro incierto donde el paciente debe ocupar un papel central, se hace imperativo que no solo participe en los foros de toma de decisiones, sino que también colabore activamente en la definición del nuevo paradigma de salud en España. La experiencia del COVID-19 ha dejado claro que la adaptabilidad y la innovación son cruciales, y la atención centrada en el paciente, respaldada por calidad, seguridad y disrupción digital, se posiciona como la clave para enfrentar los retos venideros y construir un futuro resiliente y equitativo en el ámbito de la salud.

Ante este panorama en el que salud humana, salud animal y medioambiental se imbrican bajo el concepto “One Health”, el desarrollo de iniciativas digitales que aporten un mayor valor a la sanidad en un contexto de globalización, donde la movilidad geográfica va en aumento y las consecuencias del cambio climático son palmarias, debe encaminarnos a la puesta en práctica de proyectos que aborden la relación trifásica compendiada bajo el paraguas “Una Salud (One Health)”.

Mediante la colaboración permanente y la responsabilidad compartida, este enfoque simbiótico se esfuerza por crear sistemas sanitarios resilientes, resistentes e interconectados que puedan abordar eficazmente las complejidades de nuestro mundo interconectado.

Es aquí donde adquieren todo su valor experiencias como el Espacio Europeo de Datos Sanitarios (EEDS) asentado en tres pilares fundamentales: la interoperabilidad de los sistemas de información que dibujan y perfilan la biografía de salud completa de una persona; la conectividad entre diferentes instituciones sanitarias y sociosanitarias que posibilitan un flujo de datos en tiempo real para que los profesionales pueden acceder a información crítica cuando la necesitan, optimizando los procesos de diagnóstico, tratamiento y monitorización; y la denominada ciencia de los datos, una especialidad que tiene un enorme recorrido, puesto que permite establecer pautas adecuadas de actuación con un carácter específico y de alta precisión en cada uno de los casos de uso primario o secundario de los mismos en los que esta tecnología se puede aplicar. El conocimiento derivado de su utilización no cabe ninguna duda de que es y será de gran ayuda en la toma de decisiones de todo tipo.

El uso primario de los mismos se centra en el cuidado individual y directo de los pacientes. La recopilación y análisis de información clínica, historias médicas y datos de diagnóstico permiten a los profesionales de la salud tomar decisiones informadas y personalizadas. Este enfoque no solo mejora la calidad de la atención, sino que también contribuye a una gestión más eficiente de los recursos sanitarios.

La capacidad del uso primario de los datos impulsa la medicina personalizada, donde los tratamientos se adaptan a las características específicas de cada paciente. Esto no solo mejora los resultados clínicos, sino que también minimiza efectos secundarios y reduce costes asociados.

Por su parte, el uso secundario en el contexto de la salud amplía la utilidad más allá del ámbito asistencial. La información acumulada se convierte en un tesoro de conocimiento valioso para la investigación médica, la formación de profesionales altamente capacitados y la mejora continua de los sistemas de gestión sanitaria.

Los datos acumulados a lo largo del tiempo y entre poblaciones permiten identificar patrones, tendencias y correlaciones. Estos hallazgos son fundamentales para la investigación médica, facilitando la comprensión de enfermedades, el desarrollo de tratamientos innovadores y la identificación de factores de riesgo. La utilización ética del uso secundario de los datos en investigación acelera el progreso científico y abre nuevas perspectivas para abordar desafíos de salud global.

Por otro lado, los casos clínicos y escenarios reales proporcionados por el uso secundario se convierten en herramientas educativas poderosas. Los profesionales de la salud pueden acceder a experiencias prácticas, enfrentándose a situaciones complejas antes de encontrarse con ellas en la práctica clínica. Esto eleva la calidad de la formación y contribuye al desarrollo continuo de habilidades médicas.

Este uso también desempeña un papel crucial en la evaluación y mejora de los sistemas de salud. Analizar patrones de utilización de servicios, identificar áreas de congestión y evaluar la eficiencia operativa se convierten en posibilidades tangibles. La retroalimentación constante derivada de este uso promueve la adaptación y optimización de los servicios de salud, garantizando una atención más efectiva y accesible.

A pesar de los beneficios innegables, la utilización de datos en salud plantea desafíos, entre ellos destaca sobremanera la necesidad de garantizar la confidencialidad y seguridad de la información del paciente que sin duda es esencial. La transparencia en la recopilación y uso de los mismos, así como la obtención de consentimiento informado, son principios rectores en este contexto.

La convergencia del uso primario y secundario de los datos en salud configura un futuro prometedor para la asistencia médica. La atención personalizada impulsada por el uso primario y la investigación, formación y mejora continua facilitadas por su uso secundario convergen hacia un objetivo común: mejorar la salud y el bienestar de la sociedad en su conjunto. En este viaje hacia un sistema de salud más eficiente y centrado en el paciente, la gestión ética y responsable de datos se erige como el cimiento sobre el cual construir un futuro más saludable y sostenible.

Dr. Fernando Mugarza (PhD, MD, MBA)
 

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