El doctor Federico Lombera, cardiólogo del Hospital Beata María Ana de Madrid, con motivo del Día Mundial del Corazón, advierte de los riesgos que supone la exposición a la contaminación ambiental para la salud cardiovascular. A su juicio, se trata de un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares al que no se le presta la atención suficiente: “La realidad es que ni en la población general, ni los médicos que se dedican al tratamiento de pacientes con problemas cardiovasculares, dan la importancia necesaria a la contaminación ambiental, centrando sus esfuerzos en el control de los factores de riesgo cardiovasculares tradicionales “, asegura el doctor Lombera.
La contaminación ambiental causa anualmente más de tres millones de muertes relacionadas con afecciones cardiovasculares tales como la enfermedad coronaria, la insuficiencia cardíaca, los accidentes cerebro-vasculares, la fibrilación auricular, la muerte súbita y las cardiopatías congénitas. “Existe cada vez más evidencia científica de la implicación de la contaminación en la alteración de la fisiología cardiovascular”, recuerda el doctor. “Además, estudios recientes indican que, al contrario de lo que generalmente se cree, la afectación cardiovascular es preponderante sobre la afectación pulmonar por la inhalación de aire contaminado”, subraya.
Se calcula que en Europa se producen 760.000 muertes cada año por este motivo y, sólo en Madrid, más 5.000 muertes en exceso guardan relación con la exposición a la contaminación. Asimismo, un reciente estudio de Eur Heart Journal, situaba a la contaminación del aire como el cuarto factor de riesgo más importante para la mortalidad global.
Concienciación de profesionales y de la población en general
El doctor Federico Lombera incide en la necesidad de concienciación por parte de los profesionales del ámbito sanitario: “Es fundamental que profesionales sean conscientes de la importancia que la contaminación tiene como factor de riesgo cardiovascular, y del impacto poblacional que se podría alcanzar si se tiene en cuenta”, recuerda.
En este sentido, añade: “Es necesario que los médicos incluyan a la contaminación ambiental en el perfil de riesgo del paciente, valorando dentro de la historia clínica datos como dónde viven los pacientes; dónde, cómo y en qué condiciones trabajan o qué nivel de actividades realizan al aire libre”.
Asimismo, el doctor Lombera expone la necesidad de que aquellos pacientes con riesgo cardiovascular o con enfermedades cardiacas diagnosticadas limiten o disminuyan sus actividades en aquellos entornos donde la contaminación ambiental sea alta.
Por último, el cardiólogo del Hospital Beata María Ana hace un llamamiento a la administración pública que, bajo su punto de vista “debe estar comprometida con políticas y actividades dirigidas a mejorar el medio ambiente y a facilitar al ciudadano su participación individual”, y a las Sociedades Científicas que “deben dirigir, orientar, concienciar y estimular a los profesionales, a los pacientes y a la propia administración”.