Martes, 18 de mayo de 2021   |  Número 136
Colapso de la asistencia sanitaria por el Covid: lo que queda por venir
Por Carlos Catalán. director asistencial del grupo sanitario Ribera
Tribuna

El impacto del Covid en la asistencia sanitaria es una realidad desde el momento mismo en el que comenzó esta pandemia mundial. Sin embargo, las consecuencias más graves de esta crisis sanitaria son como un gran iceberg: apenas vemos en la actualidad una pequeña parte del gran problema que se nos viene encima.

La realidad es que la preocupación por la calidad y la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario a corto y medio plazo se remonta a antes del Covid, pero el virus ha agravado los problemas previos sin resolver. Al comienzo del Estado de Alarma, las autoridades sanitarias impidieron que la Sanidad privada realizara su actividad habitual para garantizar la atención de los más graves. Esta decisión causó un grave perjuicio a las compañías sanitarias pero, sobre todo, a los ciudadanos. Y la prueba es que la Sanidad privada apenas ha recibido el 15% del total de pacientes Covid registrados (principalmente en Madrid y Barcelona).

Las autoridades sanitarias quisieron replicar esta decisión en las siguientes olas del virus. Pero no tuvieron éxito. Porque si algo caracteriza a las organizaciones sanitarias privadas es su flexibilidad, una rápida capacidad de decisión, la gestión eficiente y una organización que se adapta a las circunstancias y a los pacientes. Tal y como ocurrió en el grupo Ribera, donde adaptamos y ajustamos la organización de nuestros centros sanitarios semanalmente, en función de la incidencia del virus en cada una de las regiones donde estamos presentes, la ocupación de camas en UCI y la presión asistencial de servicios clave en esta crisis sanitaria como Urgencias, Hospitalización Domiciliaria o Medicina Interna.

Esto nos ha permitido afrontar lo que esperamos es el final de la crisis sanitaria en mejor situación de listas de espera de pruebas, consultas e intervenciones. Tras la primera ola aprendimos cómo “convivir” con la presencia del virus, combinando la seguridad de pacientes y profesionales con una actividad adecuada a la incidencia del virus.

Aquellas Comunidades Autonomas que han optado preferentemente por atender patologías graves y urgencias tienen que enfrentarse ahora a una situación peor que antes de la pandemia.

La paralización de la asistencia sanitaria en Atención Primaria y en los hospitales en la actividad programada (no urgente) ya está teniendo consecuencias muy graves sobre la salud de los ciudadanos, además del propio Covid. Si ya antes del Covid las esperas en muchas especialidades eran malas, ahora la situación es insostenible en muchos casos y dramática en algunos. Pero como he comentado al inicio de esta tribuna, solo estamos viendo la punta del iceberg. Las listas de espera quirúrgica son el final de un camino que comienza en Atención Primaria. Tantos meses con consultas y pruebas diagnósticas cerradas van a revelar situaciones clínicas mucho más graves de lo que deberían.

Mirando hacia el futuro las autoridades sanitarias deberían plantearse seriamente qué vamos a hacer a partir de ahora.¿Vamos a mantener el mismo sistema y los mismos prejuicios, y negar a la Sanidad privada que forme parte de la solución?

Lamentablemente, la situación no pinta bien ni política ni presupuestariamente y las consecuencias en términos de salud van a ser inasumibles para los ciudadanos. Además, no ayuda tener 17 sistemas sanitarios en el que cada región decide, hace y deshace.

Hasta que no haya una visión compartida, no solo sobre la conveniencia sino sobre la necesidad de la colaboración entre Sanidad pública y privada, los que perderemos más seremos los ciudadanos, porque tendremos una peor Sanidad, más cara y con peor resultados. El dilema cada vez tiene menos recorrido y empuja a que los ciudadanos que se puedan pagar una Sanidad mejor, la abonen de su bolsillo. Empujan a una Sanidad de ricos y pobres. Eso sí que es una privatización de la Sanidad.

Tenemos que ser optimistas ante lo que está por venir, pero para ello tenemos que tomar decisiones poniéndonos en la piel de los pacientes y por encima de las diferentes ideologías.

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