Los sistemas sanitarios se enfrentan a dos grandes retos: un escenario demográfico marcado por el envejecimiento de la población y que favorece la cronicidad y un incremento de costes que pone en riesgo la sostenibilidad del sistema. En muchas ocasiones nos referimos a estos retos cuando hablamos del futuro, pero ambos forman parte de nuestra realidad actual. Hoy, el 91% de la mortalidad en nuestro país se debe ya a enfermedades crónicas, muchas de ellas prevenibles. Esto nos obliga a impulsar un nuevo modelo de organización y gestión sanitaria que sustituya al actual, demasiado centrado en la atención a los pacientes agudos, y que impulse la prevención y la atención precoz, la monitorización a distancia de los pacientes, una atención sociosanitaria integral o una educación de los ciudadanos en salud. Por supuesto, el cambio de paradigma conlleva un incremento en los costes, agravado por la necesidad de incorporar los últimos avances tecnológicos o medicamentos innovadores. La cuestión clave es cómo financiar ese incremento de costes.
Para hacer frente a estos retos es necesario desarrollar una estrategia que impulse cambios organizativos, empezando por dejar de distinguir entre sanidad pública y privada. En un escenario con recursos limitados, es imprescindible una planificación integral que tenga en cuenta todos los recursos disponibles, independientemente de su titularidad.
A la vez, es imprescindible mejorar nuestra capacidad de gestión e impulsar la prevención y el seguimiento de los pacientes para evitar su empeoramiento y los costes adicionales que conlleva, tanto en términos de salud de las personas como económicos.
En tercer lugar, debemos aplicar las posibilidades que permiten las nuevas tecnologías. No se trata solo de implantar las herramientas tecnológicas más avanzadas y costosas (que también hay que hacerlo) sino de aprovechar, por ejemplo, los nuevos sistemas de seguimiento y monitorización a distancia y la mayor predisposición de los pacientes a compartir sus datos e implicarse en el cuidado de su salud.
Las empresas de la sanidad privada hemos mostrado nuestra disposición a trabajar con las Administraciones para construir el sistema sanitario del futuro. Como no podía ser de otra manera, hemos empezado por nuestra propia transformación. El Grupo ASISA desarrolla desde hace años un proceso para construir y fortalecer un sistema de atención integral a nuestros asegurados, apoyado en la mayor red asistencial propiedad de una aseguradora, que ya cuenta con 15 hospitales, 35 centros médicos y, en total, casi 75 clínicas especializadas en tratamientos dentales, oftalmológicos, de reproducción asistida, etc. Esta red nos permite colocar a nuestros asegurados en el centro de todo cuanto hacemos y ofrecerles una atención de la máxima calidad que persigue la excelencia. Para ello, hemos invertido más de 335 millones de euros desde 2010 en la modernización de nuestros centros y la incorporación de la última tecnología. Dos ejemplos recientes ejemplifican esta apuesta: la apertura en HLA El Ángel (Málaga) de la primera Unidad de Cirugía Robótica en un hospital privado en Andalucía o la ampliación de HLA Perpetuo Socorro (Lleida) para convertirlo en un hospital de referencia en Cataluña.
A la vez, estamos desarrollando un programa piloto basado en el uso de tecnología para el control de pacientes con enfermedades crónicas mediante una monitorización continua a distancia. Su objetivo es prevenir y detectar de forma precoz las reagudizaciones de los pacientes que sufren dolencias crónicas y activar los recursos asistenciales necesarios en cada caso.
Son solo algunos ejemplos de esa transformación para hacer frente a los retos a los que nos enfrentamos las empresas sanitarias y que nos permitirá seguir siendo competitivos en el futuro y colaborar con las administraciones para la eficacia y la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario.