Vivimos y somos parte protagonista del cambio que se está produciendo en la medicina tendente a ser un modelo más participativo, personalizado, predictivo, poblacional, preventivo y preciso. Y en este cambio sin duda que el emprendimiento privado en sanidad tiene mucho que ver y que aportar. De hecho, la idiosincrasia y razón de ser de nuestro sector es el de procurar que el paciente y su entorno y el ciudadano desde un concepto macro dispongan de la mayor información posible para que pueda ejercer su derecho a la libre elección, un valor inherente a todo sistema sanitario que se precie, ya que sin libertad de elección y circulación difícilmente se puede hablar de empoderamiento y de participación del individuo.
Una de las grandes virtudes y valores del sistema sanitario de titularidad privada es que en él las personas tienen capacidad de elegir, no representa un entorno cautivo en el que no hay posibilidad de mostrar preferencia por un centro, un servicio o un profesional, sino más bien todo lo contrario; en la sanidad privada cada asegurado o cada usuario del sistema elige en base a la información disponible y a la propia percepción generada por su experiencia y la del propio entorno en relación con su proceso o sus necesidades. Un paciente empoderado y colaborativo contribuye sin duda a dotar de sostenibilidad al sistema.
Otra de las características importantes de este sector privado es la flexibilidad en su conformación: no es una estructura rígida y por lo tanto es capaz de adaptarse de una forma ágil, pronta y eficaz a las necesidades manifestadas por los ciudadanos que depositan su confianza en él, algo que es fundamental para conseguir los mejores resultados en todos los sentidos posibles. Las estructuras rígidas generan ineficiencias evidentes a la vez que una menor productividad por término medio, lo que redunda en una mayor complejidad a la hora de alcanzar niveles satisfactorios en los indicadores más relevantes relacionados con los resultados de salud cuantitativos y cualitativos.
Un aspecto relevante e imprescindible es el de dotar al paciente, al ciudadano, de continuidad asistencial en su discurrir por el sistema sanitario, de tal forma que pueda portar consigo y utilizar a voluntad sus propios datos de salud, su biografía sanitaria, con el fin de que se eviten duplicidades y redundancias y se incremente por lo tanto la eficiencia y efectividad del sistema.
Si aunamos valores como calidad, seguridad, resultados, experiencia de paciente, innovación disruptiva, de reposición e incremental, profesionales altamente cualificados, gestión eficiente y centros modernos y adaptados a las necesidades asistenciales de nuestro tiempo podremos entender cómo el sector de la sanidad privada en nuestro país consigue las cifras y datos que actualmente ofrece este informe “Sanidad Privada, aportando valor 2022”.
Un aspecto determinante es el de la capacidad y forma de asumir la complejidad y la implantación de la tecnología más avanzada en el entorno privado. En el sector privado de la sanidad se encuentran implantadas las innovaciones más vanguardistas, lo que permite alcanzar resultados en diagnóstico y tratamiento dignos de resaltar, así como unos niveles de resolución asistencial y pronóstico incomparables, al mismo nivel o incluso superior a los estándares internacionales más exigentes, dada su mayor precisión, sensibilidad y especificidad.
Esto es posible gracias a técnicas de última generación como las híbridas en diagnosis, las de emisión de protones, los ultrasonidos de alta frecuencia (HIFU), la cirugía robótica aplicada a los procesos más complejos, los quirófanos híbridos, las tecnologías de inteligencia artificial y el “data science”, las de cirugía mínimamente invasiva, las de 4D-5D o la impresión 3D entre otras.
En definitiva, un sector que apuesta decididamente por el futuro asentado en criterios de sostenibilidad y en estrategias que se apoyan en la innovación y culminan con una transformación digital que se posiciona ya como imprescindible y que se erige como sustrato perfecto para la generación de escenarios colaborativos conformados por la iniciativa privada y pública mediante modelos sinérgicos y simbióticos.
Este es el caso de Optima, una iniciativa coparticipada que trata de aprovechar el potencial de la Inteligencia Artificial (IA) para permitir una atención personalizada, más adecuada tanto para las personas afectadas por un cáncer de próstata, mama o pulmón como para sus familias. Una iniciativa que hoy por hoy se encuentra a la vanguardia de la innovación sanitaria en Europa, en el que 36 organizaciones públicas y privadas, multidisciplinarias en el ámbito clínico, académico, del paciente, regulatorio, ciencias de la información, legal, ético y farmacéutico han unido sus esfuerzos para cumplir con el objetivo previamente establecido. Un desarrollo basado en otros proyectos IMI (como Ehden, Pioneer y Harmony) que apoyan el European Health Data Space (EHDS), una iniciativa de la Comisión Europea promotora de un mejor intercambio y acceso a diferentes tipos de datos sanitarios con la intención de respaldar la prestación de asistencia sanitaria, la investigación y las políticas sanitarias.
Solo apostando por la innovación (estamos preparados para asumir las responsabilidades que pudieran surgir de un hipotético pacto por la innovación y la sanidad para su gestión eficiente, efectiva y sinérgica en beneficio de todos los ciudadanos), la excelencia asistencial, la calidad y seguridad y los resultados de salud más avanzados en base al conocimiento científico existente es como se puede alcanzar el objetivo de ser el “partner” preferido y elegido por la población en materia del cuidado de su salud y su bienestar.