Es complicado decir mucho más de todo lo que ya hemos dicho a lo largo de estos días, aunque se barrunta que este largo período de confinamiento en casa para todos aquellos que no encajan en los supuestos establecidos por el Gobierno se va a prolongar más de lo que todos esperamos y deseamos.
China es el único país que ha frenado la progresión del virus, por ello es muy importante fijarnos en las medidas que han necesitado establecer, poner en marcha y seguirlas a rajatabla, y una de ellas ha sido precisamente el aislamiento de los pacientes y el confinamiento riguroso de la población. Este aspecto es esencial.
Desgraciadamente esta pandemia está dejando tras de sí no solo sufrimiento en las familias sino además pérdida de seres queridos con todo el dolor que ello significa. Es por esto por lo que desde estas breves líneas la Fundación IDIS quiere transmitir todo su apoyo a la vez que trasladar su solidaridad con todos aquellos que sufren, además de sus condolencias a quienes han tenido la desdicha de haber perdido un familiar o un ser querido.
Por otro lado, como en todo momento de crisis, siempre surgen héroes anónimos que son capaces de darlo todo a cambio de nada, si acaso, de la satisfacción que produce el deber cumplido, especialmente cuando este se refiere a tratar de ayudar a los demás en situaciones extremas como es el caso de las graves consecuencias de la progresión del COVID-19 en nuestro país y en el mundo.
En este caso nos referimos a todos los profesionales sanitarios especialmente, una vez que desarrollan su actividad en la cabecera del enfermo o desde la farmacia o desde su consulta cuidando y velando por él, sin cejar en el empeño ni anteponiendo su propia salud o su cansancio a la durísima situación que están viviendo y protagonizando. No hay suficiente agradecimiento en el mundo para expresar toda nuestra admiración y reconocimiento por su titánica tarea callada y silenciosa a la vez que ardua y mayúscula.
No queremos dejar pasar la oportunidad para dejar patente y agradecer también la dedicación y profesionalidad de todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y Protección Civil que se encuentran en las calles velando por nuestra seguridad, enviando a sus domicilios a quienes desgraciadamente no han entendido aún la gravedad de la situación, los menos, es verdad, pero todavía los hay.
Queremos aplaudir también a toda la población que en situaciones complejas se organiza y pone en marcha las más diversas iniciativas de solidaridad, todas ellas cargadas de bondad y valores. Una sociedad que ha entendido que solo cuidándose cada persona a través de las medidas establecidas en base al criterio de los expertos es la mejor forma de proteger a los demás, de ahí el acertado hashtag #QuédateEnCasa que expresa de forma clara y contundente cuál ha de ser nuestro comportamiento imperativo ante esta situación.
Finalmente, y sin querer dejar fuera de estas líneas a nadie puesto que todos como sociedad civil merecemos el mayor de los aplausos, como los que damos todos los días a las ocho de la tarde desde los balcones, es importante poner también en valor la encomiable tarea de los investigadores que están a la carrera tratando de encontrar un remedio, una solución eficaz a tamaño reto y a los profesionales de los medios de comunicación, de todos aquellos que nos informan honestamente y de forma rigurosa y objetiva en cada momento, en cada instante de esta desafortunada circunstancia.
En este punto una mención de reprobación enérgica a todos aquellos que favorecen el discurrir de los bulos, generan y transmiten noticias falsas, fomentan el alarmismo o el amarillismo y se aprovechan de la buena voluntad y desconocimiento de algunos sobre lo que es y supone esta enfermedad infecciosa. Nuestra más enérgica condena hacia ellos y sus prácticas irresponsables.
Nos hemos dado cuenta, y es muy bueno, que por primera vez no hay apellidos a la hora de referirse al entorno sanitario, todos unidos en una situación de extrema complejidad y gravedad como la actual, de la mano, sanidad solo hay una al igual que medicina, profesionales y pacientes, que también son únicos.
De esta desdichada circunstancia también vamos a aprender más de una lección para estar lo más acertados posible en el futuro, y dentro de estas enseñanzas de las que nos dota esta experiencia queremos resaltar una idea: Si a la sanidad de titularidad privada le va bien a la vertiente pública sanitaria también le irá bien y viceversa. Once millones de españoles confían ya su salud y la de los suyos en el entorno privado y eso significa mucho como para obviarlo. No reconocerlo e incluso penalizarlo o tratar de estigmatizarlo supone un enorme error que puede pasarnos factura.
En una sociedad globalizada como la actual no es conveniente ni oportuno tratar de ponerle puertas al campo. Las estrategias y planes de acción hoy en día para tener éxito han de tener el marchamo de ser colaborativos, matriciales, de código abierto y en red. Solo sumando es como serviremos de forma adecuada a nuestra sociedad y en ello estamos.