Lo primero y más importante cuando hablamos de trauma y TCA es explicar qué es exactamente el trauma. “La palabra trauma deriva del griego y significa herida. Una definición más exacta de trauma sería: una herida duradera que puede ser provocada por variadas situaciones. Y este trauma emocional, es una herida psicológica provocada por situaciones extraordinarias, abrumadoras y perturbadoras, siendo situaciones altamente estresantes para cualquier persona -imaginaos para los más pequeños, o los más jóvenes- que suponen una grave amenaza para la vida y la integridad de las personas que lo sufren”, explica Montserrat Guarda.
Los procesos traumáticos como puede ser el abuso sexual en la infancia o adolescencia están íntimamente relacionados con los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). La necesidad de estar atentos a la detección del trauma es imprescindible para considerar las especificaciones del tratamiento y del acompañamiento que se da a la persona.
Las personas tenemos recursos para gestionar las situaciones que vivimos. El problema ocurre cuando tratamos con experiencias traumáticas, ya que estás desbordan por completo a la persona hasta el punto de llegar a desregular emocionalmente y desencadenar trastornos de salud mental como podrían ser el caso de los trastornos de la conducta alimentaria.
Anabel González explica que “el trauma sexual se relaciona más con los perfiles de anorexia, aunque podemos encontrarnos otros tipos de patología. ¿Por qué puede estar relacionado? Hay muchas rutas, unas son más obvias o simbólicas. Yo tengo la sensación de asco y hace que yo me relacione con mi cuerpo de una forma particular. Sentir que mi cuerpo ha sido el culpable de que pasara eso. Si mi cuerpo desaparece, evito miradas y me protejo. Igual si dejo de tener curvas. Y también ocurre con la vergüenza: esa vergüenza se filtra hacia dentro y entonces me siento yo con vergüenza. También nace una necesidad de control: ¿qué puedo controlar? Mi cuerpo, la comida, por ejemplo”.
Cuando hablamos del tratamiento de los TCA es muy importante conocer y ajustar el tratamiento según el tipo de problema que tenga la persona para poder llegar al núcleo del problema y tratar qué está causando estos problemas. Para poder adecuar el tratamiento a las necesidades concretas de la persona es primordial saber si se trata de un TCA con depresión, qué tipo de apego tiene esa persona, si hay disociación.
“La disociación es una solución contra la incoherencia afectivo-cognitiva. El trauma nos mete en la dirección de no puedo salir de aquí, solo hay dolor, no puedo hacer nada… pero por otro lado siento que tengo que salir adelante, y vivir la vida cotidiana, es en este punto donde se disocia, y al final, vas yendo de una dirección a otra generándose una herida mucho mayor”, comenta Anabel.
El tratamiento de los trastornos alimentarios que están relacionados con el trauma puede ser complejo y requiere un enfoque multidisciplinar y coordinado. “Trabajamos con personas que tienen prácticamente afectadas todas las áreas de sus vidas: la psicológica, la emocional, la física, la nutricional. Debemos coordinarnos muy bien con todos los profesionales para poder entender la complejidad que hay detrás de estos problemas y ayudar en la mejoría de los y las pacientes”, explica Uxía Domínguez. “Hay que trabajar con nosotros mismos, promover el autocuidado, conectar con nosotros mismos, con nuestra historia y con los demás. Es necesaria la terapia grupal, pero sin caer en esa idea continua de qué son víctimas, sino de compartir, de crear un espacio seguro. Además, es muy importante incorporar a las familias: cuando las familias reman, vemos que favorece bastante a la recuperación”, añade la profesional.
Cuando el equipo de profesionales, la persona que está sufriendo y las familias trabajan conjuntamente en conseguir el mismo objetivo, la probabilidad de éxito del tratamiento aumenta mucho y así lo muestran los datos de Ita A Coruña: donde el 87% de las pacientes que inician tratamiento en el centro son dadas de alta al año por objetivo cumplidos; y, el índice de adherencia al tratamiento es de un 90%.
Ita A Coruña cuenta con subvenciones y colaboraciones con seguros escolares y seguros sanitarios privados para que nadie que lo necesite se quede sin un tratamiento especializado.