En noviembre de este año se han cumplido seis años del inicio de la actividad de la nueva sede de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid. Como es lógico, no han faltado las dificultades de cualquier inicio, pero esta experiencia ha traído, ante todo, la ilusión de muchos profesionales jóvenes y de proyectos, como la Unidad de Protonterapia o la implantación del currículum integrado de la Facultad de Medicina. Es un alegre torrente que llega hasta nuestra sede de Pamplona, que conforma, con la de Madrid, un único hospital.

Desde 1962, la Clínica Universidad de Navarra ha querido construir un modelo que, poniendo al paciente en el centro, quiere impulsar la investigación médica -vamos de la mano de un centro de investigación preclínica como el Cima-, así como la formación de los profesionales sanitarios del futuro.

Un día pregunté a un antiguo especialista de nuestro hospital por qué era importante que un médico investigara: al fin y al cabo, un paciente no suele hacerse esa pregunta, ya que lo que busca es una respuesta a sus problemas de salud. Este doctor con muchas horas de consulta y de laboratorio resolvió mi cuestión mostrándome la obviedad de que un médico que investiga es mejor para el paciente, porque ha descubierto nuevas y mejores formas de abordar la enfermedad, ha discutido con sus colegas en foros profesionales, ha peleado por publicar en revistas científicas de impacto, o ha intentado traer a su hospital el ensayo clínico más reciente. Para esto, no hay que olvidarlo, hay que respetar las horas de investigación en la agenda de nuestros médicos.

Otra constatación aparentemente simple remarca la importancia de que el hospital sea también un lugar de aprendizaje: aquello que somos capaces de explicar es aquello que realmente sabemos, y el conocimiento es la mejor ciencia que se puede ofrecer a los pacientes. No somos dueños de los conocimientos que hemos leído, escuchado u observado a lo largo de nuestra vida. Lo que verdaderamente conocemos es lo que podemos transmitir a otros, a los futuros especialistas en formación, a los alumnos de Medicina y de Enfermería que pueblan el hospital o a los colegas que completan un fellowship. Cuánto más podamos explicar a otros, más sabremos, y más y mejor podremos curar a nuestros pacientes.

De acuerdo con esta identidad académica -genuinamente universitaria-, la Clínica Universidad de Navarra quiere trabajar con todos los actores del sistema sanitario. Como recuerda la Fundación IDIS, se trata de sanidad, sin adjetivos.

En la Clínica conocemos el valor de colaborar mano a mano con nuestros vecinos -cruzando la calle, en Pamplona- del Hospital Universitario de Navarra. Con Quirónsalud, nuestro Cancer Cencer organizó en junio pasado en Madrid el congreso mundial más importante de Protonterapia, una tecnología en la que ambos hemos sido pioneros en España. Nuestra Unidad de Ensayos Clínicos tiene la suerte de participar en el desarrollo de los últimos tratamientos con la colaboración de hospitales públicos y privados de nuestro país y de todo el mundo, también gracias al compromiso de la industria farmacéutica. Alumnos de nuestra Universidad y de otros centros se forman en este hospital con sonada vocación docente. Cada curso, recibimos y despedimos a nuevos especialistas de los programas de Formación Sanitaria Especializada que trabajarán por el bien de la sociedad en todo el sistema sanitario.

Tengo la suerte de colaborar en este medio en los días previos a la Navidad. Junto con mi felicitación para todos, siento que es un momento como pocos en el año para agradecer el trabajo realmente vocacional de todos los profesionales de la sanidad española. Están dedicados a las necesidades diarias de cada paciente: médicos y otros especialistas, enfermeras, auxiliares, técnicos, administrativos, personal de cocina, de limpieza y de mantenimiento. Todos ellos curan y cuidan con un nivel de excelencia digno de admiración y agradecimiento.