La sanidad privada viene liderando en los últimos años la adopción de servicios digitales con los que ofrecer una respuesta complementaria a la creciente demanda asistencial.
Desde la telemedicina hasta la historia clínica electrónica, desde la prescripción digital hasta la integración de datos entre niveles asistenciales, se trata de avances que no solo posibilitan una atención más accesible, resolutiva y personalizada, sino que también pueden ayudar a gestionar mejor algunos de los grandes retos a los que se enfrenta el sistema como el aumento de la cronicidad, el envejecimiento poblacional, la desigualdad en el acceso a los servicios, el encarecimiento de la asistencia o la presión sobre las urgencias.
Del lado del sistema, la digitalización acorta tiempos de respuesta y listas de espera, ayuda a que el profesional pueda centrarse en la parte clínica, liberándole de carga administrativa gracias a la automatización de procesos, y mejora la continuidad asistencial, además de optimizar recursos y disminuir el riesgo de errores e ineficiencias.
Al mismo tiempo, la posibilidad de contactar desde cualquier momento y lugar con un profesional contribuye a una experiencia de paciente más ágil, cómoda y flexible, así como a reducir desplazamientos innecesarios y a simplificar el recorrido por el sistema, aportando, sin embargo, una percepción de acompañamiento permanente.
IMQ, líder de la sanidad privada en Euskadi, ha realizado también una decidida apuesta por la digitalización como palanca para reforzar la calidad asistencial y la cercanía al paciente. Ello se ha traducido no solo en nuevos servicios, sino también en la renovación continua de aplicaciones y funcionalidades y la integración de soluciones digitales en el día a día de clínicas, centros médicos y servicios sociosanitarios, reforzando la continuidad entre lo presencial y lo digital. Entre los servicios más relevantes destacan la prescripción digital, la historia clínica en movilidad, la cita online, la videoconsulta o el chat médico inmediato, la tarjeta sanitaria en el móvil, además de servicios de fisioterapia y nutricionista digital que pronto se verán completados por otros de dermatología. Todo ello desde accesible a través de una app.
La inteligencia artificial, el análisis de datos y las soluciones de IoT sanitario están ayudando a potencian aún más este enfoque para facilitar diagnósticos más precisos, decisiones clínicas mejor informadas y planes terapéuticos más personalizados.
En el área sociosanitaria, IMQ ha impulsado también plataformas tecnológicas para monitorizar y apoyar a personas mayores o en situación de dependencia, reforzando la continuidad entre el domicilio, los centros residenciales y los recursos sanitarios y ofreciendo seguridad y cercanía tanto a los pacientes como a sus familias.
Pese a las ventajas descritas, es también importante señalar que la digitalización no reemplaza en ningún caso a la atención presencial ni al contacto físico entre médico y paciente que sigue siendo imprescindible para el abordaje de numerosas patologías, así como en el control de procesos complejos, y no solo por la información que aporta la evaluación directa, sino, sobre todo, por la confianza, cercanía y calidad humana que en los procesos asistenciales a menudo resultan tan importantes como el tratamiento.
Desde este punto de vista, la clave pasa por un modelo híbrido en el que la telemedicina filtre, agilice y acompañe, mientras la consulta presencial se reserve para los momentos en los que el examen físico, la tecnología diagnóstica in situ o la intervención directa sean necesarios. La digitalización es un aliado que refuerza, pero que nunca va a sustituir la relación médico-paciente y la humanización de la asistencia.