Martes, 16 de marzo de 2021   |  Número 134
El 8% de los niños y el 5,7% de las niñas entre 2 y 17 años de edad en Euskadi tienen obesidad
En cuanto al sobrepeso, este porcentaje sube hasta el 25,9% en niños y el 25 % en niñas
La dieta es un aspecto indispensable para la lucha contra la obesidad.

Según los datos de la Encuesta Nacional de Salud para la población de Euskadi, cuya última referencia disponible corresponde a 2017, el 8% de los niños y el 5,7% de las niñas entre 2 y 17 años de edad en Euskadi tiene obesidad. En cuanto al sobrepeso, este porcentaje sube hasta el 25,9% en niños y el 25% en niñas. Es decir, cerca de uno de cada tres niños y niñas vascos tiene sobrepeso u obesidad.

A pesar de que las cifras de Euskadi se sitúan por debajo de muchas otras Comunidades Autónomas, el sobrepeso y la obesidad representan un problema de primer orden, siendo una amenaza silente a la salud pública en el mundo.

En la lucha contra este problema, la especialidad de Endocrinología y Nutrición es la punta de lanza. Tal y como destaca la Dra. Nerea Gil, endocrinóloga de IMQ, «en la lucha contra la obesidad hay que ir más allá y aplicar buenos hábitos alimenticios desde que la madre está embarazada, ya que los cambios que se producen en la microbiota intestinal durante el periodo de gestación pueden ser determinantes de cara al futuro. Conviene actuar desde los primeros estadios, ya que si estamos ante niños obesos, nos vamos a encontrar con adultos obesos».

Es importante ser conscientes de que la microbiota intestinal afecta a la obesidad. «En relación a las bacterias que se encuentran en el intestino, los estudios médicos están poniendo de manifiesto cómo la microbiota de una persona cambia si su peso es normal o si sufre sobrepeso u obesidad. No está muy claro si son los cambios en la microbiota los que hacen que una persona tienda a tener más peso, o si la alimentación de una persona obesa perpetúa en esas alteraciones que suelen provocar un aumento de las bacterias no beneficiosas para el organismo y la disminución de aquellas que ayudan a hacer bien la digestión, entre otras funciones».

Según indica la endocrinóloga de IMQ, «las bacterias que aumentan el sobrepeso suelen ser las causantes de provocar alteraciones a la hora de hacer bien la digestión o que se tengan más gases. Además, absorben muchas más calorías y nutrientes. Ello supone que con la misma comida una persona engordaría más que otra según tenga una microbiota sana o alterada».

La Dra. Gil aboga por «enseñar a los pacientes una alimentación que puedan incorporar sin esfuerzo a su vida diaria, una alimentación basada en la dieta mediterránea. De este modo, una vez que se ha interiorizado un patrón alimenticio correcto, éste se convierte en la forma habitual de alimentarse. Eso sí, no puede ser una dieta en la que el paciente pase hambre, porque una dieta que deje sensación de hambre no va a ser eficaz durante mucho tiempo».

No solo dieta: también ejercicio

Si la dieta es un aspecto indispensable para la lucha contra la obesidad, no lo es menos el ejercicio físico. «Si no enseñas estos hábitos desde corta edad, va a ser muy difícil enseñarlos de mayor».

Y es que en Euskadi, el 5,6% de los niños y el 7,9% de las niñas entre 7 y 14 años de edad no realiza ningún ejercicio físico, tal y como refleja la Encuesta de Salud de Euskadi 2018. En contra, el 62,5% de los niños y el 53,3% de las niñas realizan más de dos horas semanales de actividad física. Las desigualdades socioeconómicas en la práctica de actividad física son manifiestas, siendo casi tres veces más activas las niñas de la clase social perteneciente a familias con más renta que las de menor renta. En los niños, las diferencias son igualmente  muy significativas.

«No hay que hacer un ejercicio desmesurado, ni se tiene que acudir obligatoriamente a los gimnasios; el mero hecho de caminar todos los días de manera rutinaria puede ser suficiente para una persona adulta», recalca la endocrinóloga de IMQ.

Diabesidad

La epidemia de obesidad tiene una influencia directa en la incidencia de diabetes mellitus tipo dos. «Quiero pensar que vamos a mejor, pero la diabetes está aumentando día tras día. Hace unos años se decía que la diabetes tipo dos era de gente mayor, de 50 o 60 años, pero cada vez veo más gente de 40, incluso niños. Esto es algo sobre lo que hay que actuar con contundencia. Una vez que se empieza con la diabetes, es difícil curarla», concluye.

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