El 96 por ciento de las mujeres que ha recurrido a la reproducción asistida para tener un hijo recomendaría estas técnicas a quien encontrara dificultades a la hora de conseguirlo. Así lo recoge la “Encuesta Merck sobre los primeros pasos hacia la maternidad”, una iniciativa de la compañía de ciencia y tecnología Merck realizada con el apoyo técnico del instituto de investigación de mercado PSYMA y cuyos principales resultados se han dado a conocer con motivo del Día de la Madre.
La encuesta se lanzó vía online a una muestra de población general de España y, de las 648 personas impactadas, 102 fueron mujeres que en los últimos dos años han estado o están realizándose un tratamiento de fertilidad. Entre estas, la media de tiempo que transcurrió hasta que pidieron ayuda a un especialista en reproducción asistida para quedarse embarazadas fue de 22 meses. En este sentido, la OMS define la infertilidad como la incapacidad de una pareja para concebir o llevar un embarazo a término tras mantener durante un año o más relaciones sexuales sin protección de manera regular. Además, si la mujer tiene más de 35 años, se recomienda que la pareja visite a un médico después de un periodo de solo 6 meses intentando concebir sin éxito.
Según recoge este informe, siete de cada diez mujeres que se realizan un tratamiento de fertilidad en nuestro país nunca se habían planteado que tendrían que recurrir a alguna técnica de reproducción asistida para lograr quedarse embarazadas.
“La infertilidad es una condición compleja que puede afectar a la relación de pareja y a cada uno de los miembros de esta de manera individual, aflorando episodios de depresión, sentimiento de culpa o sensación de fracaso. En Merck hemos querido escuchar de nuevo a las mujeres que desean ser madres y conocer de primera mano cuál es su realidad. Ya hemos contribuido al nacimiento de alrededor de 4 millones de niños en todo el mundo y seguiremos acompañando a estas mujeres para que consigan convertir su deseo de tener un hijo en realidad”, explica Julio Varela, director de Fertilidad de Merck.
El tiempo es un factor crítico a la hora de garantizar el éxito de los procesos de reproducción asistida, tanto por su efecto en la salud reproductiva de la mujer como por su influencia en las decisiones que deben tomar los ginecólogos y embriólogos. De hecho, demorar el momento de iniciar un tratamiento de reproducción asistida implica una reducción de las posibilidades de éxito, motivo por el cual no conviene retrasar la decisión de pedir ayuda. Aun así, es importante saber que más del 80 por ciento de las mujeres con menos de 38 años que recurren a la reproducción asistida consigue tener un hijo.
Aceptada la necesidad, hay que elegir el centro
El primer gran paso para las mujeres que encuentran dificultades a la hora de tener un hijo es, por tanto, asumir que para ser madres han de acudir a la reproducción asistida.
Una vez aceptada esta situación, deben decidir dónde iniciar el proceso. Según la encuesta, en el momento de la elección, el 13 por ciento de las pacientes que optaron por la vía privada conocía poco o nada de la clínica.
“Antes de tener que recurrir a una de estas técnicas, la información que tenemos las mujeres es bastante limitada, porque a pesar de que la reproducción asistida está dejando de ser un tema tabú, como era hace pocos años, nunca nos imaginamos que vamos a tener que precisar de un tratamiento para quedarnos embarazadas. Cuando el embarazo no llega es cuando se comienza a buscar información”, afirma la embrióloga Irene Cuevas, vocal de la junta directiva de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF).
Impacto emocional y profesional
El tratamiento de reproducción asistida es un proceso con una importante implicación emocional y, por esta razón, las mujeres que solicitan este tipo de ayuda reconocen que se necesitaría una mayor atención psicológica. De hecho, el 41 por ciento de las encuestadas que han vivido esta experiencia considera que este es el principal aspecto a mejorar del tratamiento.
Además, impacta notablemente sobre sus rutinas diarias y profesionales, interfiriendo en sus vidas en más de la mitad de los casos (55,4 por ciento). Las principales dificultades tienen lugar en el entorno y dinámica laboral, donde los problemas de conciliación aparecen incluso antes de formar una familia. La penalización encubierta de la maternidad existente en ciertos entornos profesionales agrava esta situación. De hecho, de las mujeres que cuentan a las personas de su entorno cercano que han recurrido a la reproducción asistida, solo el 11,4% lo comunica en el trabajo.
“Una estimulación ovárica requiere visitas médicas sucesivas en un corto período de tiempo y muchas mujeres prefieren que en el trabajo no se sepa que están realizando un tratamiento de reproducción asistida, no por el propio tratamiento, sino por el hecho de que su puesto de trabajo pueda verse amenazado ante un inminente embarazo y maternidad”, recalca la vocal de la junta directiva de la SEF.
En lo que se refiere a los prejuicios sociales y el secretismo que antaño acompañaban a la reproducción asistida, la encuesta demuestra que hay una tendencia hacia la normalización social de este tipo de técnicas para ser madre. Prueba de ello es que 8 de cada 10 mujeres se lo comunican a las personas de su entorno (familia y amistades).