Pese a la cifra inasumible de fallecidos que día a día soportamos por el COVID-19, como sociedad debemos aprovechar las pocas cosas positivas que nos brinda la existencia de esta terrible pandemia, que a todas luces nos ha cambiado a todos la mirada.
Una de esas oportunidades, que no podemos dejar escapar, reside en la ingente necesidad de información que demanda la ciencia para afrontar los desafíos que plantea este virus, y que ha provocado una verdadera carrera en el seno de la comunidad científica y de los profesionales sanitarios de todo el planeta para encontrar una vacuna o un tratamiento efectivo.
Es en este punto donde emerge un arma que va a ser clave para superar con éxito esta situación en emergencia: el dato sanitario, que representa en este siglo XXI lo mismo que significó para la Medicina del siglo XX la Biología Molecular, y que debería ser declarado patrimonio universal de la humanidad.
En abril de 2020 nos encontramos inmersos en medio de la primera ola de la pandemia con centenares de fallecidos y los hospitales literalmente a reventar, y nos dimos cuenta de que contábamos con la historia clínica de centenares de pacientes con información pormenorizada sobre tratamientos, ingresos, pasos por UCI, pruebas diagnósticas por imagen, resultados de laboratorio, alta o deceso, entre otros muchos registros.
En ese momento en HM Hospitales decidimos abandonar postulados mercantilistas y aplicar ante situaciones extremas decisiones excepcionales. De esta forma, fuimos pioneros en el mundo en poner a disposición de la comunidad científica internacional un ‘dataset’ anonimizado con los datos clínicos de todos los pacientes que han sido atendidos por COVID-19 en nuestros centros, más de 3.000 hasta la fecha. Lo llamamos ‘COVID DATA SAVE LIVES’ y tiene vocación de continuidad porque es una base de datos viva y en constante actualización, que se nutre de nuevos datos de pacientes tratados en las sucesivas olas de la pandemia.
La acogida que ha tenido esta base de datos entre la comunidad científica internacional ha sido excepcional, hasta el punto de que centenares de universidades, grupos de investigación, centros de computación, gobiernos y empresas del sector de las TICs y sanitario de más de cuarenta países han mostrado interés por este proyecto. Incluso el ‘Massachusetts Institute of Technology’ (MIT) o la Universidad de Harvard lo están usando para predecir la evolución del COVID-19.
De hecho, el dato sanitario no se circunscribe en exclusiva al COVID -19, ya que estamos trabajando para cerrar acuerdos estratégicos con universidades y empresas del sector para liberar los datos anonimizados de pacientes de otras patologías, que sin duda ayudarán a anticipar diagnósticos y optimizar tratamientos en Oncología, enfermedades neurodegenerativas o cardiovasculares, por poner algunos ejemplos.
Aspiramos a no ser los únicos, y que todo aquel que pueda, sea ‘player’ público o privado, ponga de forma desinteresada sus datos a disposición de los científicos, siempre con la connivencia del paciente, que a la postre es el dueño último de esa información.
El objetivo final es que el análisis masivo de estos datos clínicos cruzados con inteligencia artificial puedan proporcionar e identificar modelos predictivos de evolución, modelos epidemiológicos, información sobre la respuesta a los diversos tratamientos aplicados, conocimientos sobre el comportamiento del virus para la creación de una vacuna y datos sociodemográficos sobre el impacto del virus en la población.