En los últimos meses y como consecuencia de la emergencia sanitaria de la COVID-19 se ha producido un impulso muy significativo en la forma en la que las empresas utilizan la tecnología. Según el informe “Adaptable Architecture: The Backbone for Digital Business Models” de la consultora IDC y la multinacional Workday, el 85% de las organizaciones tienen un sistema informático básico anticuado, algo que se ha acentuado con esta crisis donde el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ha pasado de ser una necesidad para todos a convertirse en una obligación en aras de la mejora de la competitividad y el liderazgo.
En tiempos inciertos y mientras se afrontan los retos y problemas consecuencia de la COVID-19, las empresas necesitan un impulso a sus niveles de agilidad organizativa y de sus sistemas y operaciones a través de la innovación tecnológica y la transformación digital (no únicamente a nivel de la alta dirección, sino también y especialmente entre los mandos intermedios, que son quienes deben valorarlos y gestionarlos teniendo muy en cuenta los beneficios, las oportunidades inherentes a su implantación y los riesgos de no hacerlo, y trasladarlo todo a la alta dirección teniendo en cuenta las mejoras internas, los costes y las pérdidas en las que se puede incurrir por una inadecuada o inexistente implantación tecnológica). En este sentido, “la transformación digital debe ser entendida como una oportunidad real para mejorar los procesos y procedimientos y teniendo la mirada puesta en la consecución de los objetivos, metas y resultados planteados por la organización.
Es destacable señalar que los resultados no van a cambiar ni, por lo tanto, a mejorar si se continúan aplicando las mismas fórmulas y modelos de gestión. Por ello, es importante ubicar la innovación como un elemento básico, como la columna vertebral que aporta valor real a la empresa y que le permite adaptarse y responder a los cambios frecuentes del mercado de forma dinámica, pronta y eficaz”: así se ha puesto de manifiesto durante el III Foro IDIálogoS “El Covid-19 como acelerador de la transformación digital”, organizado por el Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (Fundación IDIS), tal como ha manifestado Marta Villanueva su directora general y a la vez moderadora de la sesión.
Javier Peris, vicepresidente ejecutivo en itSMF; Mariano J. Benito, CISO de GMV Secure eSolutions y vicepresidente de Cloud Security Alliance España y Francisco Gónzalez Calero, lead advisor Internacional en Govertis han constituido la mesa de debate en la que se han aportado las estrategias que articulan una auténtica transformación digital adecuada y adaptada a las necesidades del mercado y de los diferentes grupos de interés que giran en torno a una organización como verdaderos artífices y moduladores de los resultados conseguidos. Por otro lado, han puesto de manifiesto las barreras y dificultades interpuestas dentro de un entorno ético que garantice la seguridad y confidencialidad de los datos y procedimientos, atendiendo a la imprescindible protección de los pacientes y con la vista puesta en los beneficios que puede reportar una gestión adecuada del conocimiento y del uso adecuado de la información.
Tal y como se ha señalado en la sesión toda mejora provoca un cambio, pero no todo cambio conlleva una mejora. Los expertos consideran que conviene diferenciar los conceptos de digitalización (adopción de tecnologías para hacer lo mismo a través de una tecnología), transformación digital (donde las tecnologías cambian los procesos) y disrupción digital (que supone cambiar completamente el statu quo). En esta línea, llevar a cabo un programa de transformación digital conduce a escenarios nuevos que pueden aportar mucho pero que no están exentos de riesgo si no se adoptan las precauciones necesarias. La seguridad debe ser un requisito sine qua non tanto en el diseño como en el desarrollo y gestión de cualquier proyecto y servicio que forme parte del programa de transformación digital; sin olvidar la necesidad de disponer de controles exhaustivos para anticipar, prever y afrontar los posibles incidentes de seguridad que pudieran llegar a ocurrir. En este sentido, durante el debate se ha puesto de manifiesto que debido a la rápida transformación digital el ecosistema tecnológico es más vulnerable que nunca y puede conllevar importantes riesgos que identificar y problemas de seguridad que afrontar y solventar a través de fórmulas garantes que permitan evitar ciberataques, intrusiones informáticas, captura y encriptación de datos, entre otros.
Estos, sin duda, suponen una seria amenaza para un desarrollo operativo fiable, correcto y adecuado interfiriendo o impactando de forma grave en los resultados de todo tipo, asistenciales, financieros, organizativos y reputacionales, entre otros. Por ello, los expertos han indicado la necesidad de realizar una vigilancia diaria de todos los procesos, llevar a cabo medidas de seguridad, pruebas de gestión de vulnerabilidades y contar con dobles circuitos de contingencia.
Asimismo, han llamado a la calma y a la reflexión antes de tomar una decisión porque, aunque la transformación digital es una oportunidad inmejorable de las organizaciones para su proyección y supervivencia, es necesario tener en cuenta desde el inicio otros aspectos ligados a la seguridad, la protección de datos y la privacidad. En este sentido, estos atributos cobran especial protagonismo y relevancia en un sector tan especializado y sensible como es el de la salud y la sanidad y, por lo tanto, han de ser vistos como una garantía de calidad y seguridad de cara a los pacientes y sus entornos familiares y relacionales. En concreto, con respecto a la seguridad del paciente durante el debate se ha mencionado la importancia de tener en cuenta, por ejemplo, la Ley de Autonomía del Paciente, que regula los derechos y las obligaciones en materia de información y documentación clínica en la que se regula su historial. Además, han mencionado cómo el Reglamento Europeo de Protección de Datos (RGPD) y la Ley Orgánica 3/2018 de Protección de Datos nos presentan un nuevo marco de referencia y actuación con conceptos nuevos tales como la responsabilidad proactiva, el análisis de riesgos, las evaluaciones de impacto, etc. y los nuevos retos que afrontar, como el uso de técnicas como IoT, big data, blockchain, internet de las cosas realidad virtual o inteligencia artificial, entre otros en el sector sanitario.
El dato y su interoperabilidad son básicos en una atención sanitaria de calidad que tenga a gala procurar por el paciente. En este sentido, “contar con sistemas interoperables de historia clínica digital, de asistencia, monitorización y seguimiento a distancia basados en una práctica clínica cooperativa, predictiva, poblacional, personalizada, participativa, preventiva y precisa forma parte de la solución a la utilización efectiva de los recursos; haciendo bien lo que hay que hacer, mejorando la resolución asistencia, evitando duplicidades y redundancias en pruebas y métodos diagnósticos y terapéuticos que a su vez mejoren la confortabilidad, bienestar, calidad de vida y resultados de los pacientes en su relación con el sistema sanitario”, tal y como ha explicado el secretario general de la Fundación IDIS, Ángel de Benito.
Está comprobado que estos sistemas interoperables son estratégicos para mejorar la eficiencia de los procesos asistenciales, ya que se incrementa la calidad de la atención al contar el profesional sanitario con una información más completa y contrastada sobre los pacientes que atiende en su consulta. De nuevo la regulación de este tipo de programas requiere el cumplimiento de los principios más estrictos de privacidad y protección de datos que, sin duda, son indispensables.