La medicina ha sido, es y siempre será humanidad. Escuchar al paciente, tratarle con afecto, respeto y cercanía mientras se ataja la enfermedad, acoger con comprensión y acompañamiento a la familia y aliviar el sufrimiento constituyen aspectos esenciales en una atención médica no solo humana, sino de calidad.
Nicolás Guerra. |
Dentro, precisamente, de su apuesta estratégica por la calidad asistencial las Clínicas IMQ (Zorrotzaurre y Virgen Blanca) llevan tiempo recorriendo ese camino en la prestación de sus servicios sanitarios, con el convencimiento de que los elementos que conforman dicha humanización ayudan, además, a obtener mejores resultados de salud. Respetando los deseos de los pacientes, su intimidad, favoreciendo la comunicación y evitando el dolor o la vulnerabilidad asociada al ingreso hospitalario se aporta, por otro lado, “calidad humana” a una actividad nacida, más que ninguna otra, para ayudar a las personas.
El plan de humanización de nuestras clínicas centra sus esfuerzos en extender una cultura propicia a este objetivo dentro del conjunto de la organización, pero con especial foco en la UCI, la estancia hospitalaria, la pediatría, el parto, el paciente oncológico y los cuidados al final de la vida por ser estos ámbitos donde su concurso resulta todavía más prioritario. Un plan que contextualiza, por otra parte, más de 50 proyectos diferentes, todos ellos en marcha.
A nuestros profesionales, que trabajan en Clínicas, desde ese enfoque de humanización debemos ayudarles a formarse y capacitarse en competencias específicas (escucha activa, comunicación efectiva y afectiva, presencia y actitud empática…). Es uno de los proyectos globales emprendidos junto con el esfuerzo por asegurar dentro del proceso asistencial que la dimensión de la humanización se contempla en el apartado de “necesidades y expectativas” del cliente.
Se trabaja, del mismo modo, por facilitar flexibilidad y confort a las familias de los pacientes en la UCI, por desarrollar herramientas que aseguren el correcto traspaso de la información relevante entre todos los implicados, así como potenciar el bienestar físico, psicológico y espiritual del enfermo.
Son también elementos prioritarios el mantenimiento de una adecuada accesibilidad hospitalaria, la calidad en el descanso de los pacientes, identificar y priorizar espacios físicos que necesitan reformas relacionadas con aspectos de humanización; evaluar y optimizar la experiencia percibida por familiares y acompañantes o minimizar los procesos generadores de dolor o incomodidad.
Especial atención merece, igualmente, aportar atención humanizada a los pacientes pediátricos a lo largo de todo el proceso asistencial así como a la madres gestantes y sus parejas ofreciendo desde habilidades y conocimientos sobre embarazo, parto, lactancia o cuidado del recién nacido, hasta un recorrido previo por las instalaciones y planes personalizados, entre otras facilidades.
Otro campo de trabajo sensible es el de la asistencia al paciente oncológico a fin de disminuir el impacto del diagnóstico y su tratamiento, favorecer la gestión de citas y la coordinación entre estamentos con figuras como la enfermera de enlace y también, muy importante, facilitar el proceso del final de la vida y del duelo.
Estos y otros proyectos constituyen, sin duda, aportaciones positivas, pero solo una etapa dentro del largo camino que las clínicas IMQ, y en general el sector sanitario han de fomentar para dar respuesta al reto de la humanización. Humanizar la asistencia significa hacerla digna del ser humano, una medicina que para ser del siglo XXI no solo exige tecnología e investigación, sino también abordar a la persona como individuo en toda su integridad, biológica y emocionalmente.