Los días 20 y 21 de enero tuvo lugar en París un curso monográfico dedicado a la embolizacion músculo-esquelética, en el que se enmarcó un bloque sobre el tratamiento de hombro congelado. Entre las directoras está Ana Fernández Martínez, radióloga vascular intervencionista del Hospital de León.
Fernández es una de las especialistas con mayor experiencia nacional e internacional en estas terapias y hablará en París sobre qué es el hombro congelado, qué lo causa y sobre esta novedosa técnica que está teniendo resultados prometedores. Además, acudirá también próximamente al congreso Pairs en Dubái, al GEST en Nueva York y al Congreso Europeo de Radiología Intervencionista (Cirse) en Copenhague. A todos ellos acudirá como ponente para exponer estas técnicas.
El hombro rígido idiopático primario también se denomina “hombro congelado”, se desarrolla espontáneamente sin un desencadenante conocido. Es una causa frecuente de dolor de hombro que afecta al 5 por ciento de la población general. Es más común en mujeres, pacientes diabéticos o fumadores. También existe el “hombro congelado secundario” cuando la rigidez y el dolor del hombro se deben a una causa conocida, las más frecuentes tras una fractura, una intervención quirúrgica o haber tenido el hombro inmovilizado.
Según explica la especialista, es una patología muy incapacitante, que asocia dolor intenso, sobre todo nocturno, y gran limitación en la movilidad. Los pacientes no pueden levantar el brazo ni separarlo del cuerpo. Es frecuente que la pérdida de movilidad sea progresiva y primero tengan una fase de dolor intenso.
Clásicamente el hombro rígido se ha descrito como una entidad auto-limitada, es decir, que se resuelve espontáneamente después de dos o tres años. Sin embargo, en muchos pacientes no se resuelve y provoca una incapacidad permanente. Normalmente los primeros tratamientos consisten en analgesia oral e infiltraciones de corticoides para disminuir la fase de dolor y combinar con fisioterapia y técnicas de rehabilitación para recuperar la movilidad. En caso de no mejorar con estos tratamientos convencionales, la cirugía era la única opción terapéutica hasta ahora.
¿Qué es la embolización vascular?
La embolización vascular consiste en bloquear el flujo de un área determinada. En este caso, existen áreas inflamadas en la cápsula del hombro, una estructura que permite el engranaje entre los huesos de la articulación. En la embolización de hombro se realiza el bloqueo del flujo de las arterias que dan riego a la cápsula articular inflamada. Para ello se introduce un tubo muy fino (catéter) en las arterias, a las que se accede desde una arteria de mayor tamaño, desde la arteria radial (muñeca), humeral (antebrazo) o femoral (ingle).
El procedimiento se realiza con anestesia local en la zona de punción de la arteria. Por el interior del catéter se inyecta un líquido (contraste) que permite ver los vasos sanguíneos por los que navega el catéter mientras se realizan radiografías. Una vez localizadas las arterias subsidiarias de embolización (arterias patológicas) se introduce material embólico (sustancias que bloquean la circulación). Así las arterias de las zonas inflamadas desaparecen y permanecen las arterias sanas de la articulación. Esta intervención tiene una duración aproximada de 2 horas. Generalmente los pacientes permanecen bajo vigilancia hospitalaria unas horas después del procedimiento.
La embolización arterial surge como una opción terapéutica indicada cuando existe dolor y limitación funcional que no han respondido a los tratamientos convencionales antes de recurrir a tratamientos más agresivos como la cirugía.
La mayoría de los pacientes que notan mejoría o desaparición del dolor dejan de tomar analgesia y esto es muy variable, algunos lo notan desde el primer día y otros después de un mes. Sin embargo, los pacientes que no notan descenso del dolor continúan tomando analgesia y algunos reciben también infiltración posterior.
El éxito terapéutico de la embolización arterial es la combinación con fisioterapia y rehabilitación posterior. En los pacientes con “hombro congelado” de causa desconocida vemos una gran mejoría al mes del procedimiento y una recuperación completa entre los tres y los seis meses.
Sin embargo, en los pacientes con “hombro congelado secundario”, por ejemplo, que han sido operados, la recuperación es más lenta, entre los 6 meses y un año después de la embolización. Aquellos pacientes que no obtienen mejoría, se derivan a Traumatología para intervención quirúrgica.