La muerte súbita (MS) en niños y jóvenes es una patología “poco frecuente pero devastadora desde el punto de vista médico y socio-familiar”. Según los datos epidemiológicos de que se dispone, la incidencia anual de muerte súbita en la población joven se sitúa en un rango de 1 a 6 individuos por cada 100.000 habitantes. Desafortunadamente, la supervivencia tras un episodio de muerte súbita se estima en apenas el 7%, a pesar de la creciente difusión del conocimiento de la reanimación cardiopulmonar en la población general y la implantación de desfibriladores semiautomáticos en lugares públicos y estadios deportivos”, destaca la doctora María Fe Arcocha, cardióloga especialista en arritmias de IMQ.
IQM ofrece consejos para reducir el riesgo de muerte súbita. |
Causas
En conjunto, las causas más frecuentes de muerte súbita en niños son las de origen cardiaco, seguidas de las enfermedades cerebrales y las respiratorias. Las principales causas de muerte súbita cardiaca en niños y adolescentes “son las enfermedades congénitas o hereditarias que afectan a la estructura del corazón o a su sistema eléctrico. Y la arritmia maligna que conduce a la parada cardiaca suele ser una arritmia ventricular muy rápida, llamada fibrilación ventricular. La posibilidad de terminar esta arritmia con un desfibrilador hace necesaria su presencia en las cercanías del suceso ya que las posibilidades de supervivencia dependen de su uso precoz”, incide la Dra. Arcocha.
Desde el nacimiento hasta los 30 años de edad, “la causa estructural más prevalente de muerte súbita es la miocardiopatía hipertrófica”, que supone la causa más frecuente de muerte súbita en los atletas. “Es una enfermedad hereditaria que produce un engrosamiento del músculo cardiaco”. Otras causas son “la displasia arritmogénica, que afecta al ventrículo derecho, las anomalías de las arterias coronarias y las miocarditis”.
“Las causas arritmogénicas hereditarias, como los síndromes de QT largo, Síndrome de Brugada y la taquicardia ventricular polimórfica catecolaminérgica, aparecen en corazones sin anomalías anatómicas y, desgraciadamente”, según reconoce la cardióloga de IMQ, “su manifestación en un electrocardiograma convencional puede ser más o menos evidente”.
La mayoría de los trastornos genéticos cardiacos se heredan de forma autosómica dominante, lo que implica que los parientes de primer grado tienen un 50% de probabilidad de heredar la misma mutación genética. “Por esto cobra importancia el estudio clínico y, si es necesaria, la realización de estudios genéticos a los familiares de los pacientes que han sufrido una muerte súbita con sospecha de una causa hereditaria”.
Prevención
Las estrategias para la prevención pasan por reconocer los grupos con riesgo elevado de sufrir una muerte súbita. “Las revisiones cardiológicas no invasivas simples (historia clínica, exploración física y electrocardiograma) pueden permitir que se sospeche una de estas enfermedades y, por lo tanto, confirmar el diagnóstico utilizando las pruebas necesarias (ecocardiograma, resonancia magnética, prueba de esfuerzo, cateterismo, estudio genético etc.) y, después, tomar las medidas preventivas adecuadas”, apunta la doctora Arcocha.
Sin embargo, el cribado con electrocardiograma previo a la práctica deportiva en niños y jóvenes no está universalmente aceptado y existe una controversia científica en cuanto a su eficacia. En España se siguen las directrices europeas, que aconsejan incluir esta prueba en todos los exámenes de aptitud deportiva en niños y adolescentes.
Cómo reducir el riesgo de muerte súbita
La experta concluye indicando que los esfuerzos para reducir el riesgo de muerte súbita deben encaminarse en dos direcciones. “En primer lugar, mejorar la capacidad diagnóstica para identificar los individuos con riesgo de muerte súbita. Y en segundo lugar, mejorar la atención a la parada cardiaca extrahospitalaria con programas de divulgación sobre reanimación cardiopulmonar y el uso precoz de desfibriladores”.
En este sentido, la Dra. Arcocha recuerda la existencia de aplicaciones para dispositivos móviles “que pueden contribuir a este objetivo”, como la aplicación Ariadna, lanzada por la Sociedad Española de Cardiología y la Cruz Roja para localizar los desfibriladores en la vía pública.