No es nada nuevo afirmar que los sistemas sanitarios se enfrentan a un gran reto: su sostenibilidad. Parecería que en muchos foros al uso no se habla de otra cosa. En ocasiones se proclama que la creciente demanda en sanidad, el envejecimiento de la población y el aumento de la cronicidad requerirán en el futuro un permanente incremento de los recursos destinados al sistema que podrían hacer inviable el modo en que actualmente se entiende la asistencia sanitaria.
Pedro Costa. |
En este entorno de incertidumbre, tampoco es nuevo manifestar que tanto los sistemas sanitarios como las empresas deben adaptarse a esta situación, transformando los procesos asistenciales e incorporando nuevas tecnologías que garanticen la sostenibilidad del propio sistema. De este modo, a pesar de que el sector sanitario generalmente ha sido tardío en la introducción de nuevos modelos de gestión empresarial, y de que en sanidad la innovación digital va por muy delante de la adopción digital, no hay duda de que la transformación digital -a la que en ocasiones se la considera como una nueva revolución industrial- ya está cambiando el modo en que se realizan las prestaciones sanitarias. El big data y la inteligencia artificial ofrecen un universo de posibilidades que no hace mucho eran inimaginables, y sin duda significan una oportunidad para compatibilizar la innovación tecnológica y la mejora en el tratamiento de los pacientes con la sostenibilidad de las prestaciones sanitarias.
En España, la enfermedad renal crónica supone entre el dos y medio y el tres por ciento del presupuesto del Sistema Nacional de Salud. Si comparamos este porcentaje con el número de personas que la padecen, puede decirse que en términos relativos es una enfermedad más costosa que la media. Aparte de su componente crónico, el enfermo renal además presenta una gran comorbilidad. Y los pacientes tratados son cada vez más ancianos. Es decir, que la enfermedad renal crónica es un claro ejemplo de los retos a los que se enfrentan los sistemas sanitarios.
El Grupo Fresenius, del que Fresenius Medical Care forma parte, lleva más de cien años cuidando de la salud de las personas. Pero esta gran experiencia no es lo más relevante. Lo importante es su foco hacia el futuro y hacia la innovación tecnológica. Y en ese futuro Fresenius Medical Care pretende ser un aliado del sistema sanitario en la atención a la enfermedad renal crónica.
Para afrontar los retos del futuro, Fresenius Medical Care ha desarrollado un programa de atención global a la enfermedad renal crónica que ya va más allá del mero tratamiento renal sustitutivo. En este nuevo planteamiento se disponen de modelos de inteligencia artificial que permiten estratificar la población en los estados iniciales de la enfermedad, con la doble finalidad tanto de mejorar la prevención del desarrollo de la misma como de focalizar los recursos en los pacientes que se prevén más problemáticos. Otros ejemplos de inteligencia artificial incluidos en este programa son modelos predictivos que dan soporte a las decisiones médicas, como el algoritmo de la anemia, que mejora la adherencia a los fármacos a la vez que optimiza los resultados sanitarios y el coste de la medicación. Estos algoritmos permiten una medicina de precisión y más personificada, pero no son los únicos elementos del programa. El proyecto va acompañado de un sistema de telemonitorización domiciliaria del paciente y de protocolos de eficiencia en los procesos, considerando los costes globales de los mismos y no solo de una fase concreta de ellos. Todo ello permite reducir costes y mejorar los resultados en salud.
Fresenius Medical Care, como miembro del IDIS, considera que esta institución de la que forma parte ha sido y será un elemento clave para conseguir los objetivos propuestos. Y esto debe hacerse fomentando alianzas entre los distintos agentes (gestores, personal sanitario y empresas); apoyando la colaboración público-privada y desarrollando modelos de riesgo compartido para impulsar proyectos como los expuestos, con el propósito último de mejorar la vida de los pacientes. El paciente y la calidad asistencial deben ser el centro de la innovación, con la finalidad de dejar de tratar enfermedades y comenzar a gestionar la salud de las personas.