La Unidad Clínico-Quirúrgica de Trastornos del Movimiento de Hospital Universitarios San Roque en Las Palmas de Gran Canaria desarrolla con éxito la primera intervención de Parkinson de la sanidad privada en las Islas
La neuroestimulación eléctrica cerebral (‘Estimulación cerebral profunda’ denominada DBS por sus siglas en inglés) es un tratamiento que, en fases avanzadas de la Enfermedad de Parkinson, aporta importantes beneficios en la calidad de vida de los pacientes.
Esta primera intervención, coordinada por el responsable de la Unidad Clínico-Quirúrgica de Trastornos del Movimiento de Hospital Universitarios San Roque en Las Palmas de Gran Canaria, el doctor José Matías Arbelo González, ha contado con la participación de dos reputados neurocirujanos: el doctor Fernando Seijo Fernández y el doctor Ramón Fernández De León.
Con el paso del tiempo, aproximadamente una década, el tratamiento farmacológico convencional para aminorar la sintomatología de la enfermedad de Parkinson pierde eficacia y aparecen complicaciones en forma de movimientos orofaciales involuntarios. Es el momento en el que se puede plantear abordar los síntomas desde la neuroestimulación eléctrica cerebral.
El doctor José Matías Arbelo González explica que entre los beneficios de esta técnica destacan que mejora o neutraliza las fluctuaciones motoras; mejora o neutralizar los movimientos involuntarios; evita los períodos de bloqueos conocidos como ‘estadíos off’; permite la reducción de medicación; mejora el sueño nocturno; mejora la calidad de vida; y contribuye a disminuir la estigmatización de la enfermedad en la fase avanzada.
24 horas después de la intervención ya se puede empezar a notar la mejoría en comparación con la situación previa. No obstante, se requiere un período de tres meses de ajuste de los parámetros del neuroestimulador para garantizar los resultados óptimos. Tras la intervención el especialista pautará un tratamiento farmacológico que complemente la acción de la neuroestimulación. “Lo importante es conseguir un buen control de las complicaciones motoras y que vuelva a recuperar calidad de vida, esto también va a influir positivamente a toda la familia y cuidadores, e incluso la posibilidad de reincorporarse a su actividad laboral en determinados casos”, señala el doctor Arbelo.
Para ser candidato o candidata a este tipo de intervención se requiere que haya pasado un mínimo de cinco años desde el diagnóstico para tener una experiencia previa de la evolución del tratamiento farmacológico convencional. Se pueden operar a cualquier edad si se presentan las complicaciones señaladas, pero se recomienda una edad tope no superior a los 70 años, aunque esta recomendación debe ser individualizada. Entre los criterios selectivos para esta intervención es importante que el paciente no sufra comorbilidad como demencia u otras enfermedades que pongan el riesgo la viabilidad del procedimiento y del paciente.