“La privación del sueño influye en el apetito, pues al sentirse fatigados, los niños tienden a comer más para adquirir más energía. Y está comprobado que, a menor tiempo de descanso nocturno, el niño tiende a ganar más peso. Esto se debe a una confusión de las señales internas, donde el niño compensa la fatiga por no dormir, con una ingesta exagerada”, así lo explica el especialista en Endocrinología Pediátrica de Hospiten Rambla José Manuel Rial, que resalta la importancia de desarrollar buenos hábitos del sueño desde la infancia para que en un futuro puedan tener una vida saludable.
El informe El Estado mundial de la infancia 2019: alimentación y nutrición, de Unicef, recoge que el 35% de los menores entre 8 y 16 años tiene exceso de peso en España y un 14,2% sufre obesidad. Esta cifra está recogida en el estudio Pasos (Actividad física, sedentarismo y obesidad en la juventud española) realizado con la colaboración de la Fundación Gasol. “Si comparamos estas cifras con un estudio realizado entre los años 1998 y 2000, con población española entre los 2 y los 24 años de edad, el sobrepeso ha aumentado en 9 puntos, un 28%”.
En cuanto a la prevención, el grupo hospitalario insiste en la necesidad de que haya una vigilancia estricta incluso antes del nacimiento del bebé, porque “la obesidad materna es un factor predisponente para un alto peso al nacimiento y una obesidad posterior del niño”.
El endocrino pediátrico José Manuel Rial también señala la importancia de aconsejar a los padres en la composición de la alimentación, tratar de influir en su cesta de la compra (más vegetales y menos alimentos industriales) y en realizar actividad física diariamente. Además, subraya el sedentarismo ocasionado por los entretenimientos electrónicos y recomienda limitar las horas que el niño pasa delante de una pantalla.