El auge de las nuevas tecnologías ha puesto el foco en la aparición del cyberbullying, sobre todo en los más jóvenes. Todo ello pudiendo desembocar en la ideación suicida, que ocurre cuando una persona de forma continuada piensa o desea cometer suicidio. La psicóloga de Hospiten Roca, Silvia Morales, asegura que los casos de ciberbullying han aumentado considerablemente en los últimos años.
La pandemia por el coronavirus ha propiciado la preocupación por la salud mental, también de los más pequeños. A su vez, aumentó la incidencia de las enfermedades mentales en lo que se ha denominado ‘la pandemia paralela’. Según la base de datos de la Encuesta Nacional de Salud, en 2017, un 19% de padres y madres entendían que sus hijos tenían muchas preocupaciones, ahora ese porcentaje ha alcanzado el 30%, según la encuesta de Save The Children.
Según un estudio de la Doctora en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad de Barcelona, Noemí Pereda, los niños y adolescentes autores de ciberbullying presentan mayor riesgo de manifestar ideaciones y comportamientos suicidas, aunque en menor medida que la cibervíctima.
Existen diferentes indicios para poder detectar que un adolescente está siendo agredido por las redes. Las principales son la tristeza, el aislamiento, la apatía, los cambios en su comportamiento habitual, los cambios bruscos de humor o los trastornos en el apetito y el sueño. Asimismo, otro indicador puede ser los dolores somáticos como las jaquecas, dolores de estómago o reacciones cutáneas. Desde el área de psicología de Hospiten Roca comentan que el buen uso de las redes sociales es crucial para poder tener una muy buena salud mental. Además del descanso, comer saludable, etc.
Es muy importante conocer las pautas de actuación ante el ciberbullying, para poder actuar con rapidez. La especialista de Hospiten Silvia Morales apunta que si se tiene sospecha, se puede preguntar directamente al menor sobre el tema. Igualmente, hay que dejar que el menor nos cuente todo lo que le está pasando para entender la situación y comprender qué le genera ese malestar y sufrimiento. Una vez se conoce la situación, hay que valorar la necesidad de proporcionar tratamiento psicológico al menor.