Viernes, 14 de febrero de 2020   |  Número 122
Humanismo, ciencia y tecnología: la clave de Sagan
Por Alfonso Carmona Martínez, director médico del Grupo IHP.
Tribuna

En vísperas de las últimas navidades, se cumplieron 24 años del fallecimiento del maestro divulgador Carl Sagan. Genio científico y referente indiscutible de generaciones que han dedicado, a la postre, su vida a la ciencia, de Sagan podíamos extraer incontables lecturas, todas ellas positivas.

Por un lado, su evidente facilidad para hacer sencillo lo difícil. Por otro, su derrochador y contagioso optimismo, que nos situaba siempre más allá del cortoplacismo que en demasiadas ocasiones nos limita el pensamiento. Y, por último, su sabia cautela al hablar sobre los avances científicos y tecnológicos.

Sabedor de las infinitas posibilidades del avance tecnológico, Sagan profetizó igualmente los peligros intrínsecos de desligar ese progreso del conocimiento científico. En otras palabras: solo el valor humano puede garantizar el verdadero avance, el positivo, el enriquecedor para el profesional, el paciente y la sociedad.

Y hete aquí que, en mitad de esta reflexión, los médicos nos encontramos en un hito de nuestra azarosa historia como facultativos en el que la tecnología, quizás, sea más relevante en nuestros desempeños que nunca. ¿Cuántas especialidades dependen ya de la tecnología? ¿Cuánta formación tecnológica específica requieren los médicos para ser competitivos en el mercado? Mucha; muchísima.

En ocasiones, abrumadora, generando incluso una tangible sensación de agotamiento y ansiedad en los profesionales.

Sin embargo, es el gran reto. Es un falso debate decidir sobre si es posible tecnificar o no; el camino es el que es. Pero lejos de plantear un sendero oscuro y deprimente, creo que es hora de plantear vías optimistas, decididas y ambiciosas por las que los médicos encontremos un crecimiento no sólo profesional, sino también personal.

No es cuestión de actualizar contenidos a modo de actualizaciones como esas tan odiosas que sufrimos en el teléfono móvil o el ordenador. El conocimiento tecnificado debe ser humanista, dirigido por científicos y pensando siempre que el fin último es el desarrollo del médico para que éste, a su vez, sea capaz de proyectarlo en sus pacientes.

Este planteamiento ha sido posible en nuestro grupo apostando siempre por una modernización tecnológica centrada en el personal sanitario a través de iniciativas concretas, consensuadas y, por supuesto, rentables. El camino exitoso que hemos recorrido y que seguiremos recorriendo pasa por establecer unos patrones científicos y humanos previos que fijen los cimientos de cualquier proyecto.

Considero, firmemente, que este es el único camino para que nuestra profesión, en ocasiones sospechosa de desdeñar con cierta negligencia nuestra vis humanista, mantenga y dé nuevo lustre a esta cualidad en estos tiempos inciertos.

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