El grupo sociosanitario vasco IMQ Igurco acaba de poner en marcha un programa pionero de alerta temprana de COVID-19 mediante el análisis sistemático de las aguas residuales de sus centros. El programa piloto comenzó el 15 de septiembre en las residencias bilbaínas IMQ Igurco Bilbozar e IMQ Igurco Zorrozgoiti ambas pertenecientes a la red de infraestructuras sociales de la Diputación Foral de Bizkaia, y en la residencia IMQ Igurco Forua, ubicada en este mismo municipio vizcaíno.
Con el análisis de los datos de este proyecto se determinará si esta nueva metodología tiene capacidad de ser un sistema de identificación temprana del coronavirus. Si estos resultados fuesen interesantes, podría convertirse en una metodología a implementar no sólo en residencias de personas mayores sino en otros ámbitos, como los centros educativos, entre otros.
Este proyecto se lleva a cabo tras el acuerdo de IMQ Igurco con las entidades Biotalde y AgrupaLab, que disponen de personal experto, equipos y laboratorios para la realización de todas las necesidades que requiere el programa.
El Dr. Iñaki Artaza, director médico asistencial de IMQ Igurco sintetizó los principales objetivos de esta iniciativa: “en primer lugar, contar con una medida más de seguridad para la detección temprana del SARS-CoV-2 en nuestros centros; y en segundo lugar, en caso de ser detectado este coronavirus, determinar sus concentraciones”.
El especialista en Geriatría y Gerontología valora la capacidad de esta herramienta para detectar el coronavirus “en personas infectadas, especialmente en baja prevalencia o asintomáticas. Se trata de una medida de eficacia científica demostrada, que va más allá de la normativa establecida y que refuerza una amplia batería de medidas de prevención que, desde hace varios meses, están implementadas en nuestras residencias para rebajar en todo lo posible el riesgo de contagio”.
Tal y como destaca la bióloga Nieves Zabala, directora de Biotalde, “existe evidencia científica que corrobora que la detección de SARS-CoV-2 en aguas residuales en las primeras etapas de la propagación de la COVID-19 es una estrategia relevante para su uso como un indicador temprano de la infección en una población específica, tal y como sucede en las residencias de personas mayores”.
Según manifiesta, “los datos de esta vigilancia ambiental se pueden usar de inmediato como una herramienta diseñada para ayudar a los responsables de los centros y las autoridades sanitarias a coordinar la respuesta ante posibles casos. De este modo, se establece un indicador ambiental como herramienta de prevención, para minimizar el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2, ante un posible caso entre los residentes o profesionales”.
La recogida de muestras se realiza varias veces por semana. Una vez que se dispone de ellas, los análisis se llevan a cabo mediante detección de RNA del SARS-CoV-2 por RT-PCR a tiempo real, en muestras ambientales (aguas residuales) por laboratorios con experiencia en la detección molecular y con personal técnico experimentado y capacitado para la correcta interpretación de los resultados.
Los resultados se expresan como “Detectado / No detectado” y en caso de detección positiva, se lleva a cabo la cuantificación del virus, para orientar sobre el alcance de la infección dentro del edificio.
Una estrategia en auge
En muchas ciudades, conjuntamente las administraciones con universidades, grupos científicos y laboratorios, ya se está comenzando a realizar estudios sobre la detección de SARS-CoV-2 en aguas residuales y su correlación con datos epidemiológicos y ambientales, que en el marco de la actual pandemia pueden suponer una herramienta útil para la alerta temprana y una fuente de conocimiento de cara a futuras situaciones similares. Esta medida, aplicada a residencias, centra la vigilancia en uno de los colectivos más vulnerables a la infección: las personas mayores.
En este sentido, el ministerio de Sanidad informó de que “la capacidad que tiene la vigilancia de las aguas residuales para detectar casos leves o asintomáticos es una de sus principales ventajas y puede ser una herramienta de alerta temprana para identificar de forma precoz la presencia del SARS-CoV-2”.
Según advirtió la Organización Mundial de la Salud, “la vigilancia de COVID-19 en aguas residuales puede proporcionar información sobre cuándo pueden aumentar los casos con una antelación de 5 a 7 días antes de que se constaten estos aumentos por parte de las autoridades sanitarias”.