Perder un hijo es una de las experiencias más dolorosas que pueden sufrirse. Cuando esa pérdida se produce en el ámbito perinatal, deja un impacto profundo y prolongado que la Clínica IMQ Zorrotzaurre trata de paliar acompañando a las familias en la etapa inicial del duelo, no solo mediante protocolos específicos, sino también con iniciativas como las ‘Cajas Tximeleta’ símbolo oficial del duelo perinatal.
La Clínica creó la Comisión Tximeleta (“mariposa” en euskera) en marzo del año 2021, un grupo de trabajo compuesto por una pediatra, una ginecóloga, una matrona, una auxiliar y una paciente-profesional —como referente de la visión que tienen las pacientes obstétricas—, coordinadas por la Unidad de Calidad y Seguridad de Paciente.
De los trabajos de la comisión surgieron diversos objetivos: proporcionar una asistencia humanizada y de calidad por parte de los profesionales a las personas que viven una situación de muerte perinatal; facilitar el duelo de los padres y sus familias gracias al apoyo sanitario; proporcionar la información necesaria para potenciar la autonomía en la toma de decisiones relacionadas con los proceso de duelo; dotar de herramientas de apoyo a los profesionales en situaciones de este tipo; y poner a su disposición una guía de actuación que les ayude a orientar sus cuidados y atención a las necesidades de cada persona en esta situación.
Según describe Amaia Uranga, técnica de Calidad y Seguridad Clínica de las Clínicas IMQ, la idea nació de «una compañera de la clínica que tuvo que afrontar la muerte perinatal de su propio hijo, Unax, y fue ella quien nos hizo ver que era un procedimiento que necesitábamos humanizar. La muerte de un hijo o hija intraútero o intraparto está reconocida como una de las experiencias más traumáticas que existen y puede estar asociada a efectos psicológicos a largo plazo».
Algunas de las iniciativas que surgieron del grupo de trabajo fueron la colaboración con la Asociación Esku Hutsik (Asociación de duelo gestacional, perinatal y neonatal de Euskadi y Navarra), con quien también se ha firmado, por parte de IMQ Zorrotzaurre, un acuerdo de asistencia psicológica inmediata a las pacientes ingresadas; asistencia de salud mental y colaboración con IMQ Amsa tanto para pacientes como para profesionales; ayuda para los trámites administrativos; y la colocación de mariposas identificativas en la puerta de la habitación de la madre y en su historia clínica.
Cajas Tximeleta
Sin embargo, la iniciativa más icónica de todas las adoptadas por la Comisión la constituyen las Cajas Tximeleta, que contienen los recuerdos de una vida que no pudo ser. Actividad con la que también se han volcado intensamente desde la residencia sociosanitaria IMQ Igurco Orue, de Amorebieta, en Bizkaia.
Según desgrana Mercedes de la Sota, directora de la residencia, «las Cajas Tximeleta contienen lo más querido y sentido que se puede arrebatar a una madre y un padre. Están llenas de recuerdos, de recuerdos de un bebé que no ha podido nacer con vida o ha fallecido poco después del alumbramiento. Son cajas que van a albergar aquellas cosas que los padres consideran especiales para recordar a su hijo: un mechoncito de pelo, un gorro, una pinza, la pulsera del recién nacido, huellas de las manos o los pies, una carta de los padres, fotos, etcétera».
Además de lo anterior, las cajas contienen una carta, un muñeco y dos mariposas hechas por madres en duelo y un folleto de la asociación Esku Hutsik.
Personas mayores de la residencia sociosanitaria vizcaína IMQ Igurco Orue hicieron entrega recientemente en la Clínica IMQ Zorroztaurre, de una veintena de esas ‘Cajas Tximeleta’ (cajas mariposas). Cajas que han sido diseñadas, completadas y decoradas por las personas mayores de la residencia, con la ayuda de los profesionales del centro, y entregadas a los profesionales de la Comisión Tximeleta en IMQ Zorrotzaurre.
«En IMQ Igurco Orue hemos cuidado mucho su elaboración para que fueran muy especiales ya que no son unas cajas cualquiera. Son las cajas más especiales que se pueden elaborar. El cariño, la dedicación, el entender para qué se hacen, las convierten en unos objetos muy señalados. Las personas que han colaborado en todo su proceso, se convierten en partícipes y, a su vez, en apoyo para colaborar, empatizar y ayudar a gestionar este gran duro golpe que puede dar la vida», señala también Mercedes de la Sota.
En España, los datos apuntan a que solo un 30% de las familias que han perdido a su bebé pocas horas después del nacimiento conservan un recuerdo físico del recién nacido y solo un 12% tiene una foto. En países como Irlanda, el Reino Unido, los Países Bajos, Canadá o los Estados Unidos, en cambio, esta cifra es mucho más alta: un 90%.