El dramaturgo José Luis Alonso de Santos se ha erigido en Madrid en portavoz de las personas que padecen intolerancia alimentaria dentro de la jornada organizada por el servicio Inmunomet del Hospital Beata María Ana. “Esta enfermedad tiene una dimensión psico-emocional y psico-social. Los sentimientos también enferman”, dijo el dramaturgo, de 76 años, que considera que esta patología cambia las reglas de juego respecto del resto de enfermedades. “La actitud pasiva del paciente ante cualquier enfermedad ha funcionado siempre bien: el médico prescribe y el paciente obedece; sin embargo, en los casos de intolerancia alimentaria es imprescindible la colaboración del paciente, porque hay un factor emocional, de vivencia”.
José Vigaray. |
Según el dramaturgo, la dimensión psicosocial o emocional “produce irritación, porque sentimos que el mundo no nos comprende”. “Somos gente a la que nos ha dejado de gustar el elemento clave de la vida, que es la alimentación, simple y llanamente comer. Y dejar de tener el placer de comer es abandonar el placer de vivir”, afirmó Alonso de Santos refiriéndose a una tipología de pacientes que se caracteriza, según él, por cuatro frases: “Estoy desesperado; no sé qué hacer; todo me sienta mal; no me entienden y no me hacen caso”.
Más de tres millones en España
El 8% de la población en España, el equivalente a más de tres millones de personas, presenta síntomas que pueden ser considerados trastornos funcionales relacionados con la intolerancia alimentaria, lo que puede considerarse propiamente como enfermedad, y otro 50% padece síntomas menores. Además, de ese 8%, la mitad, aproximadamente millón y medio, se somete a consulta médica, según los datos que ofreció el doctor Enrique Rey Díaz Rubio, jefe del Servicio de Digestivo del Hospital Universitario San Carlos y asesor científico de Inmunomet, quien añadió que el 66% de los pacientes sospecha que sus síntomas están relacionados con la alimentación o el estrés.
Sobre el impacto que la enfermedad tiene en la calidad de vida de los pacientes, el doctor Rey señaló que de media cada uno realiza seis visitas al año al médico, y que la enfermedad les ocasiona un gasto de 600 euros que deben afrontar con sus propios recursos.
El Dr. Rey aseguró que la causa última del síndrome de intestino irritable, término que abarca todas las disfunciones asociadas a la patología y que derivan en cuadros de dolor, diarreas, estreñimiento o hinchazón abdominal, no es aún bien conocida y es poco probable que haya solo una causa. A su juicio, hay una serie de factores epidemiológicos asociados que deben tomarse en cuenta, ya sean de carácter psicológico, genético o ambiental. Asimismo, subrayó la importancia que tiene la microbiota en el desarrollo de estas enfermedades. “Durante los mil primeros días de vida, el niño desarrolla un órgano nuevo, la microbiota, que es único y va a determinar nuestro estado de salud de cara al futuro”, explicó el doctor Rey, quien añadió además que este órgano se puede modificar cambiando la alimentación o mediante un trasplante fecal.
Señaló que uno de los problemas para enfrentarse a esta enfermedad es la divergencia de criterios entre especialistas del aparato digestivo. “Hay incertidumbre médica y hay falta de homogeneidad sobre lo que hay que hacer. El paciente necesita una solución específica, individualizada, no recomendaciones genéricas sobre alimentación o estilo de vida”, dijo el Dr. Rey, para quien el reto principal para abordar la enfermedad es “forjar una alianza entre pacientes y médicos para alcanzar los mejores resultados”.
Sobre este aspecto incidió el doctor José Vigaray Conde, director médico del servicio Inmunomet, de Hospital Beata María Ana, quién aseguro que “el enfermo con intolerancia alimentaria se siente aislado e incomprendido”, y abogó por dar una respuesta desde una “perspectiva médica basada en la evidencia, con el concurso de especialistas de diversos campos de la medicina, y con humildad, pues nos enfrentamos a un problema muy complejo”.
Más del 50% padece intolerancia alimentaria
El Dr. Suarez Guijarro, jefe del Servicio de Digestivo Médico Quirúrgico de Hospital Beata María Ana, apuntó a dos tipos de intolerancia como las principales y germen de la mayor parte de los trastornos gástricos. Por un lado, la intolerancia a la lactosa, y por otro la intolerancia a la fructosa y polioles como el sorbitol, siendo esta última de muy difícil control porque, según el propio doctor Suárez afirmó, “el problema es que la mayoría de los alimentos de origen vegetal tiene alguno de estos componentes de forma natural, y todos, o casi todos, los productos industriales llevan jarabe de fructosa o sorbitol”. Según los datos aportados por el Dr. Suarez y por el Dr. Vigaray, más del 50% de la población padece alguna intolerancia alimentaria, siendo precisamente mayoría los intolerantes a fructosa y polioles, aunque sea la intolerancia más desconocida hasta ahora.
Una de las intolerancias con más repercusión en los últimos tiempos es al gluten, entidad diferente a la celiaquía, si bien el Dr. Vigaray advirtió que la sensibilidad no celiaca al gluten no tiene test objetivos para su detección, lo que hace que el diagnóstico haya que basarlo en la sospecha clínica, la dieta de exclusión y una reinclusión ciega de cereales en el paciente que nos permitan determinar esta intolerancia. Según los datos aportados por el experto, la mayoría de los pacientes etiquetados de intolerancia al gluten lo son realmente a otros componentes del trigo, en particular a los fructanos o cadenas de fructosa. “También, muy probablemente, algunos son realmente celiacos aún no diagnosticados, estando la intolerancia al gluten muy sobredimensionada y la celiaquía infradiagnosticada”, explicó.
La relación entre lo que pasa en el resto del cuerpo y su efecto en este tipo de patologías fue objeto de reflexión por parte del Dr. Rodríguez Jiménez, endocrino del Hospital Beata María Ana y responsable de esta área dentro del Servicio Inmunomet. “El estilo de vida que llevamos afecta de manera importante a lo que sucede en nuestro intestino. Un bioestilo alterado, y alentado por la hiperalimentación o el sedentarismo, es clave para padecer este problema”, aseguró. Además, afirmó que existe una conexión indiscutible entre el cerebro y el intestino, al que denominó “cerebro dos”, que motiva que los estados de ánimo o el estrés también sean factores desencadenantes. “El estrés es pensamiento que se transforma en moléculas”, dijo el doctor.
Nace la Asociación Española de Pacientes con Intolerancias Alimentarias
La jornada sirvió de marco para la presentación de la Asociación Española de Pacientes con Intolerancias Alimentarias, que en las próximas semanas tiene previsto presentar sus estatutos e iniciar su andadura. El origen de esta asociación se encuentra en el grupo de Facebook llamado 'Intolerancias Alimentarias', que está moderado por Dr. Blas López Rueda. Este grupo, asegura el doctor, “surgió como respuesta a un problema familiar de intolerancia” y fue creciendo con el objetivo de analizar estos trastornos “desde un punto de vista más amplio”, llegando a reunir en un año a 12.000 miembros a los que dar respuestas. Ahora, según Dr. López Rueda, el objetivo es dar visibilidad a un problema que afecta a más del 50% de la población (muchos aún sin diagnosticar) y “tener una mayor representatividad ante cualquier institución”.