La población joven se enfrenta a un contexto difícil: los problemas colectivos más importantes —según su propia opinión— son los salarios bajos (37,8%%), la precariedad laboral (30,4%) y la dificultad para la emancipación (29,5%), seguidos muy de cerca por el paro (24,6%) y la falta de confianza que tiene la sociedad hacia los y las jóvenes (24,9%)%). Unos problemas que sienten de forma mucho más acuciante ellas que ellos, confirmando que la pandemia ha tenido un efecto más negativo en las chicas que en los chicos, al menos en lo que tiene que ver con la preocupación por el futuro.
En general se observa un panorama de pesimismo juvenil, por un contexto que genera incertidumbre y situaciones difíciles para gran parte de la población joven. El 26,6% piensa que la situación del país irá a peor, porcentaje algo inferior cuando se pregunta sobre su situación personal (18,6% piensa que irá a peor en lo personal).
Pese a todo, se percibe cierta reducción del pesimismo si se compara con las percepciones que había en el año 2020. Como contraposición al difícil contexto, parece que las y los jóvenes se muestran afortunadas y afortunados por contar con apoyo de familiares, amigos y pareja, ámbitos en los que se sienten más satisfechos.
Los datos muestran que cuentan con un respaldo emocional clave, con redes de apoyo que se constituyen en pilares de confianza sobre los que saben que pueden contar en tiempos duros. La familia o las amistades se erigen como puntales de estabilidad según reconocen los y las jóvenes de forma general.
Estas son algunas de las principales conclusiones del estudio “Jóvenes en pleno desarrollo y crisis pandémica. Cómo miran al futuro” que, elaborado por la Fundación Pfizer y la Fundación Fad Juventud, se ha presentado esta mañana en rueda de prensa. El objetivo de la investigación ha sido indagar sobre los efectos que la pandemia ha causado en la vida de los y las jóvenes, tanto en los aspectos relacionados con su salud mental como en el impacto posible sobre su devenir vital.
Las conclusiones de este estudio están basadas en los datos de la encuesta realizada a una muestra de 1.200 jóvenes de entre 15 y 29 años, realizada a comienzos de este año 2022.
En la rueda de prensa de presentación han intervenido Sergio Rodríguez, presidente de la Fundación Pfizer; Ignacio Bayón, presidente de Fundación FAD Juventud; y Eulalia Alemany, directora técnica de Fundación FAD Juventud.
Para el presidente de la Fundación Pfizer, Sergio Rodríguez, “esta investigación nos parece una herramienta útil de trabajo de cara a mejorar el bienestar y la calidad de vida de los jóvenes, que son nuestro futuro”. Rodríguez ha destacado que este es el segundo estudio que la Fundación Pfizer realiza con FAD. “En 2020 hicimos el primero sobre las vivencias y emociones de los jóvenes durante el tiempo de confinamiento y desescalada. Y por ello, nos parecía oportuno conocer ahora sus expectativas y demandas tras los momentos más duros de la pandemia, al ser uno de los colectivos más afectados durante esta crisis”
Por su parte, el presidente de la Fundación Fad Juventud Ignacio Bayón ha asegurado que “tenemos la obligación como sociedad de habilitar los mecanismos para que todos los jóvenes están sufriendo y tienen problemas de malestar emocional puedan tener acceso -fácil y rápido- a servicios de atención psicológica donde encontrar ayuda y que, claramente, son insuficientes en la actualidad. En este sentido la Fad cuenta con el SIOF Joven, un canal que ha nacido en la pandemia, para atender este tipo de situaciones en el teléfono 900 16 15 15 y por whatsapp en el 623 22 05 70, de forma gratuita y anónima”.
¿CÓMO LES HA CAMBIADO LA PANDEMIA?
Para casi un 60% de las y los encuestados la pandemia ha tenido un gran impacto y ha producido cambios personales. El 55,7% tiene la percepción de que estos cambios serán permanentes y, con un porcentaje muy similar, que la dirección de estos cambios será positiva.
Sin duda, la pandemia ha tenido un efecto claro en la vida de los y las jóvenes españoles. Una clara mayoría de chicas y chicos jóvenes creen que la pandemia les ha cambiado en algo.
Y vemos, una vez más, cómo son ellas las que aseguran un mayor impacto de la pandemia en sus vidas y expresan una mayor preocupación y gravedad en dicho impacto.
Sin embargo, como ya hemos apuntado, no todo es pesimismo y negatividad en la crisis. De hecho, entre los y las jóvenes que creen que la pandemia nos ha cambiado bastante o mucho, la mayoría (56,2%) piensa que los cambios han sido para bien y que han salido mejores de la experiencia.
Según las y los jóvenes que indican que la pandemia ha producido cambios a mejor, las menciones apuntan al sentirse más conscientes de su vida y lo que quieren (señalado por el 54,8% de los jóvenes consultados); que sus relaciones sociales han mejorado (43,2%) y que ha aumentado su sentido de la responsabilidad (42%).
Entre quienes señalan cambios a peor, destaca la triada formada por el empeoramiento de hábitos (48,5%), el empeoramiento de las relaciones con los y las demás (46,8%) o el hacerse más débil y vulnerable (44,4%).
Y si bajamos a cambios concretos, se observa cierta ambivalencia o polarización, poniendo de relieve que la crisis pandémica ha supuesto una ruptura en la vida de los y las jóvenes: 7 de cada 10 declaran haber modificado sus hábitos de una u otra forma como consecuencia de la pandemia. El 35,4% ha modificado sus hábitos a mejor y el 34,8% a peor, mientras que el 24,4% declara no haber cambiado sus hábitos de vida. Los hábitos que han cambiado a mejor son los centrados en el autocuidado físico (más ejercicio y comidas más sanas) y, con importancia similar, los que tienden a mejorar las estrategias relacionales y la interacción social. Por el contrario, los hábitos a peor más destacados son: tendencia hacia el retraimiento (más aislamiento o dejar de hacer actividades), los hábitos compulsivos (comer poco o demasiado) o el descuido físico (hacer menos ejercicio).
El género vuelve a ser una de las principales variables que afectan a la reacción en sentido positivo o negativo. Los hombres se significan más que ellas en la categoría “a mejor”.
Sin embargo, en cuanto a los CAMBIOS COLECTIVOS se valora negativamente el impacto, sobre todo y de nuevo, en lo que se refiere a su capacidad económica. Además, las y los jóvenes han puesto en el centro de sus preocupaciones el empeoramiento de su salud mental.
IMPACTO EN LA SALUD MENTAL
La salud mental está entre los aspectos más afectados negativamente por la pandemia, junto a la capacidad económica y el acceso al trabajo. El 66,8% de la juventud cree que la crisis de la COVID-19 ha tenido un impacto negativo en la salud mental de las personas jóvenes. También, el 67,4% afirma que esta crisis ha afectado negativamente a su capacidad económica y el 63% a su acceso al trabajo.
Una de las consecuencias más visibles de la crisis de la COVID-19 ha sido el empeoramiento de la salud mental y una mayor tendencia a sufrir malestares de carácter psicológico: el porcentaje total de adolescentes y jóvenes que presentan problemas psicológicos con cierta o mucha frecuencia en la actualidad es del 24%, mientras que en 2021 era del 8,6% y en 2019 del 6,2%, lo que significa un aumento de la prevalencia de problemas de este tipo de casi 18 puntos.
La aparición de pensamientos negativos es, con diferencia, el indicador psicológico que más empeora. Las mujeres ocupan la peor posición en todos los indicadores de tipo psicológico.
Los jóvenes entre 20 y 24 años son los que más declaran aumento de frecuencia en pensamientos negativos. Casi 1 de cada 3 jóvenes cree que nada tiene arreglo, que todo irá a peor y cree que es un fracasado/a. 1 de cada 4 jóvenes cree que es una carga para los demás y que la vida es una carga inútil.