El Dr. Carlos Rodríguez, de Hospital Beata María Ana, es uno de los mayores expertos en endocrinología de nuestro país. Discípulo del Dr. Gregorio Marañón, a lo largo de su carrera se ha encargado del estudio de la nutrición y de cómo ésta afecta al resto de procesos del cuerpo humano. “Somos como un ovillo, todo en nuestro cuerpo está interrelacionado”, afirma.
A sus 83 años, además, el Dr. Carlos Rodríguez ha superado una infección por Covid-19, que le ha tenido ingresado durante 25 días. “Ha sido una situación muy dura” de la que, asegura, ha podido salir, en parte, gracias al estilo de vida saludable que ha mantenido durante muchos años.
A punto de reincorporarse a su consulta en el Hospital Beata María, el Dr. Rodríguez desgrana en esta entrevista algunas de las claves de la nutrición y cómo unas sencillas pautas pueden ayudar a cambiar nuestra vida.
En los últimos meses estamos asistiendo a una pandemia causada por un nuevo coronavirus que ha afectado de manera muy dura a nuestro país. "La microbiota intestinal es la responsable del 85% de todo nuestro sistema inmunológico, y es la nutrición, al fin y al cabo, la que va a alimentar la microbiota para que ésta prepare los metabolitos que van a crear la red inmunológica, tanto de la pared intestinal (que ya es una primera barrera importantísima), como de todos los productos que van pasan al interior. Por tanto, sabiendo que el sistema inmunológico se modula en el 85% en el intestino, es obvio que la nutrición y la alimentación tienen una implicación grandísima en todo nuestro proceso defensivo, contra virus, bacterias y, en este caso concreto, contra el coronavirus", afirma en este sentido.
"Hoy en día se habla ya de inmunonutrición y de la importancia inmunometabólica de lo que comemos. Si comemos y no tenemos una flora intestinal correcta, el tubo digestivo es como un tubo de plomo: no asimilamos los nutrientes que vienen contenidos dentro de los alimentos. Por tanto, cada vez es más importante tener en cuenta el aspecto de la inmunonutrición", continúa.
Rodríguez considera que "el cuidado de la microbiota no es una cosa extraordinariamente complicada. Consiste en pautar un bioestilo basado en una alimentación de huerta, mar y granja; en hacer ejercicio físico (que está demostrado que actúa perfectamente sobre el sistema inmunológico), y en tratar de superar el estrés que vamos a tener a lo largo de nuestra vida, queramos o no queramos. Todos tenemos una inmunidad innata que recibimos por el mero hecho de ser seres vivos, y posteriormente desarrollamos una inmunidad adquirida que guarda relación no solamente con lo que comemos, sino con el estilo de vida que tengamos. En este sentido, podríamos hablar incluso de hacer una alimentación personalizada, estudiando las características bioquímicas y biofísicas de las personas. Pero, de entrada, conocemos un modelo universal que es el que debemos implementar".
Para este especialista, “el intestino es el segundo cerebro”: "Indiscutiblemente. Como es lógico, no vamos a tomar hoy coliflor y mañana va a cambiar nuestro comportamiento, pero la nutrición es la mejor medicación a medio plazo. El intestino tiene 2 billones de microbios, que representan unos dos kilos, y se agrupan por familias dedicadas cada una de ellas a crear un producto clave para hacer funcionar el organismo, desde los linfocitos a los macrófagos o las células dentífricas. También tienen una acción directa en los neurotransmisores y las neurohormonas que actúan en el cerebro".
Sobre la relación entre intestino y comportamiento da el siguiente ejemplo: "El 80% de la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad, se fabrica en las neuronas del intestino y es un neurotransmisor. Esto es la punta del iceberg que nos hace ver que hay otras muchas sustancias que se fabrican en el tracto intestinal y que transmiten órdenes y reciben impulsos desde el cerebro. Podríamos decir entonces que hay una especie de conversación en ese eje intestino-cerebro. Asimismo, enfermedades como el Alzheimer o el autismo, están muy relacionadas con una alteración de la microbiota intestinal. Es más, hoy en día, y en relación con el coronavirus, se habla de un eje pulmón-intestino. Igual que tenemos una microbiota intestinal, existe una microbiota pulmonar que está directamente relacionada con el intestino".
En este sentido, matiza que "desde siempre se ha incidido mucho en el aspecto del peso, pero es importante no obsesionarse únicamente con una nutrición súper cuidada. A mí siempre me gusta hablar de un bioestilo. ¿A qué me refiero? A la necesidad de combinar una mente ágil y lógica; realizar una actividad física coherente; a alimentarse de la huerta, el mar y la granja y, el resto, a negociar. Una pauta de alimentación sencilla y correcta ha de estar compuesta en un 40% por hidratos de carbono, un 30% por proteínas y un 30% por grasas. Y, sobre todo, no olvidar el mejor medicamento de todos: un litro y medio o dos de agua al día".
Respecto al agua, explica que "sirve como diluyente, mejora la concentración de los elementos en el intestino para ser absorbidos y, además, tiene un “efecto radiador” que equilibra la temperatura en sangre. Nosotros, por el mero hecho de vivir, gastamos 1 litros y medios de agua al día por transpiración. Es algo que debemos tener muy presente. Asimismo, es muy importante señalar que una nutrición mal llevada, unida al sedentarismo, es el principio de enfermedades crónicas como la diabetes, y de una gran cantidad enfermedades cardiovasculares, autoinmunes, metabólicas o neurológicas. De ahí la importancia de cuidar al máximo nuestro estilo de vida".
Respecto a las famosas dietas de ayuno incide en que "está demostradísimo que mantener en el rango bajo de alimentación al organismo, a base de verduras y proteínas con poca carga grasa, produce que los telómeros (que es el final de lo cromosomas cuya longitud determina nuestra juventud) crezcan. Si producimos cargas nocivas al organismo, entre ellas una mala alimentación o un sedentarismo pernicioso, y dejarnos llevar por el estrés al que estamos sometidos, estos telómeros dejan de crecer y envejecemos. En cuanto a los suplementos, es importante valorar la inclusión en las pautas de alimentación de algunos como el Omega 3, las vitaminas C, D y A; el cinc y el selenio. Todos ellos aportan determinados minerales y vitaminas que sirven como cofermentos y pueden beneficiarnos, independientemente de lo que una buena alimentación puede aportar".