La transformación digital avanza con fuerza en el sistema sanitario y ya no se limita a modernizar procesos, sino a rediseñar el propio modelo asistencial. Así lo explica Luisa Bautista, managing director de Sanidad en Accenture, quien identifica en la inteligencia artificial, los datos y la interoperabilidad las grandes palancas para construir una atención más inteligente, preventiva y equitativa.
En un momento de máxima presión asistencial, Bautista destaca que la tecnología puede aliviar la sobrecarga, mejorar la seguridad y elevar la calidad del cuidado, siempre que vaya acompañada de nuevas competencias profesionales, una gobernanza compartida y una cultura sólida de protección del dato. Según afirma, España se encuentra ante una oportunidad histórica para consolidar un sistema sanitario más conectado, eficiente y centrado en el paciente.
Accenture lleva años acompañando la transformación digital del sector salud. ¿Cuáles son los grandes retos que detectan en hospitales y sistemas sanitarios?
La digitalización está redefiniendo cómo entendemos la salud, cómo la gestionamos y qué esperan las personas. Y lo hace en un momento de máxima presión asistencial, pero también de oportunidad histórica.
En este contexto, identificamos cinco desafíos. En primer lugar, un nuevo contrato entre tecnología, personas y salud, ya que la transformación no consiste en modernizar procesos, sino en rediseñar el modelo asistencial. A la presión demográfica se suma un ciudadano que quiere participar, decidir y comprender. La Estrategia de Salud Digital del Ministerio marca un horizonte común, pero el reto real es cultural: construir un sistema inteligente, preventivo, personalizado y equitativo.
Por otro lado, es necesario pasar de la interoperabilidad a la inteligencia asistencial. Según un estudio de SOTI, líder en movilidad empresarial e IOT, el 84% de los CIOs sanitarios identifica como su mayor desafío la fragmentación tecnológica: sistemas obsoletos, infraestructuras inconexas y datos que no viajan. El objetivo ya no es solo compartir datos, sino convertirlos en inteligencia clínica e iniciativas como miHC, los avances del nodo del SNS o el futuro Espacio Nacional de Datos de Salud (conectado al EHDS europeo) muestran que es posible. La estandarización, la gobernanza y el diseño de espacios de datos sectoriales son hoy la clave para garantizar continuidad asistencial, medicina basada en datos y eficiencia estructural.
En tercer lugar, hay que entender que la tecnología no sustituye al juicio clínico de los profesionales, sino que lo amplifica. IA, soporte al diagnóstico, gemelos digitales o telemonitorización abren una nueva etapa en la práctica asistencial y para aprovecharla, necesitamos un nuevo perfil: el profesional sanitario digital, capaz de interpretar datos, trabajar en entornos híbridos y liderar la adopción tecnológica con ética y confianza.
Además, la seguridad ya no es un requisito técnico, es la condición para la transformación. Cumplir con las directivas europeas de ciberseguridad (NIS2, IA Act o Data Act), así como normativas nacionales (ENS), es solo el punto de partida. Proteger al paciente digital requiere infraestructuras sólidas, auditoría de algoritmos, privacidad por diseño y una cultura diaria de ciberhigiene.
Por último, es crucial apostar por una gobernanza compartida en un sistema fragmentado. La Estrategia de Salud Digital ofrece un marco común, pero su impacto depende de la coordinación real entre territorios y agentes. La colaboración público-privada, desde la interoperabilidad hasta los espacios de datos o los proyectos conjuntos de IA clínica, es clave para escalar lo que funciona y convertir la diversidad territorial en un ecosistema de innovación distribuida.
La inteligencia artificial, los datos y la interoperabilidad están redefiniendo la atención sanitaria. ¿En qué casos están viendo ya un impacto más tangible en la práctica clínica?
Gracias a estas tecnologías, los centros sanitarios que empiezan a trabajar de otra manera, más inteligente, más segura y más capaz. En diagnóstico, la IA se ha convertido en un apoyo esencial, ya que interpreta analíticas, prioriza pacientes por gravedad e incluso sugiere diagnósticos diferenciales basados en el historial del paciente. El impacto se nota también en la logística del día a día, ya que la IA y la interoperbiilidad de datos permiten a los hospitales anticipar situaciones a las que antes solo podían reaccionar. Disponen de algoritmos que predicen picos de demanda, cuadros de mando que integran datos en tiempo real, plataformas que monitorizan a pacientes crónicos desde casa y activan alertas tempranas ante una descompensación. Son tecnologías que liberan capacidad asistencial, mejoran la experiencia del paciente y permiten tomar decisiones con menos incertidumbre.
España ha dado un paso decisivo con la aprobación de la Estrategia de Inteligencia Artificial del Sistema Nacional de Salud, que define un marco común para impulsar soluciones de IA con garantías técnicas, clínicas, éticas y de seguridad. Su ambición es pasar de proyectos aislados a un despliegue homogéneo y seguro en todo el país.
Además, desde Accenture hemos sido testigos del impacto positivo de la implementación de IA en el sector liderando iniciativas como la implantación de la Oficina del Dato en varias comunidades autónomas, aplicando modelos predictivos para optimizar recursos, reducir listas de espera y anticipar demandas asistenciales. También impulsando la evaluación de resultados en salud oncológica para mejorar la efectividad y calidad de vida en tratamientos contra cáncer de mama y pulmón en Osakidetza. Esto permite avanzar hacia una sanidad basada en valor, donde las decisiones se fundamentan en resultados clínicos y bienestar del paciente. Por otro lado, hemos colaborado en la implementación de asistentes de GenAI en la atención al profesional sanitario en el Servicio Andaluz de Salud.
La falta de profesionales y la sobrecarga asistencial preocupan al sector. ¿Cómo puede la tecnología ayudar a aliviar esa presión sin perder calidad asistencial?
Esta situación está llevando al sistema a un punto de tensión estructural crítico y la tecnología puede contribuir a aliviar esta presión sin perder calidad y, en muchos casos, elevándola. Pero esto exige pasar de digitalizar procesos a reinventar el modelo asistencial, creando un ecosistema híbrido donde lo físico y lo virtual convivan de forma natural y eficaz.
La atención no presencial es un ejemplo claro. Su adopción se multiplicó por necesidad durante la pandemia de 2020, pero hoy demuestra que es una herramienta estructural. Amplía el acceso, optimiza tiempos y libera capacidad en los centros. Eso sí: un modelo híbrido sólido no se construye con videollamadas improvisadas. Se construye rediseñando flujos clínicos, entrenando a los equipos, definiendo protocolos claros y garantizando que ningún paciente se quede atrás, también aquellos con menor alfabetización digital.
La segunda gran palanca es la automatización. La cita online, la receta electrónica, la gestión automatizada de documentación o la clasificación inteligente de solicitudes administrativas aumentan significativamente la eficiencia de los trámites sanitarios. Nuestras estimaciones muestran que hasta un 25% del tiempo del profesional sanitario podría automatizarse de aquí a 2030. Y ese tiempo, liberado de burocracia, se convierte en más consultas de calidad, más acompañamiento, más humanidad.
Pero quizá el salto más transformador está llegando con la IA colaborativa. No hablamos de sustituir al médico, hablamos de ampliarlo. Copilotos clínicos capaces de recopilar antecedentes antes de la consulta, generar borradores de notas, priorizar pacientes o alertar sobre interacciones medicamentosas en tiempo real. Hemos trabajado ya en varios pilotos donde estos agentes híbridos elevan la eficiencia, reducen el error y mejoran la experiencia tanto del profesional como del paciente, liberando la sobrecarga de los sanitarios.
Sin embargo, aliviar la presión es también cuestión de organización. En los últimos años hemos trabajado para predecir la evolución de la disponibilidad de profesionales para rediseñar turnos, reforzar equipos o acelerar convocatorias. Es pasar de reaccionar a prevenir, evitando un problema irreversible.
Ciberseguridad y protección del dato clínico son hoy prioridades absolutas. ¿Están realmente preparadas las organizaciones sanitarias para este nuevo escenario?
El sector salud, un ámbito históricamente centrado en la atención presencial, ahora debe proteger activos digitales altamente sensibles y en los últimos años, España ha sido testigo de un aumento alarmante de los ciberataques dirigidos a hospitales y entidades sanitarias, lo que ha comprometido tanto la continuidad asistencial como la confidencialidad de millones de historiales médicos. Según INCIBE, el 51% de las organizaciones sanitarias españolas ya ha sufrido brechas de datos y el 52% de los responsables TI en salud se declara hoy “muy preocupado” por la protección de datos (frente al 40% global), y un 35% identifica la seguridad de la información como su principal reto interno.
A nivel institucional, la Estrategia de Ciberseguridad 2025-2028 del Sistema Nacional de Salud ha supuesto un hito y en el ámbito privado, muchas organizaciones del ecosistema sanitario, desde grandes grupos hospitalarios hasta empresas de diagnóstico y operadores sociosanitarios, han dado pasos firmes hacia una ciberseguridad avanzada. Desde Accenture hemos ayudado a diversas entidades a evaluar su madurez en ciberseguridad y desarrollado hojas de ruta específicas. Estas incluyen desde oficinas técnicas de ciberseguridad hasta centros de monitorización 24/7, así como soluciones para gestionar el cumplimiento normativo de forma centralizada. Pero aún queda camino por recorrer para consolidar esta cultura de seguridad como parte estructural del sistema sanitario.
A medio y largo plazo, ¿qué papel le gustaría que jugara Accenture en la evolución del sistema sanitario español?
En Accenture, creemos que el futuro de la sanidad en España pasa por una transformación profunda, y queremos estar ahí, acompañando cada paso como un socio estratégico que no solo ofrece soluciones tecnológicas, sino que ayuda a rediseñar el modelo asistencial desde la base.
Por un lado, estamos apoyando tanto las administraciones públicas como al sector privado como arquitectos de soluciones digitales a gran escala. Estamos colaborando en iniciativas de interoperabilidad y data, gestión de profesionales y reinvención de modelos de atención. Pero nuestra ambición va más allá: nos gustaría contribuir, por ejemplo, a la puesta en marcha del Espacio Europeo de Datos de Salud y a la consolidación de una historia de salud inteligente. Es decir, no solo implementar tecnología, sino hacerlo bien, con seguridad, visión y pensando en el paciente.
Otro rol importante que queremos asumir es el de acelerador de innovación. Estamos trabajando en proyectos de inteligencia artificial, analítica avanzada o automatización, y nos gustaría que esas experiencias no se queden en pilotos. Queremos ayudar a que la IA y otras tecnologías se integren de forma realista y ética en la práctica clínica.
También aspiramos a ser un puente entre lo público y lo privado. En un sistema mixto como el español, creemos que facilitar esa colaboración será clave para avanzar. Desde Accenture, ya hemos trabajado con entidades de ambos ámbitos, y vemos que hay un espacio enorme para alinear estándares, escalar soluciones compartidas y, sobre todo, poner al paciente en el centro de todo.
Pero sabemos que la tecnología no basta. Nuestro objetivo es ayudar a desarrollar talento, formar a profesionales sanitarios en competencias digitales y acompañar a las organizaciones en su adaptación a nuevos modelos como estamos haciendo en otros sectores.
¿Cómo valoran en Accenture el trabajo que lleva a cabo el IDIS?
Hablar de la Fundación IDIS es hablar de un aliado que ha sabido transformar convicción en impacto. Para Accenture, IDIS no es solo una institución de referencia, es una fuerza que ha dado cohesión, voz y propósito a un sector que durante años necesitaba un relato común.
En Accenture siempre hemos valorado profundamente el rigor con el que IDIS trabaja. Cada informe nace de la voluntad de explicar la realidad del sector con transparencia. Lo vivimos especialmente en 2020, cuando la Fundación nos pidió acompañar la edición del décimo aniversario del informe “Sanidad Privada, Aportando Valor”. Aquella colaboración, nos permitió ver el compromiso real que IDIS tiene con la claridad y la honestidad.
Ese espíritu transformador también ha guiado muchas de las iniciativas que IDIS ha impulsado para modernizar la sanidad española. Su apuesta decidida por la interoperabilidad, la historia clínica digital compartida o los espacios de datos nació de una intuición poderosa: no hay progreso posible sin información que fluya, sin tecnología que conecte, sin sistemas que dialoguen.
Proyectos como Mi Historia Clínica (miHC) son la prueba de que la ambición puede convertirse en realidad cuando se combinan visión y acción. IDIS detectó un problema profundo (la fragmentación de los datos de los pacientes) y no se limitó a describirlo: decidió resolverlo. Cuando nos confiaron su desarrollo técnico, sentimos que estábamos participando en un proyecto orientado a mejorar la vida de las personas.
En esa misma línea de futuro, uno de los proyectos que mejor simboliza la ambición que compartimos con esta organización es el Espacio de Datos de la Sanidad Privada (EDSP): trabajar juntos en una arquitectura sólida, segura y preparada para el mañana, construyendo una infraestructura de confianza.