El sobreesfuerzo al que ha estado sometido el sistema sanitario durante la crisis de la COVID 19 ha puesto de manifiesto que este tenía problemas, algunos graves, pero que no se resolvían por su ausencia en la agenda política. Es esencial, por tanto, acometer reformas cuanto antes y apostar por una sanidad colaborativa para poder conservar un sistema sanitario óptimo. “La eficiencia debe ser una característica intrínseca en cualquier sector, también en la medicina. Es preciso, por tanto, que las organizaciones sanitarias tengan capacidad de gestión estratégica, económica y de personal, de tal forma que se reconozca el esfuerzo y cumplimiento de objetivos y resultados. Además, para poder mejorar es necesario medir y realizar cambios en el sistema sanitario audaces, disruptivos y que estén basados en la innovación”, tal como recoge el “Manifiesto por una mejor Sanidad” y como ha resumido Juan Abarca, presidente del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (Fundación IDIS), durante el cuarto foro IDIálogoS para una Mejor Sanidad, que da continuidad al ciclo iniciado a principios de año para abordar los principios de dicho Manifiesto con reconocidos expertos para que aporten su visión acerca de los problemas actuales del sistema sanitario.
En esta ocasión, el debate se ha centrado en los principios de “sanidad eficiente” y “sanidad reformista e innovadora” y ha contado con la participación de Jon Darpón, COO-Vicepresidente de Operación e Infraestructura de Keralty Health y exconsejero de Salud del Gobierno Vasco, y Julio Mayol, director médico del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina.
En línea con estos conceptos abordados, la directora general de la Fundación IDIS, Marta Villanueva, ha introducido algunos datos del informe Sanidad en España. Encuesta de percepción llevado a cabo por SIGMA DOS para la entidad, como el hecho de que el 98% de los pacientes encuestados en el informe considere necesario mejorar la gestión y control eficiente de los recursos económicos, de instalaciones y de personal para optimizar el funcionamiento del sistema sanitario. Asimismo, explicó que en esa encuesta los españoles creen en una sanidad innovadora, pero 8 de cada 10 piensan que la sanidad española necesita un esfuerzo de adaptación para afrontar los nuevos retos de salud. “Estos dos atributos abordados durante la sesión -explicó- son clave para que el sistema sanitario sea viable y cumpla su cometido en el presente y futuro; dos principios que buscan seguir avanzando para que nuestro sistema sanitario responda a las necesidades que demanda la sociedad, los pacientes y los profesionales”.
Durante el debate se puso de manifiesto, que la eficiencia consiste en obtener los mejores resultados a un coste adecuado. En este sentido, se explicó la conveniencia de realizar cambios en gestión de las instituciones sanitarias, impulsando una mayor flexibilidad, impulsando mejoras para elevar los niveles de calidad y productividad de los hospitales, así como suprimir gastos de actividades que no añaden valor real y favoreciendo la adquisición de una mayor autonomía de los centros sanitarios. Destacaron, asimismo, que es importante definir en qué vamos a ser eficientes y convertir datos en métricas para poder mejorar y ser transparentes a la hora de publicarlos. De hecho, señalaron que es preciso avanzar en los aspectos que debe medir la eficiencia, como es el caso del tiempo, un parámetro que ha adquirido mucho valor para el paciente y que, con toda probabilidad, deberá ser tenido en cuenta.
Los expertos aseguraron que nos encontramos ante un sistema complejo y que requiere mejoras con distintas perspectivas. Por ello, el Estado debería apostar por conseguir los mejores resultados en salud para su población y garantizar la libertad de que las personas elijan cómo conseguir su atención para su salud. A este respecto, hay que apostar por la colaboración público-privada para aprovechar todos los recursos disponibles y poder hacer el camino hacia una sanidad más eficiente.
La innovación está en gestionar mejor el proceso, no en incorporar tecnologías ya existentes. En este sentido, sobre la sanidad reformista e innovadora que propugna el Manifiesto, se generó un debate en torno a cómo crear un ecosistema que hoy no existe, que sea permeable a la introducción de cambios en la cultura de las organizaciones y en los procesos y que se apoye en una colaboración entre todos los agentes del sector facilitando una visión estratégica y un aprovechamiento de todos los recursos disponibles. Uno de los aspectos contemplados para avanzar en reformas que aporten viabilidad al sistema fue el impulso de redes asistenciales que integren los distintos niveles profesionales, asistenciales, sociales y sociosanitarios, con el hospital como centro de alta intensidad tecnológica. Facilitar la continuidad asistencial, acotar la variabilidad en la práctica clínica, fomentar la integración de niveles e impulsar la cultura del resultado y su comunicación abierta y transparente son elementos clave en este aspecto.
Por último, se abordaron otros temas de interés como la relevancia que puede tener la interoperabilidad en un futuro cercano para mejorar los procesos o la necesidad de incorporar a los pacientes y a las asociaciones de pacientes en la planificación y gobierno de las estructuras sanitarias.