El aseguramiento sanitario y, en general, la sanidad privada, representan en España no solo un aliado estratégico, sino también un complemento fundamental del sistema sanitario público por su indudable contribución a la sostenibilidad, equidad, accesiblidad y calidad del sistema de salud, además de constituir un actor esencial en la generación de desarrollo socioeconómico colectivo.
Si bien esta contribución y la creciente progresión de la sanidad privada en los últimos años resulta bien conocida, lo es quizá menos el origen del modelo. Aunque en el siglo XIX ya pueden encontrarse organizaciones mutualistas que proporcionaban servicios médicos a sus miembros, no es hasta el 11 de mayo de 1934, con la creación en Bilbao del Igualatorio Quirúrgico y de Especialidades, cuando puede realmente hablarse de la primera entidad organizada de aseguramiento sanitario para la prestación de servicio asistencial a la población, a la postre el primer sistema de sanidad privada del país cuando todavía no existía la sanidad pública.
Nacida del compromiso solidario de 46 cirujanos de Bizkaia, que aportaron 100 pesetas cada uno, esta primera organización, más tarde denominada Igualatorio Médico Quirúrgico y de especialidades, embrión del actual Grupo IMQ , tenía por objeto acercar la medicina de calidad a amplias capas sociales de la población que carecían de acceso a ella gracias a la instauración de un modelo que, a cambio de una módica póliza individual o familiar que sustituía al sistema de libre honorario imperante, facilitaba acceso a una asistencia hasta entonces inalcanzable.
El proyecto, que serviría de referencia para el resto de los igualatorios que fueron posteriormente surgiendo en España, inició su actividad con el respaldo entusiasta de más de 1.500 clientes que en apenas medio año se incrementarían hasta las 12.000.
90 años después, puede decirse que no solo IMQ, su entidad precursora, líder indiscutible en el País Vasco con más de 385.000 clientes, sino el aseguramiento sanitario en general, gozan de una potencia y una solidez extraordinarias. El 25,8% de los españoles, más de 12,4 millones de personas, cuenta hoy con una cobertura de este tipo, frente al 19,9% que la tenía en 2015, al tiempo que el sector facturó en 2023 más de 11.238 millones de euros.
En contra de lo que a priori pudiera pensarse, las personas mayores no son, además, las que más contratan un seguro médico, sino que cada vez más lo hacen los jóvenes. De hecho, solo el 20% de los beneficiarios de una póliza de salud tiene más de 65 años, frente al 26% de los menores de 20 años. Los trabajadores públicos son, por otro lado, uno de los colectivos que más se beneficia de este tipo de coberturas sanitarias al tiempo que muchas empresas han incorporado el seguro de salud para sus trabajadores como un complemento retributivo que estos consideran el beneficio social más valorado.
En el ámbito sanitario, se ha desarrollado también una amplia red hospitalaria privada que conforma el 55,6% de los hospitales españoles, el 21% de las consultas médicas y el 32% de las camas, además de realizar el 31% de las cirugías y el 24% de las urgencias.
Más allá de estos buenos datos, no es menos cierto que los sistemas sanitarios en el mundo desarrollado se enfrentan también a diferentes retos que requerirán una reconfiguración de los modelos para atender tanto a las demandas actuales como a las nuevas necesidades que vayan surgiendo. El envejecimiento de la población, la cronificación de la enfermedad y el avance tecnológico son algunos de los desafíos a los que deberá darse respuesta, junto con la falta de profesionales en algunas especialidades. Retos todos ellos de envergadura que se suman a los que en superior medida padece también el sistema público y que para ser solventados requerirán un importante esfuerzo de adaptación y de colaboración público-privada.